Roberto Guzmán

“No puedo decir si las mujeres son mejores que los hombres,

pero puedo decir sin duda que no son peor”

La expresión de género es la manifestación externa de los rasgos culturales que nos permiten identificarnos como personas, ya sea de forma masculina o femenina, conforme a patrones considerados por una determinada sociedad como propios y que en un momento histórico determina sin importar el cómo nos identificamos.

Comúnmente consideramos que la expresión de género es un espectro donde por un lado está ocupado por lo femenino tradicionalmente atribuido a las mujeres, y por el otro lo masculino habitualmente relacionado con los hombres, pero no así por la identidad de género, que alude entre otras cosas a la manera en que nos asumimos entre nosotros mismos, independientemente de cómo nos perciben los demás.

Ante el avance de los derechos humanos durante la reforma constitucional del 2011 al hablar de diversidad sexual, no podemos referirla solamente a las diferentes formas de expresar el afecto, el erotismo o el deseo a las prácticas amorosas y sexualesentre las personas del mismo sexo, ya que continuar haciéndolo limitaría el concepto solamente a las relaciones de pareja entre hombres y mujeres, dejando fuera la homosexualidad y la bisexualidad, a las que debemos incluir siempre, por ser la identidad de género en cada una de ellas algo independiente al sexo con el que se nace y por ser condiciones con las que se vive.

De acuerdo con los Principios de Yogyakarta, la identidad de género refiere a la vivencia interna e individual del género de una persona al sentirlo profundamente a través de su vestimenta, el modo de hablar o por sus modales, los cuales pueden corresponder o no con el sexo asignado al momento de nacer o a la vivencia personal que uno asume a uno mismo, e igual cuando involucramos en ellas las modificaciones a nuestra apariencia o función corporal mediante  medios quirúrgicos o de otra índole, pero siempre y cuando sean libremente escogidas por cada uno de nosotros o nosotras.

No hay que olvidar, estimado lector, que para ejercer nuestra sexualidad y nuestros afectos existen también otras formas de expresarlos, pues al ser nuestra identidad de género muy independiente al sexo con el que nacemos y a la orientación sexual con la que vivimos, esta se vuelve el concepto propio que tenemos de nosotros mismos y de nuestros sentimientos como seres sexuados, ya que al conllevarlos entre el cómo vivimos y cómo sentimos nuestro cuerpo desde una experiencia personal en el ámbito público, se trata de formas individuales e internas, independiente del género, sin que este corresponda o no al sexo con el que nacimos.

Por lo tanto, no olvidemos que la expresión de género siempre será independiente del sexo biológico, la identidad de género y nuestra orientación sexual, ya que todas las personas nos expresamos de manera multimodal, es decir, no tenemos conductas “homogéneas” en relación con uno u otro estereotipo, por lo que al mismo tiempo continúan siendo lo femenino y lo masculino los ejes de referencia para movernos por “dentro” de ellos como personas al identificarnos como mujeres o hombres, o por “fuera”, como el caso de las personas no binarias.