Las elevadas temperaturas, la pérdida de biodiversidad, el recale masivo de sargazo, el blanqueamiento de corales, entre otras amenazas crecientes, ponen en peligro el principal motor económico de Quintana Roo y requieren acciones urgentes y coordinadas entre todos los sectores de la sociedad

SALVADOR CANTO / EQUIPO DE INVESTIGACIÓN

DE EL DESPERTADOR DE QUINTANA ROO

La actividad turística de Quintana Roo, principal motor económico de la región, se enfrenta a un desafío sin precedentes debido a los cambios climáticos. La “triple crisis planetaria” señalada por la Organización de las Naciones Unidas –la alteración del clima, la pérdida de biodiversidad y la contaminación– pone en riesgo el bienestar y la supervivencia de millones de personas en todo el mundo y representa, además, una seria amenaza para la denominada “industria sin chimeneas”.

En los últimos años, el cambio climático ha provocado un impacto significativo en el turismo a nivel mundial y Quintana Roo no ha sido la excepción, lo que se ha reflejado con afectaciones constantes en materia ambiental que han provocado la pérdida de arena de las playas, un aumento periódico en el arribo del sargazo a las costas, además del blanqueamiento de los corales que ha enfermado prolongadamente al Parque Marino de Puerto Morelos, que forma parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano considerado el más grande del mundo, al extenderse a lo largo de cuatro países como son México, Belice, Guatemala y Honduras. 

Ahí, la pérdida de recursos naturales y biodiversidad producida, según expertos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, por las temperaturas, la acidificación de los océanos y otros efectos del cambio climático y la sobreexplotación pesquera, contribuyen a la pérdida de hábitats naturales y a la disminución de la biodiversidad, lo que representa un serio riesgo para los destinos turísticos, especialmente los que son conocidos por su belleza natural.

Además, este fenómeno mundial está causando cambios en los patrones atmosféricos al generar condiciones climáticas más extremas, tales como las olas de calor que se viven actualmente y que en el caso de México han provocado apagones en diversos estados, derivados del aumento en el consumo del servicio de energía eléctrica, y que en los últimos días alcanzaron algunas zonas de Cancún y otros municipios de Quintana Roo.

En otras partes del país las altas temperaturas han provocado golpes de calor y ocasionado la muerte de varias personas, lo que ha obligado a las autoridades a hacer recomendaciones permanentes a no exponerse al sol y el elevado calor. Es de recordarse que, recientemente, en Cozumel, la tripulación de un crucero sugirió a sus pasajeros a no descender a la isla, en previsión de que el intenso calor pudiera ocasionarles deshidratación o problemas de salud más serios.

De la misma manera, de cara al inicio de la temporada de huracanes 2024 en el Atlántico y Caribe, los especialistas han advertido un aumento de los potenciales ciclones este año, lo que multiplica el desafío para la infraestructura turística ubicada en zonas costeras, como hoteles y restaurantes, además del riesgo por la pérdida de playas y el aceleramiento de la degradación de los sistemas arrecifales.

Por ello, el cambio climático representa una amenaza significativa para la industria turística en términos de impacto en los destinos, costos operativos, atractivo turístico, patrones de viaje, economía local y seguridad de los visitantes, por lo que es crucial que tanto empresarios como gobierno tomen medidas urgentes para mitigar estos riesgos y adaptarse a las nuevas realidades.

El cambio climático ya nos cobra factura: DMAS

Para Antonella Vázquez Cavedon, presidenta de la agrupación Defendiendo el Derecho a un Medio Ambiente Sano, A.C. (DMAS), la industria turística, de la que todos vivimos, ya resiente los impactos del cambio climático, pero se lo atribuyó a que, en gran medida, los empresarios han tenido responsabilidad al no respetar el medio ambiente.

“Los hoteles están construidos sobre las dunas, se siguen dando permisos para más edificaciones, muchas incluso sin contar con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), se sigue permitiendo la contaminación de cenotes, ahí están el Tren Maya, el aeropuerto de Tulum, el puente de la laguna”, enumeró.

Lamentó que ante la situación que se vive no se tomen medidas serias y se siga viendo al cambio climático como algo lejano, cuando la realidad es que ya nos alcanzó y ya comienza a cobrar factura.

“Desde hace varios años hemos insistido en la urgencia de que todos los municipios cuenten con su propio Atlas de Riesgo actualizado, viene la temporada de huracanes y al parecer será muy activa, tuvimos hace poco el tema de las auroras boreales que es un mensaje de que hay problemas en la tierra, ya están por llegar los primeros recales del sargazo y pareciera que no pasa nada”, afirmó.

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Finalmente, dijo que cuando los turistas dejen de venir porque ya no hay arrecifes, no haya cenotes, las playas estén completamente erosionadas y el agua esté más contaminada “es cuando las autoridades querrán abrir los ojos, pero ya será demasiado tarde”. 

Blanqueamiento de corales, impacto directo a la economía: académico 

El doctor Lorenzo Álvarez Filip, académico de la Unidad de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM con sede en Puerto Morelos, explica que, a consecuencia del avance del cambio climático, se viene el cuarto evento global de blanqueamiento de corales, lo que pone al tema como una verdadera crisis de “proporciones monumentales”.

Recalcó que la pérdida de estos ecosistemas vitales no sólo afecta la biodiversidad marina, sino que también impacta directamente en la economía a causa del turismo y, por ende, el bienestar humano, por lo que resaltó que es imperativo actuar de manera urgente y concertada para abordar las causas subyacentes de este fenómeno.

El especialista compartió para los lectores de El Despertador de Quintana Roo el último trabajo relacionado a las condiciones actuales de la salud de los corales publicado en la Gaceta de la UNAM, que puede ser consultado en el siguiente link: https://acortar.link/0PeL68.

Ahí, se explica que el blanqueamiento de los corales constituye una crisis ambiental de gran magnitud, pues cerca del 50 % de las especies de peces marinos dependen directa o indirectamente de los arrecifes en alguna etapa de su ciclo de vida o para su alimentación.

El calentamiento de los océanos en la última década, sobre todo en 2023 y lo que va de 2024, ha propiciado que alrededor de 60% de los arrecifes de corales en el orbe sufran estrés ambiental, lo cual produce un efecto de blanqueamiento que, si se prolonga, puede causar su muerte.

“La pesca se favorece directamente de las especies asociadas a los arrecifes, mientras que el turismo, hablando de México, sobre todo en destinos como Cancún y Cozumel, depende en gran medida de la salud de esos ecosistemas que además proporcionan protección costera, actuando como barreras naturales contra eventos extremos como huracanes y amortiguando la energía del oleaje, lo que contribuye a la creación de aguas tranquilas en las costas”, destacó.

En Quintana Roo han fallado los proyectos de energía eólica

En el 2011, justo un año después de que se llevó cabo en Cancún la COP-16 donde se estrenó la Torre Eólica impulsada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para dotar de energía al Hotel Moon Palace y al recinto ferial Cancunmesse, que fueron las sedes de la Conferencia de las Partes de la Cumbre Mundial del Cambio Climático, se anunció que en continuidad a este importante proyecto se construiría un parque eólico en Cozumel, el cual suministraría energía a dicha isla y a los hoteles de la Riviera Maya. 

Cabe señalar que en 1994 el gobierno federal había concedido a la empresa Cozumel 2000 permiso para instalar 60 turbinas generadoras de energía de ese tipo, pero nunca se llevó a cabo, al parecer por incosteable. 

Pero en el 2011 se aprovechó la coyuntura de que el gobierno federal, encabezado en ese entonces por Felipe Calderón, había dado facilidades para la torre eólica que actualmente está inservible a orillas de la carretera federal entre Cancún y Puerto Morelos, para levantar un enorme parque eólico en tres mil 560 hectáreas propiedad del Gobierno del Estado, que las cedió como parte de su aportación al proyecto de la empresa Power Group, que invertiría mil millones de dólares.

De hecho, se aseguró que las obras comenzarían en enero del 2012 y que se contemplaba instalar 121 torres aerogeneradoras de 80 metros de alto y aspas de 100 metros de diámetro, sobre una franja de casi 35 kilómetros y 12 metros de ancho a lo largo de la costa oriental de Cozumel. 

Este fue un intento fallido de tener energías renovables, sobre todo porque se aprovecharían los vientos permanentes de la costa.

Cabe señalar que, de los tres estados de la Península, únicamente Yucatán ha emprendido exitosamente acciones de desarrollo e inversión en energías limpias, al poner en operación durante los últimos años tres parques eólicos, en Progreso, Dzilam de Bravo y Tizimín, y dos fotovoltaicos, en Progreso y Peto.

Sargazo, la mala imagen que le pega a los destinos

Es tal la afectación que genera al sargazo a la industria turística que los últimos gobernadores han tenido que realizar spots donde invitaban a los turistas a visitar las playas de Quintana Roo, debido al impacto que representó la difusión a nivel mundial de imágenes del recale masivo de algas marinas en las playas de la entidad, otra consecuencia del cambio climático.

Los primeros casos de grandes acumulaciones de sargazo en las costas tropicales se dieron en 2011. Desde entonces, se han registrado eventos masivos en las costas del Caribe casi todas las primaveras y veranos.

El sargazo asfixia a las especies marinas y ensucia las playas y, por lo consiguiente afecta al turismo, por lo que las autoridades cada año se prepararan para acordar estrategias que permitan el retiro humano de esta planta acuática.  

“Los turistas ya no encuentran arena blanca, sino playas de color café con malos olores. Los líquidos que se van generando por la descomposición de las algas llegan al mar y las aguas del Caribe, cristalinas, dejan de serlo. Esto impacta en la economía”, explica Elisa Rodríguez, académica en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Recientemente la Red de Monitoreo del Sargazo advirtió la presencia de una gran mancha de sargazo, de casi medio millón de toneladas, de las cuales de 200 mil a 300 mil impactarían las costas de Quintana Roo en las próximas semanas.

Ante ello, el Comité Técnico de atención al sargazo en Quintana Roo se declaró en máxima alerta; de acuerdo con Josefina Hugette Hernández Gómez, titular de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA), el posible recale masivo dependerá de las condiciones climáticas y las corrientes.

Los expertos señalaron que las zonas afectadas serán principalmente las playas de la zona sur, por lo que piden a las autoridades estatales y municipales estar preparadas para cuando sea el recale de esta macro alga.

Es de mencionar que este año ha sido muy diferente a otros, pues en 2022 y 2023, desde marzo comenzaba el recale de sargazo, principalmente en la zona sur y centro de la entidad; en cambio este 2024 será hasta finales de mayo cuando iniciaría. 

Temporada de huracanes pone en jaque a la industria turística

México es altamente vulnerable a los huracanes por ubicarse entre los océanos Pacífico y Atlántico, factor al que se suma el calentamiento global, que a lo largo de las últimas cinco décadas se ha disparado a consecuencia de las actividades humanas impulsadas por combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero (GEI).

Así, el cambio climático ha ocasionado un desequilibrio en el planeta al incrementarse la temperatura de los océanos, entre .5 y un grado centígrado por arriba de su promedio histórico y eso, en el caso de Quintana Roo, aunque por un lado es positivo porque al haber calor la gente va a las playas, por otro es un grave peligro porque se incrementa la posibilidad de que llegue un huracán de grandes dimensiones que podría causar una grave afectación a la industria turística.

Por eso, a menos de dos semanas del inicio de la temporada de huracanes 2024 en el Atlántico y Caribe (1 de junio), ese acelerado ascenso de la temperatura global que se atribuye a la emisión de bióxido de carbono (CO2) pone en jaque a la industria turística de Quintana Roo porque se pronostica una alta actividad de 20 a 23 fenómenos, de los cuales entre 11 y 12 serían tormentas tropicales, de 5 a 6 huracanes nivel 1 o 2 y de 4 a 5 huracanes categorías de 3 a 5.

De acuerdo con el Dr. Alejandro Jaramillo Moreno, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, la temporada de huracanes en México tendrá una mayor actividad del lado del océano Atlántico que del lado Pacífico.

Explicó que ello se debe a que en estos momentos estamos en un periodo de transición meteorológica, es decir, el fenómeno de el Niño –relacionado con aguas superficiales relativamente más cálidas– se está diluyendo para darle paso paulatino a la entrada a la Niña –más frías–, que se prevé se establezca a partir de julio.

Dijo que a lo largo de este año la temperatura de los océanos se ha establecido alrededor de los 21ºC e incluso más, cuando la temperatura promedio es de 17ºC. Si las aguas mantienen esa temperatura actual o incluso siguen calentándose, habrá un mayor combustible para abastecer las posibles tormentas.

“Es un factor fundamental para la formación de los ciclones tropicales. Cuando hay mayores temperaturas en la superficie del mar, hay un mayor combustible para la formación y la intensificación de los ciclones tropicales. Por lo tanto, las condiciones oceánicas favorecen la formación de estos fenómenos”, indicó Jaramillo Moreno. 

Cabe destacar que, de no tomarse las previsiones necesarias ante las extraordinarias circunstancias climáticas que enfrenta el mundo, en Quintana Roo podría ocurrir lo que pasó en Acapulco con el huracán Otis, que de manera inusitada elevó su categoría a nivel 5 en tan solo una hora, por lo caliente de las aguas de la costa del Pacífico, lo que fue atribuido por especialistas a una consecuencia más del cambio climático.

Mientras más temperatura, mayor estrés humano

Hace dos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que el cambio climático, más allá de representar un riesgo para el planeta, plantea un peligro para nuestra salud mental y bienestar al provocar el desarrollo de trastornos que van desde el malestar emocional hasta la ansiedad, la depresión o conductas suicidas.

El Dr. Víctor Manuel Rodríguez Molina, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, en un artículo de la propia escuela, indica que, si hay una alteración en el ambiente, tiene un impacto en nosotros a nivel físico. 

“Nuestro cerebro, el sistema cardiovascular y respiratorio se alteran y a nivel mental también padecemos. Todo eso lo sabemos porque desde hace 30 años se vienen estudiando las repercusiones del cambio climático en los humanos”, se explica.

Se señala que las altas temperaturas, derivadas del cambio climático, generan un cambio en las emociones de las personas. “Cuando hay un aumento de temperatura, hay un incremento de emociones negativas como la ira, el enojo y la irritabilidad”.

En lo que respecta a la actividad turística, ese problema podría llegar a reflejarse en potenciales situaciones de maltrato y mal servicio a los visitantes por parte de trabajadores del sector, acrecentadas por el estrés que ocasionan las elevadas temperaturas, que impactan en el ánimo de la gente.

Derivado de ello, las olas de calor y golpes de calor son otros de los problemas que genera el cambio climático y que irán en ascenso, ya que de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), estos periodos prolongados de temperatura alta seguirán hasta el 2060 y serán más largos, extremos y frecuentes.

Ante apagones, hoteles apuestan a energías limpias

Ante el incremento de los apagones eléctricos, ocasionados por el incremento de la demanda de energía ante el intenso calor, lo que provoca un mayor consumo en la región por el uso de aires acondicionado y ventiladores, en algún momento también podría afectar a la industria turística. En ese contexto, algunos hoteles de Cancún han comenzado a migrar a energías limpias para disminuir el consumo tradicional y prevenirse ante las fallas e insuficiencia que enfrenta actualmente el suministro de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

En Cancún, en días pasados el hotel Parnassus dio a conocer que se convirtió en el primer centro de hospedaje en contar con una pila Tesla y un amplio un sistema de energía renovable generada con paneles solares en sus techos.

Directivos de la cadena hotelera señalan que esta tecnología garantiza una disminución del 35% en el consumo de energía.

Se trata de un concepto que impulsa la empresa Solar Fuel en el Caribe Mexicano, donde hay al menos cuatro hoteles en la Riviera Maya que operan bajo este sistema de energía y que registra su primera inversión en Cancún con esta instalación, que consta de 550 paneles solares, una pila Tesla y bombas de calor que permiten al desarrollo, activar energía limpia para su consumo.

“Acuerdo Cancún” del 2010 quedó solo en el papel

Del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2010, Cancún fue sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP16, en la que participaron delegados de más de 190 países, cuyos acuerdos ya caducaron sin que llegasen a cumplirse sus objetivos.

La Cumbre de Cancún, como se le llamó, y que se hizo en el principal destino vacacional del mundo precisamente porque se destacó que el cambio climático comenzaría a tener efectos en el turismo a corto plazo, concluyó con un acuerdo consensuado sobre una serie de medidas concretas, entre ellas, la creación de un Fondo Verde Climático y un compromiso para elevar los objetivos de reducción de emisiones de gases que causan el efecto invernadero.

En su momento, el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, cuyo mandato terminó en el 2017, consideró el resultado del encuentro “un importante éxito para el mundo (…) “Los gobiernos se unieron en una causa común, por el bien común, y se pusieron de acuerdo en la forma de afrontar el desafío que define a nuestros tiempos”, declaró el diplomático surcoreano.

Entre las medidas acordadas en aquella cumbre figuró la creación de un Marco de Adaptación para mejorar la manera de afrontar los desastres naturales y un comité que brindaría asesoramiento técnico en ese tema.

El mencionado Fondo Verde constaría de 30 mil millones de dólares en financiamiento de arranque rápido, proveniente de los países desarrollados para apoyar la acción sobre cambio climático en los países en desarrollo, con la intención de recaudar 100 mil millones de dólares en fondos a largo plazo para 2020.

De igual forma, se acordó la necesidad de alcanzar objetivos más estrictos para reducir los gases de efecto invernadero.

Lamentablemente, todos estos acuerdos quedaron en simples protocolos y en la firma de documentos, pues los problemas no solo han continuado como hasta la fecha, sino que la tendencia es que la situación seguirá empeorando. 

Aureolas boreales, ¿consecuencia del cambio climático?

Recientemente, las redes sociales se inundaron de impresionantes fotografías de auroras boreales y australes avistadas en latitudes mucho más bajas de lo habitual, e incluso desde Quintana Roo se pudieron apreciar de manera espectacular.

Más allá de las hermosas vistas que se pudieron captar en varios puntos del mundo, algunas voces consideraron la formación de auroras boreales en lugares inusuales como México, donde solo una vez se habían visto, en 1859, como una señal de alerta para el mundo y los efectos del cambio climático.

Sin embargo, expertos aclaran que este fenómeno tiene un origen muy diferente y el cambio climático no le afecta en ningún sentido. El motivo por el que se han podido ver auroras boreales en otros lugares del mundo son las tormentas solares, un suceso habitual, que se da cuando ocurre una perturbación en la corriente de viento solar que llega al planeta. Es decir, hay más viento solar que de costumbre.

Con el Sol aproximándose al pico de su ciclo de actividad de 11 años en 2024, se espera que los próximos años hasta 2026 ofrezcan más oportunidades para observar auroras boreales, incluso en México.

Para enfrentar la problemática derivada del cambio climático en Quintana Roo, el gobierno, la industria turística y la ciudadanía deben adoptar sin dilación una serie de medidas integrales y coordinadas. El gobierno debe impulsar políticas públicas enfocadas en la protección y restauración de ecosistemas, como la reforestación de manglares y la implementación efectiva de barreras contra el sargazo, además de fomentar la transición hacia energías renovables para reducir la huella de carbono de la región. 

La industria turística, por su parte, además de migrar al uso de energías limpias, como comienza a hacerlo, puede adoptar otras prácticas sostenibles, como la certificación ambiental de sus instalaciones, la reducción del uso de plásticos y la promoción de actividades turísticas responsables que minimicen el impacto ambiental. Asimismo, es crucial que los hoteles y otros negocios turísticos inviertan en infraestructuras resilientes capaces de soportar eventos climáticos extremos, en previsión de huracanes cada vez más frecuentes y poderosos. 

La ciudadanía también jugará un papel fundamental, al participar activamente en iniciativas de conservación, adoptar hábitos de consumo sostenibles y ser consciente de la importancia de proteger el entorno natural. La colaboración entre estos tres sectores es vital para garantizar un desarrollo turístico sostenible y la preservación de los recursos naturales que hacen de Cancún el mayor destino turístico de México y uno de los principales del mundo.