Claudio Obregón Clairin

Hace 27 mil años, en Dolní Věstonice, República Checa, un grupo de cazadores-recolectores instalaron un campamento de cinco cabañas, en el centro de una de ellas, construyeron un horno y en 1924, el arqueólogo Karel Absolon ubicó algunas figuras de barro de animales y de seres humanos, lo cual indica que los inicios de la cerámica en Europa, tuvo una función lúdica o ritual antes que utilitaria.

Aquellos individuos paleolíticos apilaron en un osario los restos óseos de cientos de mamuts y, a su alrededor, dispusieron dos tumbas. En una de ellas, se enterró en posición fetal a una mujer de aproximadamente 40 años, la cual fue cubierta por dos omóplatos de mamut.

En la otra tumba localizada en 1986, aparecieron tres individuos que no muestran signos de muerte violenta.

El antropólogo David Frayer de la Universidad de Kansas y el biólogo Vicenzo Fornicola de la Universidad de Pisa, proponen que se trata de un castigo por un Ménage à trois” o que la joven mujer mantenía relaciones sexuales con dos hombres y los tres fueron castigados privándolos de sus vidas de manera repentina y enterrados algunas horas después.

Para Fornicola mucha preguntas quedan por resolver y “los sitios (arqueológicos) hacen hincapié en la complejidad de las sociedades de cazadores-recolectores del Paleolítico Superior y de la importancia simbólica de los entierros que dejaron. El uso de la información obtenida de los entierros nos permiten comprender de mejor manera las expresiones de las creencias y los rituales de estas poblaciones”.

Los tres jóvenes contaban entre 17 y 23 años. El individuo de la derecha fue enterrado boca abajo y su brazo izquierdo se colocó entrelazado con el brazo derecho de la mujer situada al centro. Ella presenta patologías hereditarias como un acortamiento en el fémur derecho, deformaciones en los huesos del antebrazo izquierdo así como displasia en la columna vertebral lo cual evidencia que su caminar y su físico, no fueron muy agraciados en los términos estéticos contemporáneos y que tuvo una precaria salud; un cuchillo de sílex fue colocado apuntando a su región genital. El hombre de la izquierda tiene colocada su mano derecha en el sexo de la mujer y a él le clavaron una estaca en sus genitales.

A los tres individuos les espolvorearon óxido de hierro en sus cabezas y en la mano del hombre que fue colocada en el pubis de la mujer al centro.

Leyendo la disposición del entierro y partiendo de la interpretación de Frayer y Fornicola, el hombre de la derecha fue colocado boca abajo lo que pudiera simbolizar un castigo, la mujer está relacionada con ambos individuos y el de la derecha tiene una intención sexual con ella al colocar su mano en su pubis pero al descubrir una estaca clavada en los genitales, pudiera señalar desaprobación social. Tanto Frayer como Fornicola coinciden en que los jóvenes estaban en el esplendor de su vida y no pudieron haber muerto de manera natural, todo apunta a un asesinato.

La sexualidad define nuestra felicidad y es una de las motivaciones existenciales que gallardamente nos permite enfrentar con una sonrisa a la impermanencia. En la época de los cazadores paleolíticos, se presupone sin fundamento científico que el sexo era libre y comunitario, que las familias tenían varias madres y varios padres y que regía un sistema de Matriarcado.

Este entierro pudiera entonces develar otra historia sobre la sexualidad paleolítica y a partir de la propuesta de un “Ménage à trois”, reconsiderar la importancia de la paternidad así como posibles códigos morales en los que por el bienestar de la comunidad, se castigó a quienes atendieron a sus deseos sexuales por encima del orden social.

La ciencia cuenta otra historia…

La propuesta de Frayer y Fornicola se sustentó en el esquema de nuestra interpretación de las sexualidad humana y en el marco de la realidad social que configuramos con nuestros actos, así, el triple entierro en Dolní Věstonice los condujo a pensar que se castigó una conducta sexual inapropiada para el orden de la sociedad paleolítica y por ello, el marido y el amante fueron enterrados junto a la esposa.

En 2016, un equipo de genetistas dirigido por Alissa Mittnik, del Departamento de Arqueogenética en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, estudiaron los restos óseos de los tres individuos y sorprendentemente confirmaron que los tres fueron hombres, y que estuvieron emparentados entre sí. El supuesto marido y el amante fueron hermanos y el del centro que erróneamente se consideraba mujer —aunque su sexo era indeterminable por medio de la morfología ósea—, fue un pariente cercano.

Alissa Mittnik en el informe sobre los estudios genéticos realizados a los tres individuos plantea: “Las causas de la muerte no se pueden establecer en este momento, sin embargo, la asignación masculina de DV 15 (la que se consideraba mujer) descarta algunos escenarios propuestos, como la muerte durante el parto (y el ménage a trois propuesto por Frayer y Fornicolla). La grave condición patológica de este individuo podría haber conducido a su muerte prematura”.

Delante a la evidencia científica que niega el ménage à trois, nos quedamos en pausa interpretativa sobre los motivos que condujeron a este misterioso entierro pero podemos vislumbrar algunos escenarios para desarrollar, sugiero cuatro.

1.- Retomar el castigo pero ahora en términos de la homosexualidad lo cual es muy cuestionable ya que la historia de la humanidad confirma el gusto por la diversidad sexual.

2.-En diversas sociedades humanas la deformidad se le relaciona con el chamanismo. El individuo D15 en la clasificación de Mittnik y que se consideraba mujer pero es hombre, portaba una máscara. La deformidad y la máscara nos acercan a las características del chamanismo. Los chamanes tienen dos visiones equidistantes sobre la sexualidad: la abstinencia y su práctica intensiva.

3.- Dada la precaria condición física del hombre del centro, pudo ser un chamán respetado por la comunidad y morir de muerte natural. Sus hermanos pudieran haber sido sus asistentes y fueron envenenados para acompañarlo en el más allá, tal y como más tarde, practicaron algunas sociedades agrícolas cuando se envenenaba a los acompañantes de gobernantes y reinas para acompañarlos al más allá.

4.- En cuanto a la lectura sexuada del entierro, es común entre los chamanes la bisexualidad ya que deben conocer lo que sienten y viven los integrantes de ambos sexos de su comunidad para así sanarlos y acompañarlos en los misterios de la vida. El lenguaje corporal del entierro pudiera referirse también a un incesto. Es intrigante en todo caso, el hecho de que el hermano de la derecha estuviera boca abajo y que una estaca fuera incrustada en los genitales del hermano de la izquierda.

Facebook: Claudio Obregón Clairin – Centro de Estudios Panimil.