En un mes el vástago del mandatario brasileño recibió depósitos por más de 25 mil dólares, en 48 transacciones de cajeros automáticos, algunos con intervalos de pocos minutos

AGENCIAS

RÍO DE JANEIRO.- El escándalo que comenzó con una auditoría de rutina del Consejo de Control de las Actividades Financieras (COAF), que descubrió movimientos atípicos por más de un millón de reales en una cuenta bancaria de un exchofer de Flávio Bolsonaro y un depósito de 24 mil reales realizado por ese empleado en la cuenta de la primera dama, Michelle Bolsonaro, avanza peligrosamente como una mecha encendida que puede hacer explotar una bomba en el Palacio del Planalto, cuando el nuevo gobierno lleva apenas 18 días en el poder.

Mientras el hijo del presidente, senador electo por Río de Janeiro, recurre a fueros que aún no tiene para frenar a los fiscales y anular las pruebas, una nueva auditoría descubrió movimientos en su propia cuenta con indicios de lavado de dinero. En apenas un mes, entre junio y julio del 2017, el joven Bolsonaro recibió 48 depósitos de dos mil reales cada uno (530 dólares), totalizando 96 mil reales (25,500 dólares), todos en el mismo cajero automático, ubicado en el edificio de la Legislatura provincial de Río de Janeiro, donde era diputado. Los diez primeros depósitos fueron hechos en un intervalo de cinco minutos, uno tras otro, todos en efectivo, y la misma operatoria se repitió en cinco oportunidades.

El COAF precisó que la realización de los pagos en partes puede indicar la intención de ocultar la fuente del dinero.

Con anterioridad, el organismo había revelado que se habían detectado transacciones atípicas en las cuentas de Fabrício José de Queiroz, chófer y exasesor de Flavio Bolsonaro, por un valor de 320 mil dólares.

Los movimientos se realizaron durante un año, entre el 1 enero de 2016 y el 31 de enero de 2017.