CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

—¿Es usted creyente?

—No, soy dudante…

—Pero… entonces ¿en qué cree?

—Dudo

—Tenga entonces un coscorrón, a ver ¿duda del dolor?

—Oiga, no se pase, ahora dudo de su cordura

—Pero ¿le dolió verdad? o ¿Duda de ello?

—Dudo que usted quiera saber la verdad

—¿Cuál verdad?

—Que todo es relativo y sometido a la creencia

—¿Cuál creencia?

—Cualquiera, como la que usted cree…

—Pero si creo existo, si nada más pienso no actúo y si existo es porque estoy seguro que existo, de eso no dudo…

—Usted tiene creencias que lo conducen a creer que cree en algo cierto pero todo lo que creemos pasa de moda, por ejemplo: los mexicah creían que el Sol no saldría si no le daban corazones humanos para que se los comiera, después de que los castellanos y aragoneses destruyeron Tenochtitlan, el Sol siguió saliendo…

—Sí claro… pero es que sus creencias eran muy disparatadas

—Y las de usted: ¿por qué deberían ser correctas?

—Porque no dudo de ellas

—¿En qué cree exactamente?

—En que todo lo que existe es porque forma parte de un orden divino

—Hay quienes piensan que surgió de un caos, aunque esa es otra creencia

—Bueno, en el principio fue el verbo…

—Usted se maneja con adjetivos que lo conducen a utilizar preposiciones y termina siendo un acento en un verbo que no se acentúa, como quien dice, es usted prosódico y por lo tanto existe pero no es tangible porque usted simplemente cree en creencias…

—Y usted se cree el muy sustantivo pero vive en un paréntesis pensando en un punto y seguido siendo simplemente una comilla de un enunciado existencialista que vive frustrado por no poder partirse en dos para estar tanto al principio como al final de la frase.

—Eso es lo que usted cree

—Eso no lo creo, es algo cierto

—No es cierto

—Sí, es cierto, sino… a ver… demuéstremelo…

—Cómase éste hongo

—Démelo…mñiam…mñiam… sabe a tierra y es dulzón…

—No hable pendejadas, a partir de ahora todo lo que diga será usado en su viaje

—¿Cuál viaje?

—Son hongos psicotrópicos… se llaman derrumbes…

—Oiga… no sea usted pasado

—Usted da coscorrones.. yo doy viajes

—Guácatelas…

—¡No blasfeme! ¡Ni intente vomitar!

—Es que ya me dio miedo

—Esa es otra creencia

—Usted no se va ir… verdad, no me va a dejar aquí solito…

—¿Le da miedo la Soledad?

—Un poco, bueno si… bastante…

—Por eso cree, para no sentirse solito…

—Oiga me están dando extrañas sensaciones en la panza, como si tuviera mariposas que quieren volar…

—El que va a volar es usted…

—Pero usted no comió… ¿no me va a acompañar?

—No necesito comer hongos para volar

—¿Cómo es eso?

—El Hongo hablar una vez, claro y fuerte… si no le hace caso y lo vuelve a comer, entonces lo regañará…

—¿Pero no hace daño el hongo? ¿No me voy a intoxicar?

—De todas las substancias que alteran la conciencia, científicamente está comprobado que el Hongo es lo que menos hace daño

—¿Y cuál es la substancia que más hace daño?

—El alcohol y es legal, es más, lo publicitan…

—Pero yo creía que era la cocaína…

—Ya ve que todas las creencias no son reales

—Pero tampoco es real que se están moviendo las paredes ni que siento como que me zumban los oídos y escucho mi corazón latir muy claramente y usted está pensando que estoy empezando a viajar… explíqueme ¿cómo es que puedo leer su pensamiento?

—Porque está usted conectado con la unicidad

—Entonces por eso siento que soy aquel árbol y también escucho que aquellos cenzontles están platicando… ¿ya se dio cuenta que esas aves están diciendo que ayer llovió? Y que hoy van a comer muchos gusanos que van a salir de la tierra y… ¡vea usted a esas rocas! ¡Están respirando…! Oiga ¿es de noche o de día? Porque el Sol ahí está y de pronto me da frío explíqueme ¿qué chingaos me está pasando?

—Usted ha dejado de creer y ha empezado a ver…

—Me siento como un niño… todo tiene sentido, es más… usted ya no me cae gordo ni tengo ganas de darle otro coscorrón como quería hacerlo hace rato y tengo la sensación de que voy a volar…

—Hágalo…

—Pero eso es imposible

—No para los dudantes…

—Pero yo soy creyente

—¿En qué cree?

—En lo que veo

—Entonces véase volar

—Pero eso está reservado para los ángeles

—¿Quiere usted ver a Dios o a su primo?

—A Dios, por supuesto…

—De un salto… y luego otro y luego otro, antes de llegar a aquel árbol estará usted camino a Dios

—Mejor me quedo aquí sentado y me hago chiquito en este rincón

—Ese es el camino más rápido para llegar a Dios

—¿Por qué?

—Porque Dios está dentro de usted.

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador, Guía y Promotor Cultural

Foto: Luis Enrique Suárez