La Covacha del Aj Men

CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

Estimado Víctor Trujillo, he seguido tu trayectoria histriónica desde el programa “Tienda y Trastienda” y después en “La Caravana”, donde Brozo apareció por vez primera.
Sé que no la llevas bien con él, pero si me dirijo a Brozo, me va a mentar la madre; apelando a tu cercanía, quiero recordarle (ya se lo han dicho) la responsabilidad y la trascendencia de su menosprecio hacia “algunas” mujeres.
Digo “algunas”, porque otorga deferencia a las que ubica como damas y veja a las mujeres que considera objetos laborales o sensuales.
Cuando oscuros intereses atentaron contra la integridad de Cecilia Cros, compañera de Brozo en la mesa de análisis periodístico de “El Mañanero”, el Payaso Tenebroso la defendió con gallardía y espetó: “si atacan a Cecilia, nos atacan a todos”, en ese mismo programa aparecía semidesnuda, enmascarada y sin derecho al habla, Ingrid Brans. Brozo la nombraba ominosamente “La Reata” y con una carcajada convidaba a sus invitados masculinos a que se atrevieran a manosearla; al igual que otras mujeres que lo acompañaron en “El Mañanero” y en “El Diario de la Noche” como Isabel Madow y Liliana Lago, Ingrid se veía reducida a la expresión plástica del machismo contestatario del payaso tenebroso.
Durante el nuevo programa de Brozo, transmitido por Latinus, apareció la voz femenina de una asistente cibernética que devela inteligencia y conocimiento, pero la nombra con el despectivo diminutivo de “chachita”, apelativo que los clasistas le otorgan a las mujeres que realizan el meritorio trabajo doméstico.
Hace unos días, Brozo entregó los premios “Gansos de Oro” y lo acompañaron dos mujeres de ornato. Ciertamente ahora cuenta con una orquesta integrada en su mayoría por mujeres, pero no las presenta, no les da voz, son instrumentos.
Brozo trata a las mujeres como el clásico macho mexicano: otorga respeto a las que comparten su mesa, a las que no, las trata como borracho en un cabaret. Los hombres lo vemos, lo escuchamos y, entre risas y holgorio, con su discurso sexista, contribuye a afianzar en el inconsciente machista la actitud de sometimiento y menosprecio a las mujeres.
Estimado Víctor, vivo en Quintana Roo, aquí, como en otras partes de México, las desapariciones de mujeres y los feminicidios son constantes y ominosos. Se están convirtiendo en una costumbre que no es humano tolerar.
Sí, corresponde a la justicia y a los gobiernos procurar que no sucedan, pero ambos sabemos que no lo hacen y es doloroso como vitando, amanecer descubriendo que las mujeres son asesinadas por el sólo hecho de “ser mujeres”.
Cada vez más hombres tomamos conciencia de que a través de la reflexión, desde abajo, en la familia y a partir de nuestro lenguaje y de nuestras actitudes, podemos tener los arrestos para vernos sin rubor en un espejo de obsidiana e identificar de igual manera a nuestras luces como a nuestras sombras; consecuentemente, trataremos con respeto a todas las mujeres, sin distinción.
¿Está cabrón? Sí muy cabrón, pero si los gobiernos de todos los partidos políticos no han hecho nada, ha llegado la hora de que los hombres mexicanos digamos ¡YA BASTA! El camino es largo, por ello es urgente iniciarlo.
Estimado Víctor, ambos tenemos hijas y no nos gustaría que las vejaran, que las agredieran, que las vieran como objetos. Ninguno de los dos invitaría a nuestros amigos a disertar sobre política a nuestras casas y, al mismo tiempo, exhibiéramos a nuestras hijas en paños menores para que las manoseen con la mirada y con la lujuria propia de los machos.
Tu posicionamiento crítico te ha conducido al exilio. Mi familia, por cuestiones ideológicas, también fue perseguida y vetada en el trabajo, lo sabes, porque conociste a mi padre.
Mi voto presidencial se suma a las decepciones y, aunque no concuerdo con tu tono y con quienes están tras bambalinas, mi voluntad “volteriana» se solidariza contigo.
De igual manera, te solicito reflexiones que no es congruente que Brozo enarbole un álgido discurso contestatario al gobierno de la Cuarta Transformación, en el marco de su machismo tenebroso.
En esta nueva etapa de Brozo, se presenta la oportunidad para que entienda de una vez que su lenguaje y su actitud de vejación hacía las mujeres que considera objetos, “no son consecuentes con nuestra realidad social, resta valores a su crítica y no contribuye a edificar una sociedad en la que hombres y mujeres, caminemos dignamente por el sendero de la equidad”.

Saludos cordiales.

Claudio Obregón Clairin