El nuevo paradigma mundial es la gran autopista de la información, la comunicación digital o red mundial mejor conocida como INTERNET, cuyo éxito consiste en acercar a las personas y acortar las distancias de todo el planeta y mas allá, hasta la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Actualmente se ha convertido en un canal universal de comunicación, información, conocimiento y entretenimiento, el más usado en el mundo, sin duda una de las maravillas tecnológicas más importantes para la humanidad, por encima de la televisión, la radio y cualquier otro medio de comunicación, ya que las redes sociales son un fenómeno que comunica al mundo e inclusive salva vidas, a grado tal que que INTERNET fue nominado al Premio Nobel de la Paz en el 2010.
Esta panacea mundial tiene su lado negativo: un alto grado de riesgo para la salud mental y social de las personas, de los jóvenes y de los niños, lo cual se viene a agravar con grandes consecuencias ante la masificación del INTERNET MÓVIL, es decir, su uso en los teléfonos celulares que brindan la facilidad de tener internet en la mano las 24 horas. En este contexto, la humanidad se encuentra bajo un riesgo de adicción e impacto negativo en su salud; su uso excesivo convierte a quien abusa en un zombi incapaz de proporcionar una sonrisa cara a cara, prefieren un emoticón.
Vemos su uso todo el tiempo, en todo tipo de empresas, oficinas de gobierno, ciudadanos conduciendo, choferes y hasta las enfermeras y doctores en los hospitales, lo que pone en riesgo la vida de las personas, por lo que se plantea la necesidad de legislar y regular la utilización de internet en horas de trabajo en cualquier equipo digital.
A nivel familiar, ni siquiera en las horas de convivencia común, como la hora de la comida, se evita el uso de la red.  En la actualidad, diariamente se envían miles de millones de correos electrónicos (e-mails) y se transmiten miles de millones de mensajes por redes sociales. Es, en efecto, una herramienta muy útil y necesaria, pero su abuso está generando un gran daño a la calidez del contacto entre las personas y familias, así como a las empresas pues disminuye la productividad de su base laboral; algunas, de hecho, han iniciado un proceso de restricción del uso de internet como una condición laboral, llegando incluso a exigir la entrega de los teléfonos móviles a la hora de entrada del trabajador.
Existe poca legislación para regular esta maravilla tecnológica, sobre todo en temas espinosos como la pornografía, el riesgo en el uso de datos personales, la publicidad engañosa y  las ventas fraudulentas, aunque los gobiernos de muchos países ya cuentan con una policía cibernética y otros mecanismos de protección a los usuarios; dejamos aquí en la mesa una alerta o llamado urgente a los padres de familia para restringir, supervisar y educar a los jóvenes y niños que tienen acceso a internet para cuidar su salud mental y prever cualquier abuso a que estén expuestos, o bien que el internet no les robe cada etapa natural de su desarrollo.  Como diría doña Esa: “¡Chamaco! Deja ese ‘negociante’ y ko’oten wayee’, ku’lem.”
Mi reacción fue espontánea, al oír lo de “kulem”, mejor me di la vuelta y me salí… ¡Por respeto! Me caigo al mar.