CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

Una tendencia nacionalista confronta al Halloween argumentando que es una tradición extranjera que “contamina a nuestras raíces” y nos convida a “mantener vivas a nuestras tradiciones de Altar de Muertos”.

En realidad los Altares de Muertos es una tradición europea y el Halloween forma parte de nuestras tradiciones porque somos los frutos de muchas semillas.

Los estudios de la investigadora Elsa Malvido, concluyen que “la tradición mexicana” de Los Altares de Día de Muertos fue inventada por los intelectuales de los años 30’s.

Los orígenes de Los Altares de Muertos se ubican en una tradición romana que en el s.X retomó en Francia el Abad de Cluny para honrar a los macabeos: mártires del santoral católico. Durante la festividad de Todos los Santos, se montaba en la iglesia un altar donde se mostraba el “Ara” que son las reliquias de los santos que cada Iglesia poseía en sus altares ya fueran huesos, cráneos o atuendos. Los restos óseos de los santos eran considerados vasos comunicantes para entablar el perdón de Dios.

El anacrónico concepto de “pureza” es racista y retrógrado. Nuestras Culturas Mexicanas son el resultado de migraciones y sincretismos. Si no hubiera existido la Nao de China, no tendríamos la cerámica de Talavera ni celebraríamos a la China Poblana, de no haber existido la migración española durante la Guerra Civil, no tendríamos El Colegio de México, —in extremis— los tacos al pastor son una derivación del Kebab turco-árabe, por mencionar algunas improntas culturales sincréticas.

El Halloween no es un enemigo

En rigor, tiene tanto derecho un niño purépecha en comulgar con sus abuelos en un cementerio envuelto de humo de copal y repiques de campanas, que un niño cancunense de padres norteamericanos en pedir su Halloween de casa en casa. Los dos son mexicanos bilingües y sus tradiciones familiares son válidas por igual. Es un acto fundamentalista cuestionar a los niños mexicanos con ascendencia norteamericana porque celebran lo que sus padres consideran parte de su cultura. La diferencia sustancial no está en la forma sino en el fondo: el niño purépecha se viste para conectarse con una realidad alterna, acompañado de su familia ofrenda, evoca, invoca, agradece, reconoce, comulga; el niño cancunense se disfraza, exige con la amenaza “dulce o travesura”, atesora, compite, compara y, al recibir, desaparece corriendo con sus amigos. Son dos realidades opuestas, ambas nos pertenecen, no son hechos aislados, son producto de tradiciones de diversas latitudes y, por lo tanto, merecen respeto por igual ya que forman parte de nuestra cultura que hace propias tradiciones lejanas y luego las adereza con un sincrético sazón, muestra de ello, es que algunos niños que celebran el Halloween no dicen el tradicional “dulce o travesura” sino que develan la fusión con el clásico ¿no me da para mi calaverita?

El meollo del asunto es reconsiderar que estamos atascados al confrontar al Halloween, ignorando la diversidad étnica de nuestras tradiciones. Es absurda la campaña de rencor contra el Halloween ya que miles de mexicanos lo celebran, lo sustancial radica en diferenciar y entender nuestra pluralidad. Es insano seguir negando lo que somos y cómo evolucionamos.

Espejos

La foto de los cráneos es del pueblo Pomuch, en Campeche, donde los mayas de hoy en día y durante los días de muertos, limpian las tumbas de sus deudos y sacan las osamentas para limpiarlas con brochas; luego llevan a sus hijos y les dicen: aquí está el tío Martín y ella es la tía María…

Esta tradición maya pudiera estar emparentada con el Altar V de Tikal en el que observamos al ahau (rey) Jasaw Chan K’awiil y un noble de Maasal, quienes realizan una exhumación ritual de la osamenta de una mujer reconocida de alta jerarquía y sabemos también que era práctica común durante ese periodo de los mayas históricos, exhumar y limpiar los restos de los ancestros y volverlos a pintar con cinabrio.

Altar V de Tikal, dibujo de Linda Shele

Considero insano desgarrarnos las vestiduras negando una parte de nuestra historia, tenemos una frontera kilométrica con los Estados Unidos, si hay tacos y enchiladas por allá, tenemos hamburguesas y Halloween por acá. Somos la primera minoría en USA y los estadounidenses son los turistas mayoritarios en el Caribe de México. Contamos con un número importante de residentes norteamericanos en El Caribe de México y sus hijos mexicanos asisten a escuelas como IAS en Cancún en las que celebran el Halloween y al mismo tiempo montan sus Altares de Muertos, ellos no tienen conflicto al unificar las dos tradiciones, nadie debería tenerlas, ambas nos pertenecen por igual.

Recapitular sin rencores es una sana disciplina que no ejercemos y es por ello que algunos mexicanos se victimizan y se sienten invadidos por tradiciones y culturas supuestamente ajenas, cuando en realidad y desde el Paleolítico, la historia y la cultura del territorio que hoy llamamos México, son los frutos de migraciones y adaptaciones.

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador, Guía y Promotor Cultural