Claudio Obregón Clairin

La Palabra en el Mundo Maya Histórico se relacionaba con el poder emanado de un dictamen divino y fue a través de la Palabra, como los mayas corporeizaron y evocaron a sus entidades divinas.

Los soberanos mayas se nombraron ahauob’ que quiere decir, los que determinan o hablan fuerte, los “Señores de la Palabra”, y es que la palabra era una extensión del alma, implicaba compromiso y ubicaba a los seres humanos delante al cosmos, quizá por ello, la vírgula de la Palabra en Mesoamérica, emerge de la boca de los “Señores de la Palabra” para luego enroscarse en sí misma denotando que después de ser colocada en el aire, irremediablemente sus efectos y consecuencias, regresarán hacia quienes las pronuncian.

Escritura y Maíz

Las entidades divinas mayas fueron caprichosas y los seres humanos sintieron una irrenunciable necesidad por satisfacerlas. Los mitos mayas de la Creación nos indican que antes de nuestra Era, existieron quasi humanos que fueron elaborados en barro y madera, pero se mostraron incapaces de pronunciar los nombres de sus creadores o reconocerlos, por ello fueron destruidos para finalmente crear a nuestra especie que pudo nombrar a sus creadores.

El Poder de los ahauob’ se justificaba con sus palabras y con sus significantes, la tradición oral permitió la permanencia del corpus ideológico de los ahauob’ hasta que se percataron que debían dejar un testimonio que trascendiera al tiempo, a la impermanencia y a sus vidas mismas; fue así como surgió la escritura ideográfica-conceptual, una escritura jeroglífica que respondía a las necesidades del discurso de los ahauob’. Fue un recurso mnemotécnico con el que invocaban a las presencias divinas que les otorgaban el poder. Al contrario del origen económico de la escritura sumeria —que apareció como un medio para contabilizar el excedente de producción agrícola y la plusvalía—, la escritura maya, nació como el fruto de una compleja parafernalia que dio forma a la estructura política de los gobiernos de los ahauob’.

¿Qué nos dicen los jeroglíficos?

Los mayas históricos escribieron en pieles de venado, papel amate y en cerámica e inscribieron en piedras calcáreas y madera, un elenco de intrincados textos jeroglíficos que nos narran tanto la vida cotidiana de los nobles mayas, como los secretos de su universo divino. La escritura con pincel es ágil y de caligrafía ligera, podríamos decir que se puede parangonar con la escritura manuscrita, en tanto que la de imprenta sería la escritura que localizamos en la lapidaria y es más fácil de leer. Cada Ah Dzib (el de la escritura) tenía su propio estilo de caligrafía y eso nos sitúa en un desafío mayor por la diversidad de estilos pero descubrimos en algunos Ah Dzibob’ una verdadera búsqueda estética relacionada con el sonido mágico de las palabras mayas.

La mayoría de los idiomas mayas son lenguas aglutinantes, polisemánticas y tonales, como el chino mandarín o el tailandés, en los que una palabra puede tener diferentes significados según la entonación que se le dé a las vocales o sus glotaciones. El idioma maya peninsular cuenta además con glotaciones particulares que producen sonidos complejos como si uno tosiera o expulsará un objeto de la garganta al mismo tiempo que se pronuncian las palabras. En este sentido, en su ensayo Chi siamo, storia de la diversità ummana los lingüistas Luca y Francesco Cavalli Sforza nos informan que los idiomas con glotaciones son considerados como los más antiguos del planeta, entre ellos, destaca además del maya peninsular, el bosquimano de Sudáfrica.

Los textos jeroglíficos de la lapidaria narran las ascensiones al trono, guerras, conquistas, desgracias, capturas de prisioneros, matrimonios, rituales y danzas sagradas entre otras actividades de los ahauob’ y de los dioses que rigurosamente se enmarcaban en el concepto circular del tiempo maya y se databan dichos eventos en tres cuentas calendáricas: el Tzolk’in que era un calendario ritual, el Haab que era el calendario agrícola-solar y la Cuenta Larga, medidas del tiempo con la que los ahauob’ se emparentaban con los dioses. El lenguaje jeroglífico es metafórico y naturalista, refleja el sentimiento de unicidad que experimentaron los mayas con la naturaleza y con el cosmos; sus frases alegóricas a los astros o a las flores, se relacionan con la guerra y con las almas; de tal suerte que la condición violenta e impermanente del universo, los condujo a la captura y a las ejecuciones de sus iguales.

Encontramos jeroglíficos que contienen diversas posiciones de manos y están relacionadas con el arcaico lenguaje de los cazadores y de los chamanes, éstas grafías nos indican que los ahauob’ poseyeron los secretos de la otredad milenaria, del poder del ensueño y de la invocación a entidades inorgánicas que como aliados, participaban de las ambiciones humanas o quizá pudiera ser que fuera al revés, lo cierto es que el lenguaje sagrado maya abría portales y ventanas al tiempo para comulgar con entidades divinas; al igual que lo hicieron en tiempos sin memoria pétrea los chamanes boreales para salvaguardar a sus pueblos e interceder y negociar la restauración de los dones divinos que se suspendían cuando los humanos quebrantaban los tabús, así entonces, los ahauob’ heredaron ese milenario bagaje cultural y, con él, guiaron a sus pueblos por los destinos calendáricos.

Valiéndose de  las palabras sagradas, sangrías, danzas y ceremonias públicas en las que ofrecían su sacrificio corporal, los mayas históricos se emparentaron con sus entidades divinas.

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Literatura y Mundo Maya

Panimil – Centro de Estudios Antropológicos e Históricos