Edgar Prz

Después de la tormenta la calma llegará, reza un adagio popular. En el PRI parece que no han entendido los tiempos, aún no les cae el veinte de la difícil situación en que se encuentran. Es puro cascajo, simples recuerdos son los gritos de las líderes, los “sí se puede, sí es cierto, unidad, unidad, el PRI unido jamás será vencido” quedaron archivados en las paredes de la otrora Casa del Pueblo, en las calles con las marchas y en la piel de las prófugas de la batea que acudían a los eventos.

Hay muchas historias por contar. De ese néctar abrevaron varias generaciones de políticos hasta que experimentaron nuevas formas, otros métodos de selección que los fueron dividiendo, pero lo más importante, olvidaron al pueblo, negaron su origen y comenzó la debacle, donde también participaron las actuales figuras políticas de ese partido.

Leí una declaración del chiapaneco Filiberto Martínez, único legislador local de ese partido, quien en su abultada carrera política se ha servido con la cuchara grande, ha sido diputado anteriormente, regidor, presidente municipal y no es para nada miembro del selecto club, como dijera el gran Salvador Díaz Mirón, de aquellas aves que cruzan el pantano sin manchar su plumaje. El suyo está bien salpicado de chapopote, ya que en los últimos meses se convirtió en el mejor alumno del maestro Houdini, al practicar el enorme acto del escapismo para evitar ser encarcelado.

Antes de concluir la última campaña política se marchó, desapareció, dejando abandonada a Lili Campos, de quién era asesor estrella, el predilecto, su gurú, su ayatola, trabajaba para el PAN y cobraba muy bien en ese ayuntamiento panista. 

Se dio el lujo de que le patrocinen su Cumbre Mundial de Comunicación que no era otra cosa que su escaparate para sentirse importante, era donde esparcía su ego, su vanidad lo delataba; al final, cuénteme usted algún resultado de esos derroches de recursos, todo pagado, el costo del curso, boletos de avión, hospedaje, alimentos, viáticos y gastos extras a costa del erario. ¿Qué tanto hacía para que lo complazcan? ¿Qué servicios ofrecía? ¿Qué deudas se saldaban con ese gasto?

En estos primeros días de la legislatura no se ve como priista, es un moreno más, entregado a esa causa para ver si lo exoneran de sus pecados. Está representando no el sentir de los pocos priistas que quedan, no: está empecinado en alinearse, en ser uno más. Se delató al votar a favor de exgtender la gestión del fiscal y de otras iniciativas, sin consultar a nadie. 

Participó activamente en el “sabadazo legislativo” donde aprobaron reformas transexsenales. Filiberto se representa a sí mismo y trata de salvar su pellejo, de que se rompa la soga del cadalso, de que su expediente desaparezca y vuelva a ser inmaculado, qué cosa más grande, chico…

Ahora solito se destapó para la dirigencia del Comité Estatal del PRI, una verdadera burla. Es priista de ocasión, no de convicción, varias veces ha apoyado a otros partidos usando otras camisetas, amparado en las sombras, en la oscuridad; es un personaje de la clandestinidad, no tiene nada de prestigio. Si el PRI pretende revivir debe hacerlo con sus propios cuadros, con su militancia, no con gente que lo ha denigrado y negado en aras de seguir avanzando. Hay verdaderos priistas de cepa como Cora Amalia, Carlos Castilla, Paco Ortega, Arturo Contreras, Jorge Mezquita; el PRI ya se saturó de arribistas convenencieros, hay que dar paso a aquellos que han soportado estoicamente los malos momentos y se han preparado para empezar a generar otro escenario…

Fili, fiel a su tradición, ya empezó traicionando la confianza en el Congreso y aspira a entregar el saldito del partido a los morenos. Los priistas que aún gravitan no deben permitirlo, deben cerrar la puerta a los nuevos Fili… busteros, ¿no lo cree usted?

P.D. Se cumplió un aniversario más del fatídico huracán Janet que destruyó Chetumal y acabó con la vida de varias personas, incluyendo a mi abuelito Audomaro y a mi tío Fermín Cruz Briceño, entre los cientos de muertos. Páginas de la historia que nos demuestran la fragilidad del ser humano. Janet es un recuerdo de dolor que no se olvida…

Mejor seguiré caminando y cantando algo del gran José Feliciano: “Después de la tormenta la calma reinará, después de cada día la noche llegará. Después del día de lluvia el sol se asomará y después de ti, ¿qué? Después de ti no hay nada, ni sol ni madrugada…”