JONTAE, cortometraje de la cineasta cancunense Siam Obregón
4 Oct. 2020
CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN
Anualmente y durante el mes de septiembre se celebra en Montreal, Canadá, el Festival Quartiers Danses. Este año, por la pandemia, no se pudieron realizar presentaciones de danza en teatros y escenarios públicos. Los organizadores decidieron entonces innovar e invitaron a 15 cineastas radicados en Montreal, quienes en colaboración con los coreógrafos previamente seleccionados realizaron cortometrajes de danza que fueron exhibidos en la página del festival y en Youtube.
La joven cineasta cancunense Siam Obregón fue una de las directoras invitadas a participar en el Festival Quartiers Danses. Dirigió en colaboración con la coreógrafa canadiense Kyana Lyne el film JONTAE y obtuvo el premio “Favorito del Jurado”.
Siam Obregón estudió producción de cine en la Universidad de Concordia, Montreal, C.A. Sus cortometrajes han participado en Festivales de Canadá y de Sudamérica. En entrevista para El Despertador de Quintana Roo, Siam Obregón nos compartió algunos pasajes del cortometraje JONTAE.
—¿Cómo surgió JONTAE?
—En febrero tuvimos en Canadá el inicio de la crisis del Covid-19 y, durante el confinamiento, hubo mucho ruido con el movimiento Black Lives Matter. Nos dimos cuenta que al estar encerrados y sin poder hacer nada, este movimiento obtuvo mucha atención. Entonces la coreógrafa Kyana Lyne contactó al bailarín Jontae McCrory y le ofrecimos un escenario para que expresara libremente su experiencia durante el confinamiento y sobre la segregación étnica. Durante los ensayos fue muy interesante descubrir con Jontae los acentos de la coreografía y platicar con él, mi interés era conocer las experiencias que quería comunicar. No fue tanto como realizar prácticas y marcar movimientos, nos concentramos en platicar, en reflexionar, en pensar, en conducir a Jontae a una preparación mental y, al mismo tiempo, estar todos preparados para seguirlo. Fue un proceso de colaboración entre Jontae, Kyana, el director de fotografía Steven Turcotte y yo. Desarrollamos un lenguaje propio, lo estudiamos muy bien para que en el momento del rodaje, trabajáramos bajo una misma visión.
—En la película, Jontae McCrory recupera en su cuerpo el encierro y el interés de expresarse libremente sin ser visto con ojos de degradación étnica. Su cuerpo habla de un conocimiento ancestral, chamánico, rumbero y sus manos develan el lenguaje de los cazadores ¿Cómo fue el proceso de creación?
—Hablamos de ello, fue un ritual personal y como co-directora tenía que entender su sentimiento. Sabiendo lo que él quería transmitir, junto con mi equipo, construimos un mundo a través de la cinematografía, del sonido y de la edición. Todo lo tratamos delicadamente. Incluso, al inicio de la filmación, tuvimos un momento mágico, prendimos un incienso y pronunciamos nuestras intenciones. Fue una experiencia espiritual y, a partir de ella, dejamos que se expresara Jontae. Quisimos que la alberca vacía donde filmamos recreara un espacio de liberación, que pudiera salirse de sí mismo y que le fuera familiar, ya que antes de bailarín fue nadador.
—¿Consideras que JONTAE es un cortometraje de reflexión?
—Es importante aclarar que nosotros no realizamos una crítica a la sociedad o a nuestro presente, estamos simplemente dando una observación de un individuo que expresa un sentimiento universal. La cinematografía de Steven Turcotte se concentró en crear una relación entre la cámara y bailarín, con la intención de que los espectadores pudieran sentirse como la sombra de Jontae. Invitamos también a Stella Adjoké, actriz-cantante activista de la minoría de color, quien a través de su música expresa sus experiencias de segregación étnica.
Nuestro interés era que estuviera presente para que observara a Jontae y fueron muy interesantes sus reacciones; en el sonido ambiente, su voz narra lo que sintió al ver a alguien de su comunidad que vuela y brilla.
Fue hermoso conocer la perspectiva de Stella y, a pesar de que son individuos de diferentes nacionalidades e historias, se relacionaron inmediatamente. Eso es lo que queríamos lograr, que JONTAE tocara fibras del espectador. La respuesta del público fue muy positiva… es muy válido y bonito ver que un artista como Jontae sea representado con dignidad en el cine.
—¿Por qué decidiste que la banda sonora fuera atmosférica?
—El sonido fue todo un viaje, aprendí muchísimo en este proyecto. Tenía una idea muy específica de la imagen, era como un sentimiento, pero no tenía claro cómo sería el sonido. Fue muy interesante compartir ideas con la ingeniera de sonido Paloma Daris Becotte, le mostré algunos ejercicios de video-danza y le expliqué que mi objetivo no era simplemente anexar sonido a la imagen sino usar los sonidos del mismo movimiento para crear una experiencia auditiva. Paloma hizo un excelente trabajo al transformar estas ideas tan conceptuales en el audio del film. En algunos momentos del rodaje nos pidió que no grabáramos y que ella pudiera estar sola con Jontae, para registrar su respiración y los sonidos de su cuerpo. Fue un aprendizaje para ella y para mí. Conforme iba editando, nos dimos cuenta que el film necesitaba algo de ritmo y pausas. Queríamos, con la cinematografía y con el sonido, iniciar en un plano muy abierto para después transformarnos en el aire que rodeaba al bailarín.
—¿Cómo fue hacer cine en tiempos del Covid-19?
—Fue muy fácil porque tuvimos la fortuna de trabajar con un equipo muy reducido, durante el mes de la preproducción la coreógrafa Kyana Lyne y yo nos juntamos casi todos los días para hablar del proyecto. También tuvimos la ventaja de que mi pareja, Steven Turcotte, es el director de fotografía, así que los tres formamos una burbuja.
Fuimos muy cuidadosos y precavidos durante el rodaje, trabajamos 11 personas en total, portamos los cubrebocas, teníamos gel desinfectante por todos lados, cada quien tuvo su lunch individual, mantuvimos la sana distancia y seguimos las indicaciones de la Unión de Producción Canadiense (AQTIS). En realidad nos adaptamos y no fue tan diferente a otros rodajes.
—¿Como inició tu aventura cinematográfica en Canadá y qué se siente pasar de los 40 grados de las arenas blancas del Caribe a los menos 40 grados y la nieve?
—Hace cinco años me vine a vivir a Montreal, estudié Cine en Concordia University. El cambio de clima y de país es un tema que no es fácil resumir, lo llevo trabajando en mi mente mucho tiempo, al principio fue muy difícil entenderlo, ahora que terminé mis estudios y estoy acoplada a Montreal, veo más claramente el proceso.
Agradezco haber tenido momentos de soledad, de no saber ni qué onda y aprecio mucho la experiencia porque entiendo mejor al ser humano, a los sentimientos de pertenencia e identidad, que son una constante en mi cabeza. Me siento privilegiada de estar en otro país y conocer otras culturas, preguntarme también qué representa ser mexicana y cómo me represento en otros países.
—¿Qué extrañas de Cancún?
—Obviamente a mi familia, el sentimiento de pertenencia a un lugar, el mar. Ahora bien, en Montreal la comunidad latina ha crecido estos dos últimos años, de pronto escucho en el Metro a mucha gente hablando muy cómodamente en castellano y al fondo del vagón, las carcajadas de los mexicanos. Han abierto muchos restaurantes de comida mexicana y también está padre que encuentro en el supermercado de la esquina todos los ingredientes para preparar platillos de mi país.
—Muchas gracias por la entrevista, estimada Siam y estaremos atentos a tu trayectoria cinematográfica.
—Gracias al Despertador de Quintana Roo y un saludo a mis amigos de Cancún.