El cielo de la oposición – De la militancia política al activismo social
27 Mar. 2022Roberto Guzmán
En los últimos años, ante la podredumbre de los partidos políticos que han perdido toda credibilidad ciudadana, los movimientos civiles continúan surgiendo como espacios alternativos y mejores opciones, volviéndose cada día útiles canales de acceso para alcanzar la representación institucional y el fomento no solo de todos nosotros los ciudadanos, sino de las mujeres feministas y de las organizaciones locales para dar paso a la política institucional que tanto necesitan México y Quintana Roo.
Durante las últimas décadas los movimientos sociales en México y en Quintana Roo se han convertido, lejos de la partidocracia tradicional, en importantes actores políticos que han logrado cambios radicales tratando siempre de mantener su autonomía y donde muchos activistas hemos priorizado estrategias a la acción colectiva, como la movilización masiva, para lograr resultados. No así otros que por intereses particulares prefieren acercarse con un doble discurso a actores políticos o los prostituidos partidos, buscando ser votados en una elección o simplemente por buscar la “chuleta”.
En las democracias modernas, los ciudadanos estamos ya cansados de votar en cada proceso electoral y que luego de tres años y medio la mayoría de políticos no nos escuchen, teniendo cheques en blanco para actuar y corromper. Hoy la mayoría de los ciudadanos asqueados queremos sentirnos partícipes de lo que se hace políticamente y de lo que deciden nuestros representantes, queriendo obviar la brecha que existe entre lo que hacen ellos y lo que nosotros haríamos si pudiésemos ser escuchados o decidir.
Votar hoy se ha vuelto obsoleto y sufragar nuestro sentir tampoco está resolviendo nada, ya que ante la corrupción de la clase política y la debacle y prostitución de sus partidos, el “votarlos” solo sigue reforzando los intereses de sus grupos, donde los sufragios son intercambiados para seguir perteneciendo a sus redes o grupos corporativos o vecinales, cuyos integrantes al entregar sus votos por despensas o prebendas trastocan vilmente nuestra democracia participativa y dañan la construcción de nuestra ciudadanía.
Nuestra indignación y fastidio deben hacernos conscientes de participar como una forma de ocupar espacios ciudadanos para la toma de decisiones públicas, con los que podríamos no solo hacer frente a los poderes establecidos, económicos o políticos, sino también planear e implementar estrategias ciudadanas comunes con las que llevaríamos a cabo nuestras acciones.
Considero que el activismo social lo podemos hacer todos y todas y no solo aquella o aquel individuo que, consciente de las problemáticas sociales, llega a convertirse en promotor y gestor de beneficios que mejoren la vida de la población o grupos con los que trabaja o representa; hoy todos debemos luchar ante el fracaso político y una gobernanza fallida, movilizándonos para no caer más ni permitir ser atrapados por las elites del Estado o de algún partido político, donde nuestras demandas o iniciativas que tendrían que pasar de forma inexorable por ellos estarían en riesgo, al poder volverse intercambios de intereses a cualquier capital para lograr sus objetivos.
Amigo lector, el proceso electoral ha comenzado en Quintana Roo y en otras cuatro entidades y la búsqueda de reflectores por supuestos logros y resultados efímeros de quienes hoy nos gobiernan, como de otros que dicen ser nuestros representantes en el Congreso, se volverá tarea estratégica para los que buscan de nuevo gobernar y para que otros obtengan espacios de decisión, por lo que tratarán de evidenciar lo mejor de su trabajo por el bien de sus gobernados.