Dantesco, pantagruélico, gargantuesco y kafkiano es lo vivido en Cancún a lo largo de este año, y particularmente este fin de semana.
La plaza se calentó, se soltaron los demonios y se desbordó la violencia a niveles inusitados, arrancándoles a los ciudadanos y a las redes sociales expresiones como sacadas de las novelas más impactantes de la literatura universal, haciendo una analogía del Infierno y la violencia con lo sucedido en estos días.
En cuanto a lo  DANTESCO, es referente de la Divina Comedia de Dante Alighieri que, resumiendo la historia, trata de tres etapas: “el Infierno», «el Purgatorio» y «el Paraíso». Es en el Infierno donde hallamos escenas desgarradoras de almas que sufren mientras esperan ser transportadas por Caronte, el barquero, hacia el inframundo. Mientras, Dante llora al ser guiado por Virgilio, y confronta a unos diablos que no lo dejan pasar por las murallas de la ciudadela infernal.
Hablamos de que lo sucedido fue también PANTAGRUÉLICO y GARGANTUESCO, porque aplica como anillo al dedo a la frase de que «el diablo suele hacerse pantagruélicos festines con los inocentes». El origen de la palabra es derivado de la novela satírica de François Rabelais, «Gargantúa y Pantagruel», en la que narra con grandes dosis de violencia las extravagantes y escatológicas aventuras de dos gigantes, Gargantúa, el padre y Pantagruel, el hijo. De aquí surgen los dos adjetivos citados que dan pie a las historias de  crimen y violencia que estamos viviendo.
También citamos lo KAFKIANO por Franz Kafka, el escritor checo, quien le da a la circunstancia un carácter trágicamente absurdo e incomprensible, similar al significado de su obra, donde muchas veces sus personajes deben enfrentar una serie de acontecimientos violentos en medio de la incomprensión, mientras deambulan en una ciudad donde reina la indiferencia.
Dantesco, pantagruélico, gargantuesco y kafkiano son sólo expresiones, adjetivos de origen literario que utiliza la gente para expresar situaciones y circunstancias violentas, grotescas, absurdas o más allá. Lo cierto es que lo vivido en Cancún comprueba el dicho de que la realidad supera a la ficción. Los hechos violentos son extremadamente horrorosos y cristianamente inaceptables, y superan la imaginación de Dante, Rabelais y Kafka.
El fin de semana andaba suelto el Diablo, se le pudo ver en las calles, manejando una camioneta arrastrando a un hombre hasta morir; hay personas que afirman haberlo escuchado gritar a plena luz del día, varios videos lo demuestran… Ejecuciones, descuartizados, narcomantas, policías rafagueados, embolsados, etc… Es como describir el pasaje del Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Pero no: es la realidad, es el día a día, es lo que pretenden que ocultemos los medios de comunicación.
No. No nos acostumbremos a la sangre, a la violencia, porque es lo que viven y sienten nuestros hijos, porque también persisten los delitos del fuero común, los robos a casa habitación, las violaciones, la pobreza, el hacinamiento, los empleos malpagados. Nada de esto es nuevo, cierto, pero no con esta magnitud. Están matando a la esperanza, no a la gallina de los huevos de oro; a esa ya la mataron hace mucho.
Muy valiente me dijo doña Esa: «No seas chechón y ponte xux, no te vayan a dar cran», a lo que remato: «Yo mejor me voy, Chuli, al velorio de Dustin Archivald, hijo menor de mi comadre Lupe, apenas lo mataron ayer. Pobre. Si quieres te traigo, van a dar tamales”. Se propasa.