El enorme hundimiento que persiste en la vía federal entre Cancún y Playa del Carmen, además de aportar una pésima imagen a los miles de turistas que transitan por ella, es un tramo de alto riesgo de accidentes, evidenciado por un “cementerio” de piezas automotrices ahí esparcidas

SALVADOR CANTO / EQUIPO DE INVESTIGACIÓN DE EL DESPERTADOR DE QUINTANA ROO

A nueve años de distancia, permanece intocado el peligroso socavón ubicado en el tramo de la carretera federal Chetumal-Cancún entre los kilómetros 307+500 y 307+600, en las proximidades del hotel Iberostar, en el municipio de Solidaridad, que el 27 de agosto de 2015 sufrió un hundimiento de alrededor de 30 metros de largo y dos metros de profundidad por la existencia de un cenote que fracturó esta importante vialidad, cuya reparación fue solo superficial, pese a que por ahí circulan miles de turistas entre la Riviera Maya y Cancún que se llevan una mala imagen de las carreteras de Quintana Roo.

Este hundimiento debido al suelo kárstico, de piedra caliza, que prevalece en la Península de Yucatán, donde las corrientes de aguas subterráneas crean cavernas, ocurrió durante la gestión gubernamental de Roberto Borge y, pese a las gestiones realizadas ante el gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto y a que la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) –hoy Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT)– se comprometió a repararla, los trabajos nunca se terminaron y dejó la encomienda a la administración de Andrés Manuel López Obrador, la cual nunca le metió mano y todo quedó abandonado.

De hecho, el gobierno estatal de Carlos Joaquín González ignoró por completo el tema y no hizo ninguna gestión para que la vialidad quedara restablecida y segura, lo que ha provocado que haya tramos en donde la carpeta asfáltica que se le puso al relleno del socavón ya se esté levantando, agravando el peligro de que pueda ocurrir alguna tragedia mayor.

En su momento se abrió una desviación que operó durante algunos meses mientras se rellenaba el hundimiento de la vialidad principal, pero hoy luce llena de agua y maleza, lo que la hace completamente intransitable.

Además, existen decenas de barreras de contención de color naranja que la convierten en una carretera de alto riesgo, a tal grado que muchos automovilistas ya la denominan “el embudo de la muerte”, por las decenas de accidentes que han ocurrido.

El equipo de investigación de El Despertador de Quintana Roo hizo un recorrido por la zona de dicho socavón, en donde aún se aprecian las grietas en la carretera y restos de material de construcción acumulados a lo largo de los años, que la hacen todavía más riesgosa.

Se observó que gran parte de las barreras de plástico están destrozadas debido a impactos ocasionados por la alta velocidad de los vehículos que allí transitan e incluso hay un área convertida en un literal “cementerio” de piezas de automóviles chocados, regadas por la zona, como fragmentos de llantas reventadas y accesorios como defensas, calaveras y pedazos de cristal que hacen más evidente la urgente necesidad de atención de las autoridades federales para restaurar la carpeta asfáltica.