CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

Corría sin mostrar su rostro, dobló en una esquina y tres furiosos perros salieron detrás de él, saltó un alambrado, siguió corriendo… ¡Corte, se queda! Gritó el director… sediento, medio acalambrado, el extra saludó a la distancia al director y se retiró de la filmación.

El doble era un tipo raro, hablaba poco y no se le conocían amigos. Aceptaba los doblajes peligrosos, había nadado con tiburones blancos, se lanzó desde un helicóptero en pleno vuelo y cayó en las copas de los árboles, se metió a un edificio en llamas a punto de derrumbarse, en fin, un hombre rudo y eficaz, su trabajo quedaba registrado a la primera toma, nunca sonría y jamás se le vio enojado.

Se le podía localizar únicamente por celular y todos ignoraban que vivía en un cuarto de azotea. Su pasión eran los tendederos, de niño subía en ellos y caminaba por los tubos, desafiando al viento y a los 15 metros que lo separaban del suelo. Se sentía seguro de sí mismo, además, había sellado un pacto con los tubos del tendedero para que en caso de que el viento se lo quisiera llevar, ellos lo sostuvieran. Desde entonces procuraba utilizar zapatos sin agujetas y ese pacto lo extendió después con el vacío para que el fuego no lo quemara y con el instinto para que los animales más feroces entendieran que no era su comida.

Un día se levantó, abrió la ventana y vio que el tendedero de enfrente a su cuarto estaba roto, la mitad colgaba en el vacío, observó su entorno y se percató que no había viento, no quiso seguir indagando, la señal era clara, no debía ir a trabajar.

El doble sabía escuchar las señales del destino. Esa tarde, durante la filmación, hubo un terrible accidente entre un autobús y un motociclista quien salió volando 20 metros por el aire, el doble estaba contratado para conducir esa motocicleta. Se cambió de cuarto de azotea, dejó de responder al teléfono y todas las tardes reflexionaba sobre las señales del destino.

Lo contrataron en un circo, inició como malabarista pero se vio tentado en subir al trapecio y a la cuerda floja, estaba un poco pesado para integrarse al resto de trapecistas así que una niña le sugirió que se vistiera de payaso equilibrista, le hizo caso y fue un éxito total, pronto se volvió la atracción principal del circo.

En una gira por Cancún, amanecía, y al salir de su camper, se encontró desamarrados los cables que sostenían las carpas del circo, la carpa principal estaba hundida…nadie recordaba un aire fuerte por la noche; el doble tomó su mochila y se fue caminando hacia la playa, súbitamente se nubló y empezó a llover de manera torrencial, por la mente del doble se escuchaba un “solo” de saxofón con percusiones precolombinas. En medio de la lluvia, entendió a plenitud el sentido de su libertad y fue acompañado por el poder del desapego.

…por las noches, intentaba escuchar al silencio que habita entre dos olas, en ocasiones, el espectro de un niño que recogía caracoles le recordaba que la magia se logra con el pensamiento vuelto conciencia, entonces respiraba a bocanadas el aire marino y guardaba silencio… a la espera del próximo desafío…

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador, Guía y Promotor Cultural