Lo que los profetas del desastre consideraron inevitable no sucedió. Y no hablamos del presagio de una catastrófica erupción del Popocatépetl surgida de la febril mente de Mhoni Vidente, sino de los efectos sobre la economía de la decisión del Ejecutivo de recuperar poco más de 100 kilómetros de vía férrea de los 11,131 concesionados al señor Germán Larrea. El peso se mantuvo firme, la Bolsa de Valores con ganancias y los proyectos de inversión siguieron anunciándose;  al respecto cabe señalar que contra los augurios del Consejo Coordinador Empresarial, en el mes de marzo la Inversión Extranjera Directa (IED) alcanzó los 18 mil 636 millones de dólares, lo que representa un incremento de 48% con respecto al primer trimestre del 2022.

Pero no faltó quien quiso relacionar la toma de las instalaciones ferroviarias por parte de la Secretaría de Marina para incorporarlas al proyecto del Corredor del Istmo, con la cancelación de la operación de venta de Banamex. Al respecto, José Medina Mora, presidente de la  Confederación Patronal (Coparmex), en entrevista concedida a El Universal señaló que ambos asuntos son hechos separados: “Así son, a veces, las negociaciones. Cuando todo parece que todo está por cerrarse hay variables adicionales que hacen que tome un camino diferente”.

A don Germán, principal accionista del Grupo México y apodado el Rey del Cobre, podemos suponer que la recuperación por parte del Estado no le afectó en sus bolsillos aunque de pasada pretendió obtener 9,500 millones de pesos del erario. El magnate, dueño de mineras, ferroviarias, cadenas de cine, empresas petroleras e inmobiliarias, con una fortuna de aproximadamente 12 mil millones de dólares y participaciones accionarias en más de una decena de compañías recibió durante el neoliberalismo un total de 333 concesiones en diversos sectores económicos, por lo que la “recuperación” del tramo Coatzacoalco-Medias Aguas fue como “quitarle un pelo a un gato”.

Parafraseando a Carlos Marx, quien caracterizaba la vocación del capitalismo de su tiempo con la frase “acumular, acumular, Moisés y los profetas”, nosotros podemos decir del modelo neoliberal que su esencia está en “privatizar, privatizar…” y que como hermana gemela trajo aparejada la corrupción. Pero, propósito de corrupción y ferrocarriles, es preciso recordar la demanda de juicio político en contra del expresidente Ernesto Zedillo en el año  2014, que hicieron  los diputados Manuel Añorve, Ricardo Monreal, Jaime Bonilla y Roberto López Suárez, de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano, respectivamente, por haber concesionado el sistema ferroviario a un «risible costo de mil 400 millones de dólares”. Desde luego que la propuesta no progresó y quedó en el olvido.

La afectación al erario por esta entrega del patrimonio nacional continuó hasta nuestros días al igual que por el otro engendro de Zedillo, el Fobaproa. Por la extinción de la empresa pública de ferrocarriles, el gobierno federal debió asumir el costo del proceso de liquidación del organismo y el pago de los jubilados que a fines de 2022 sumaban cerca de 20 mil millones de pesos, con una erogación anual superior a 2 mil 500 millones por pensiones.

Pero en los gobiernos panistas “no cantan mal las rancheras” en asuntos de corrupción. El entonces presidente Vicente Foxpagó en 2005 casi 13 mil millones de pesos por concepto de devolución del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que incluía intereses moratorios, a Kansas City Southern, una de las empresas beneficiadas con la concesión sin que fuera procedente, pues no pagaron el citado impuesto ya que la venta de acciones no causa IVA, ni tampoco el título de concesión.

Esta remembranza que gira entre el proyecto de recuperación de los ferrocarriles, con el Tren Maya y el del Istmo por un lado y la corrupción que se ocultó tras las concesiones privatizadoras del pasado, por el otro, nos lleva a recordar la recomendación hecha en una “mañanera”: por esto “ya sabes por quien votar”.