Anhelos y amarguras

José Juan Cervera

Las desventajas sociales que afectan la realización personal de las mujeres constituyen un tópico que la narrativa de todas las latitudes aborda con frecuencia, con las variaciones de enfoque y contenido que los tiempos y lugares imponen sobre su tratamiento. El yucateco Delio Moreno Cantón (1863-1916) lo desarrolla a su modo en la novela El sargento primero (1905).

A este escritor nacido en Valladolid se le recuerda por sus lauros de poeta, por su intensa labor periodística y por el activismo político que lo llevó a aspirar en dos ocasiones a la gubernatura de Yucatán. También fue autor de El último esfuerzo (1896, con una segunda edición en 1947), novela que, de manera parecida a la ya mencionada, describe la soltería de su protagonista, aunque en este caso se trata de un varón. “La flauta china” es uno de sus poemas más conocidos, el cual apareció en la revista literaria El Mosaico en 1904 y luego Marcial Cervera Buenfil lo incluyó en su compilación Páginas selectas, libro de lectura para la enseñanza primaria superior que alcanzó varias ediciones (por ejemplo, la novena de ellas es de 1945).

La figura principal de la novela es una mujer ilustrada, con talento artístico y fina sensibilidad que registra por escrito sus experiencias entre los años 1891 y 1896, en una ciudad que, sin ser nombrada explícitamente, hace pensar en la Mérida yucateca a partir de algunos indicios históricos como la alusión a la cantante Aurora Peraza y las referencias a la sublevación maya que inició en 1847, que tanto temor inspiró en los citadinos del siglo XIX.

El título de la novela proviene del mote atribuido a la protagonista del relato, quien es objeto del sarcasmo masculino al equipararla a ella y a sus hermanas con gente de la milicia, pretendiendo restarles el encanto de su condición femenina; a pesar de estar consciente de algunas de sus cualidades físicas, no las considera suficientes para revertir la maledicencia circundante, lo que la lleva a examinar la apariencia de otras mujeres. “Tengo un cuerpo que está perfectamente proporcionado, pero me falta ese no sé qué de que otras se hallan dotadas. Estudio a las demás y observo que las que son elegantes y agasajadas preferentemente por los hombres, no caminan, por cierto, del mismo modo ni tienen un cuerpo semejante; sin embargo, ¡qué bien saben andar!”

El argumento se desarrolla en torno a las dificultades de las hermanas para consolidar una relación sentimental que, de acuerdo con las expectativas de la época, tendría que consumarse en matrimonio para ser aceptable y exitosa. El tono íntimo en que progresa la trama, su sobriedad de estilo y la forma ágil en que el novelista trata el asunto son rasgos que confieren un atractivo duradero a este libro poco atendido en días actuales.

Dos años después del deceso de Moreno Cantón, Ricardo Mimenza Castillo se ocupó de formular una aproximación crítica al conjunto de la obra del escritor vallisoletano a lo largo de las catorce páginas de un opúsculo dedicado a su memoria; en él afirma que El sargento primero “es un alegato social y literario en favor de la mujer, a la par que una admirable novela psicológica”. Y más adelante expone que, a pesar del mérito que eleva esta producción narrativa, su autor padeció un vilipendio persistente, algo que resulta injusto pero comprensible cuando salta a la vista la mala levadura que colma mezquindades persistentes y agita pasiones que se pierden en la oscuridad humana.