El golfista mexicano, que salió de la nada y pasó por muchas peripecias para jugar en el máximo circuito, aún lucha con la idea de que el golf es sólo para ricos

Es común pensar que el golf sólo lo juegan los ricos, pero la historia de José de Jesús Rodríguez es la excepción y en un artículo que publica esta semana la página web del PGA Tour, El Camarón, por su cara roja al nacer, cuenta cómo llegó esta temporada al máximo circuito y de lo extraño que aún se siente de jugar con la élite.

Su historia se remonta a sus cinco años de edad cuando recogía maíz con el resto de su familia en un campo adyacente al campo de golf en Irapuato, Guanajuato. Él y sus siete hermanos recogían las bolas de golf perdidas y las revendían para comprar canicas (su juego favorito).

Fue triste. La comida escaseaba, el trabajo era incesante. El piso de su casa era de tierra. “Hubo días en que no comíamos”, publica el artículo escrito por Cameron Morfit. “Comíamos cuando teníamos suficiente después de recoger”. Cuando no, “solo comíamos una tortilla”. Ahora a sus 37 años su futuro es brillante. Pero no puede enterrar su pasado. “Me vas a hacer llorar”, dice.

En lo que va de la temporada 2018-2019 del PGA Tour, Rodríguez suma tres cortes en cinco aperturas a 2018-19. El reciente fin de semana en el Sony Open en Hawái ocupó el sitio 57 y a partir de mañana jugará en el Desert Classic en La Quinta, California.

No puede olvidar, que de comer una sola tortilla en tiempos difíciles, ahora degusta de la exquisita comida de los mejores chefs del mundo en cenas con jugadores. También los mejores autos de cortesía. Y sigue luchando con la idea de que el golf es para ricos, no para él.

“Es un juego de personas ricas”, dice. “Cuando no tienes nada, crees que te mirarán y te dirán: ‘¿Qué estás haciendo aquí?’. Pero mi esposa dijo: ¡No!, vas a jugar.

Mientras la mayoría de los profesionales del PGA Tour jugaron la división I de golf en la universidad, Rodríguez no terminó la secundaria. Pero su forma de jugar llama la atención. Patton Kizzire tuiteó la semana pasada que Rodríguez acababa de convertirse en “mi nuevo jugador favorito”, por lo salvaje e improbable que es su historia original.

“La primera vez que lo vi en el campo de prácticas, pensé este tipo es increíble”, dice Mike Dwyer, un caddie del club que comenzó a trabajar para Rodríguez una semana antes de ganar su primer título de Web.com Tour en abril del 2018. “Es un swing puro, no es

técnico; no va a desaparecer. Es tan rítmico, fluye libremente. Y luego, cuando vi su juego corto, pensé, ‘este tipo lo tiene todo’”.

El guanajuatense ha pasado por varios tours, desde el PGA Tour Canadá, al PGA Tour Latinoamérica, al Web.com Tour y ahora en la élite el PGA Tour.

“Es un gran tipo que ha pasado por algunas cosas locas”, así lo describe Abraham Ancer, uno de los cuatro mexicanos en el PGA Tour”.

SU ACERCAMIENTO CON EL GOLF. Utilizó como primer swing de golf una barra de refuerzo construida con una pieza de neumático de bicicleta, pero no le agradó mucho la idea, a diferencia de su hermano Rosendo, quien más tarde se convirtió en su instructor. Rodríguez decidió cruzar la frontera a los 15 años, por Matamoros, nadando por el río Bravo. “Estaba solo, y no sabía nadar”. El agua le llegó hasta las axilas. “Sabía que corría un gran riesgo y que podía morir al cruzar ese río o en cualquier otro lugar”. Subsistió con cualquier alimento que encontró durante la terrible experiencia y cruzó en su tercer intento.

José de Jesús comenzó a trabajar como lavaplatos en Arkansas. Se unió a un equipo de construcción, poniendo los techos en Walmarts. Ganó algún dinero y se lo devolvió a su agradecida familia, a la que extrañaba. Pero un trabajo de mantenimiento de un campo de golf en Fayetteville, Arkansas, le dio nueva vida y luego siguió a su gerente a un curso en Duncan, Oklahoma. Rodríguez jugaba todos los días después del trabajo. A sus 25 años de edad regresó a México para siempre.

Curiosamente, Ancer, quien creció en Texas y jugó para la Universidad de Oklahoma, practicó en el mismo curso donde Rodríguez trabajó como ilegal en el área de mantenimiento. Ambos se enteraron de la coincidencia en el Mayakoba Golf Classic el noviembre pasado.

APARECE SU ÁNGEL. Alfonso Vallejo, quien fue dueño de una cadena de farmacias, instó a Rodríguez a que fuera su caddie no sólo por su talento natural, “Vio mis valores”, dijo Rodríguez. “Teníamos mucha hambre, pero no agarramos lo que no era nuestro. Él siempre dejaba la comida afuera, y se quedaba allí hasta el día siguiente”. Vallejo era miembro del Club de Golf Santa Margarita, ubicado cerca de la casa de la infancia de Rodríguez.

El Camarón comenzó a jugar golf allí gracias a Vallejo. No sin antes haber sido suspendido por tres meses por el club, al ser sorprendido jugando, ya que los caddies no podían jugar ahí. Repitió y fue suspendido seis meses. No hubo tercera suspensión porque intervino Vallejo. Aunque alguna vez lo regañaron por beber cerveza. “Todos me miraban mientras bebía mi cerveza. El gerente viene y pide hablar conmigo, me regaña y me dijo algunas cosas bastante hirientes. Regresé a la mesa y Alfonso me preguntó qué estaba mal, así que le dije: No puedo estar aquí”.

Vallejo sacó su teléfono y llamó a su chofer. Rodríguez temía lo peor. Entró el chofer y colocó una carpeta sobre la mesa. “Ábrelo”, dijo Vallejo.

Rodríguez lo hizo. Adentro había un certificado que declaraba que el Sr. José de Jesús Rodríguez era miembro del Club de Golf Santa Margarita, con todos los derechos y responsabilidades en él.

n “Ahora eres miembro”, dijo Vallejo, “como todos los que están sentados aquí. Comencé a jugar más a menudo y de repente tiré 78 golpes. Después jugué todos los días”.

PROFESIONAL EN 2007. Rodríguez se convirtió en profesional en 2007. Vallejo sería su patrocinador. Ganó una calificación para el Abierto de México 2008, torneo del Web.com Tour, en el que finalizó séptimo. Y por primera vez voló en avión a sus 28 años para jugar en el Tour de Canadá en 2009, donde tuvo mucho éxito.

Ganó el Campeonato PGA Mexicano 2011, el Tour Canadiense y se volvía cada vez más agresivo. Resolvió su documentación de ilegal en los Estados Unidos. Y participó en el Tour Latinoamérica en 2013, siempre con el patrocinio de Vallejo, pero este personaje murió y Rodríguez quiso abandonar el golf.

La hija de Vallejo se puso en contacto con él y le recordó que su padre no le hubiera permitido abandonar el golf y siguió patrocinándolo. Rodríguez comenzó de nuevo, ganando dos veces en México en 2015, pero sufrió más pérdidas. Su abuela murió y, un año después, su padre, Jota Jesús, sucumbió al cáncer. Rodríguez siguió adelante y se recuperó 20 días después con una emotiva final ronda de 64 para ganar el Avianca Colombia Open 2017 y ese año fue el Jugador del Año de PGA Tour Latinoamérica. Eso le valió el estatus en el Web.com Tour en 2018.

En abril, Rodríguez ganó en Indiana y ello le aseguró su tarjeta PGA Tour para la temporada 2018-2019, y como premio un reloj Rolex. Esa victoria, el Rolex y la promoción al PGA Tour, también fueron de Vallejo, cuenta Rodríguez.

¿Triste? “Sí, fue triste, lo que me tomó llegar aquí”. Las lágrimas nunca están lejos de sus ojos, pero también es una historia feliz. “Miro hacia atrás y siento cosas”, dice Rodríguez: “Al mismo tiempo, estoy muy orgulloso, porque me doy cuenta de dónde estoy y eso me hace muy feliz”.

Cada mañana, dice, se despierta y agradece a Dios por el nuevo día. Él llama a su último patrocinador ángel, un hombre que apareció de la nada y cambió todo.

“Me detengo y pienso: ¡Wow!, la vida te da muchas oportunidades”, dice Rodríguez. “Y estoy muy agradecido por esta oportunidad. Cada vez que juego, juego como si fuera el último día de mi vida “.