¿SE EQUIVOCO CARDENAS? – Roberto Hernández Guerra
23 Abr. 2023No ha pasado mucho tiempo desde que Andrés Manuel López Obrador, en su tribuna de la plaza mayor capitalina, señalara que en el relevo presidencial que le corresponde no habrá equivocaciones como en el del Presidente Lázaro Cárdenas. Que quien lo sustituya continuará con el proyecto de transformación y no como sucedió en aquel tiempo.
Más allá de querer desentrañar el sentido de las palabras del presidente, que cada quien interpreta según sus intereses, queremos hacer un bosquejo de los hechos que determinaron en 1940 que el “moderado” Manuel Ávila Camacho y no el “radical” Francisco J. Múgica, fuera designado por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) candidato. Como repite con frecuencia “ya saben quién”, “no hay texto sin contexto”, y para poder dilucidar si se equivocó Cárdenas o respondió a las circunstancias de la única manera posible, hay que recordar los hechos del pasado.
La promesa del reparto de tierra a los campesinos, diferida por largo tiempo, comenzaba a hacerse realdad con la política agrarista del presidente Cárdenas, reflejada en el reparto de dieciocho millones de hectáreas a cerca de medio millón de campesinos; desde luego provocando el descontento de los propietarios rurales afectados. De igual manera, en ese tiempo existía una gran movilización de los sindicatos de trabajadores, en la búsqueda de mejores condiciones para sus agremiados, lo que preocupaba al sector empresarial.
A partir de 1938, en previsión de la sucesión presidencial, los sectores desafectos al régimen comenzaron a organizarse. De la mano, empresarios del norte y centro del país, hacendados, partidarios del ex presidente Calles, así como integrantes de la clase media, se preparaban para impedir a toda costa que el precandidato más identificado con Cárdenas accediera al poder.
Al interior del mismo partido oficial la oposición a Mújica era muy fuerte. El ex presidente Emilio Portes Gil promovió un bloque de gobernadores que apoyaban a Avila Camacho, entonces Secretario de la Defensa Nacional, entre los que destacaban los gobernadores de los estados de Tamaulipas, México y Veracruz; de igual manera, la mayoría del Senado se pronunció por la misma persona.
Por lo que respecta a Múgica, al principio tenía el apoyo de la CTM y de la CNC, así como de un sector de la intelectualidad. Sin embargo, en los dos primeros meses de 1939, las dos organizaciones citadas cambiaron de opinión y por medio de sus dirigentes, Graciano Sánchez y Vicente Lombardo Toledano se inclinaron por la candidatura de Ávila Camacho, misma que se confirmó en el mes de julio con la postulación oficial.
La oposición de derecha presentó la candidatura del conservador General Juan Andrew Almazán, que tenía entre sus antecedentes haber colaborado con Victoriano Huerta, traicionado a Zapata y reprimido a balazos a trabajadores huelguista en Monterrey en 1932. Pero lo más curioso de todo es que, además del sector empresarial y del recién fundado Partido Acción Nacional (PAN), Almazán recibió también el apoyo de los sindicatos nacionales de electricistas, mineros, ferrocarrileros, tranviarios, de obreros textiles de Puebla y de un grupo de maestros. Para colmo, su jefe de propaganda fue el pintor Diego Rivera, que antes había apoyado a Múgica.
Las elecciones se realizaron el 7 de julio de 1940 y en ellas privó un clima de violencia, asalto a las casillas, robo de urnas, quema de vehículos y muchos muertos y heridos. Y eso que el candidato oficial era no era radical y en ese momento ya contaba con el apoyo del poderoso grupo empresarial Monterrey.
Hay quienes piensan que la decisión de apoyar a un candidato moderado fue para evitar una cruenta guerra civil, como la que se había desatado poco antes en España. El mismo Cárdenas se justificó diciendo: “Es indispensable que se consolide lo poco que hemos podido hacer y que no se vaya a comprometer con muchas medidas que podría tener un presidente radical.”
¿Se equivocó Cárdenas o fue correcta su decisión? Usted decidirá.