Efluvios de floresta – José Juan Cervera
11 Abr. 2024Los frutos de la civilización se multiplican cuando el sujeto creador recorre diversos cauces para conducir el impulso que lo anima, desbordando las líneas divisorias en que la experiencia queda confinada como efecto del hábito contumaz. Las ciencias y las artes se fecundan unas a otras cuando su cultivo capta la esencia plural de la realización humana, idea compartida entre las grandes figuras que imprimieron esplendor en las obras del Renacimiento. Surgen así vínculos significativos que refutan la estrechez de miras y la mezquindad que anida en la superficie de sus precarios contornos.
En distintas épocas han desfilado personas que orientan su conocimiento del mundo hacia distintos objetivos, simultáneos y ricos. Narciso Souza Novelo (1875-1952) fue un hombre que desafió los límites del ejercicio rutinario de las disciplinas alternando el alcance de sus metas. Nació en Mérida y se desarrolló profesionalmente en el campo de la medicina. Una revisión somera de sus escritos muestra la diversidad de sus intereses temáticos y de sus inclinaciones estéticas. Alrededor de 1920 fue redactor, junto con Fernando López Rodríguez, de la Revista Médica de Yucatán, órgano de la Sociedad Médica Yucateca. Publicó numerosos folletos referidos a asuntos de botánica, con énfasis en el aprovechamiento de diversas plantas, sobre todo las nativas de la región, cuyas aplicaciones terapéuticas divulgó con entusiasmo. También recreó leyendas de la tradición popular maya.
Su incursión en la poesía, que se manifestó por igual en la escritura de letras de canciones, la plasmó en su libro Espigas de una milpa (1941), y en la revista Artes y Letras, editada por la Sociedad Artístico-Literaria Lord Byron, publicación periódica que llegó a dirigir en los primeros años del siglo XX. Firmó sus versos con el seudónimo Duc D’Azir, tal como puede apreciarse en la portada del poemario indicado, cuyo contenido dividió en cuatro partes, una por cada etapa de su obra lírica; así, el más antiguo de los poemas reunidos es de 1900; el de la fecha más reciente para ese entonces es un himno dedicado al movimiento Rotario internacional, de 1928.
El volumen incluye un prefacio de Eugenio Palomo López, que con el seudónimo Campo Azul presenta una sucinta crónica de la asociación artística a la que ambos pertenecieron, la cual, según refiere, desapareció tras una serie de escisiones marcadas por diferencias políticas. La historia de este grupo y el discernimiento de sus contribuciones artísticas, por modestas que sean, reclaman un estudio atento y juicioso; para ese propósito, los testimonios disponibles merecen examinarse en un contexto interdisciplinario, capaz de apreciar los valores del pasado que languidecen en el olvido.
Espigas de una milpa muestra en el conjunto de sus textos un estilo cuyas expresiones afectivas oscilan entre el candor de una juventud virginal que canta las dulzuras de la amada y el goce de los sentidos que no renuncia a los encantos de la ternura, todo ello con una fluidez que sugiere espontaneidad y resonancias musicales, en composiciones de estructura sencilla. Este espíritu se impone en ejemplos como el que sigue: “¿No lo sientes, mi dulce bien amada? / ¿No sientes cómo el céfiro divino / las curvas de tu cuerpo peregrino / acaricia y tu faz inmaculada / que dejas en mi mente retratada? // Ya la aurora en el limpio firmamento, / en su concha de nácar te sonríe, / te envía desde lejos su ardimiento / y sus besos de amor, tierno deslío / en el níveo jazmín de tu portento.”(¡Ven, mi bien amada!”).
El tenue erotismo que Souza Novelo manifiesta en sus estrofas concuerda en parte con la sensibilidad modernista que reconoció en el cuerpo femenino un motivo poético legítimo: “Tus recios senos, de erección turgente, / cual ánforas nupciales sobre el ara / feliz, de sacrificios, dulcemente, / daban, marmóreos, su belleza rara. // Inmóvil de emoción, con la mirada / perdida allá en lo azul del firmamento / ofrecías tu carne aún inviolada / al loco requebrar de mi ardimiento. // Ebrio de insomnio, en silencio estaba, / junto a tu cuerpo escultural y bello, / con sensación sutil que me embargaba /imprimiendo en mi ser profundo sello.” (“Irredenta”).
Médico, estudioso de la flora y conocedor de las tradiciones populares, Narciso Souza Novelo ofició, como poeta, el culto del sentimiento y del amor carnal que transforman la vida en una fragancia privilegiada, digna de aspirarse con intensidad.
Duc D’Azir [Narciso Souza Novelo], Espigas de una milpa. Versos. México, Tipografía Tenoxtitlan, 1941, 100 pp.