LA COVACHA DEL AJ MEN

CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

—Maistro… ¿por qué existe la violencia?

—… porque es necesaria para la evolución…

—No entiendo Maistro…

—La evolución se sirve de la destrucción, nace del acto de comerse uno al otro,  se torna presente cuando un cometa golpea a un planeta o una estrella se devora a otra estrella; germina cuando una estrella explota para que sus átomos viajen por el tiempo y luego formen tus huesos o decida implosionar para convertirse en un agujero negro que se comerá lo que circule por su alrededor… el universo se constituye de desequilibrios y por ello existe la vida, el movimiento, el tiempo…

Tus abuelos y los míos, en un lejano tiempo, cazaron y fueron cazados tanto por otros humanos como por temibles bestias… con el fuego, con los metales o con las piedras talladas, sometieron a sus depredadores, los domesticaron y más tarde los llevaron a los coliseos y los enjaularon en zoológicos.

Otros abuelos, decidieron que la inteligencia debía sobresalir y la Magna Grecia nos heredó algunos divertidos mitos como la Democracia e hicimos propias a sus Tragedias.

En el momento en el que no hubo más bestias de quienes defenderse, se terminaron aniquilando los abuelos entre sí para delinear lo que llamamos Progreso y responder a la ley universal del movimiento…    la simulación le viene muy bien a la evolución.

—¿Y por qué existe la simulación?

—Es la consecuencia de nuestra vocación para interpretar la realidad en función de nuestro Ego.

—Cómo es eso Maistro.

—Cuando sales del monasterio a caminar por la calle, escuchas decir que hay que soltar al pasado, que podemos decretar que somos abundancia, luz, bienestar.

Que con la palabra puedes determinar que eres un ser de amor y que el universo entonces confabulará a tu favor; que no hay coincidencias sino “diosinencias”, que yo soy tu otro yo y que tú eres mi otro yo…

Pero resulta que si sueltas al pasado sin liquidarlo, te golpeará como bumerán en la nuca, si hay abundancia, en consecuencia existe despilfarro; la realidad es que la vida conlleva a la muerte y la luz nos cegará si no hay sombras donde contrastarla.

—Maistro.. yo quiero estar bien…

—El bienestar como finalidad es un deseo inalcanzable. Recuerda que el dolor ajeno es el preámbulo del humor y el mismo esfuerzo conlleva angustiarse que soltar una carcajada pero el resultado energético en tu cuerpo es diametralmente opuesto.

En el universo no hay jueces ni moral ni castigos, hay eventos y con dificultad comprendemos que el significado de la existencia es precisamente existir… ahora bien, la calidad de tus pensamientos determina que existas con lágrimas internas o botado de la risa. El centro es exclusivo de quienes meditamos pero para que lo podamos hacer como estilo de vida, necesitamos que los otros nos mantengan…

—¿Y quién es el otro, mi igual, mi reflejo?

El otro, es el otro y cuando te aproximas a él, nadie garantiza que mantengas una amistad permanente ni mucho menos que ocupe tu lugar… en suma: las frases que por decreto determinan lo inexistente, son aberraciones del Ego, espejos que narran lo que nunca será, por ello son taquilleras y seducen arropando con lo inasible.

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador Independiente