LA EXTINCIÓN DE LA REBELDÍA MAYA
2 Dic. 2023Los herederos de los cruzo’ob, el ejército rebelde que se alzó por décadas durante la Guerra de Castas, hoy reconciliados y convertidos en “patrimonio histórico” y botín electoral, a cambio de una modesta remuneración económica
SALVADOR CANTO
Aquella rebeldía de los herederos de los cruzo’ob, el ejército de mayas de Chan Santa Cruz –hoy Felipe Carrillo Puerto– que se levantó en armas por décadas durante la Guerra de Castas, ha dado paso a la reconciliación; aquellos que luchaban y protestaban contra las arbitrariedades del gobierno en turno, esos que durante mucho tiempo, en época reciente, se opusieron incluso a un cambio de horario (la denominada “hora rebelde” que se mantuvo por años, a pesar de los cambios oficiales por el horario de verano), que luchaban por sus ideales y que, sobre todo, defendían su propia historia –que se ha ido perdiendo al grado de que hoy se transmiten versiones incompletas y distorsionadas poco apegadas a la historia documental– y que a pesar de los conflictos internos siempre estaban unidos, en la actualidad son utilizados con fines electorales por gobernantes y políticos, a cambio de una modesta remuneración económica establecida en una nómina oficial manejada por el Instituto para el Desarrollo del Pueblo Maya y las Comunidades Indígenas del Estado de Quintana Roo (Inmaya), bajo el rubro de “apoyos sociales”.
De hecho, esta situación ha ocasionado disenso entre los grupos de dignatarios y el ejército maya, aún existente, en donde se ha establecido la regla no escrita de que quien no obedezca ciegamente será destituido de su cargo, como ya ocurrió con el general José Isabel Sulub Cimá, hecho que es descrito por el maestro e historiador Gilberto Avilez Tax como “un caso patético”.
“No solo fue defenestrado, lo sacaron, le quitaron de una forma aberrante e ilegítima el grado de general por liderzuelos mayas al servicio del gobierno de Carlos Joaquín (hoy embajador de México en Canadá), y ahora esos líderes están tomándose la foto con el gobierno actual”, opinó en entrevista con El Despertador de Quintana Roo.
Nómina maya, el secreto mejor guardado del gobierno
Desde hace varias administraciones, los dignatarios y su ejército maya, conformado de acuerdo con el último padrón oficial por 490 personas –aunque se sabe que cuenta con cientos de integrantes más– que incluye también la zona maya de Lázaro Cárdenas, cobran de una importante partida presupuestal del Gobierno del Estado que inicialmente fue manejada por la Secretaría de Desarrollo Social e Indígena (Sedasi) y actualmente está a cargo del Inmaya, creado en la gestión estatal anterior, bajo el rubro de operación 4411 para ayuda social.
Con base en la estructura del Clasificador por Objeto del Gasto de Gobierno –donde se determinan capítulos, conceptos y partidas genéricas–, dicho recurso está establecido dentro del presupuesto de egresos que se asigna a las diversas dependencias y en este caso al Inmaya, en donde aparece como “apoyo social no permanente a los dignatarios mayas”.
De acuerdo con documentos públicos obtenidos por El Despertador de Quintana Roo, del presupuesto general de egresos del gobierno estatal para los periodos 2021, 2022 y 2023, la asignación de recursos para el Inmaya ha sido de 25,580,657.00; 25,639,929.00 y 26,439, 929.00 pesos, respectivamente.
Si bien esas cantidades son para las operaciones y programas generales de dicha dependencia, de ahí es donde se asigna una parte para la nómina de los dignatarios y los miembros del ejército maya, a quienes les pagan bimestral o trimestralmente, dependiendo de la efervescencia política del momento, pues en ocasiones el plazo se ha extendido a cada cuatro meses y por eso las cifras varían en cada proceso, pero los pagos están seguros y etiquetados, y ascienden a varios millones de pesos.
Además, en otros apartados les otorgan “apoyos” para gastos funerarios o médicos, si lo llegasen a solicitar, y también les pagan pasajes y viáticos si son trasladados a eventos políticos o de gobierno.
En algunos de los documentos se establecen informes que se refieren a la entrega de estos apoyos para las 490 personas empadronadas oficialmente, que forman parte de los centros ceremoniales de Tulum, Chumpón, Chancah Veracruz, Cruz Parlante, Tixcacal Guardia y las iglesias mayas de Kantunilkín, Yaxley y X-Yatil.
Sin embargo, se sabe que la cifra adicional al padrón es de arriba de mil personas que están dentro de dicha nómina, que ha sido guardada sigilosamente por las diferentes administraciones estatales, y sus pagos les llegan vía otros conceptos de “apoyos sociales”.
En los documentos a los que se tuvo acceso, que corresponden a los meses de septiembre y octubre del 2021 –durante la gestión de Carlos Joaquín González–, pero pagados en el transcurso de noviembre de ese mismo año, se observan firmas de los generales mayas y/o responsables de cada centro ceremonial, a manera de conformidad por haber recibido el recurso.
Por ejemplo, consta el pago al Centro Ceremonial de Chancah Veracruz, integrado oficialmente por 60 personas de diversas comunidades, a cada una de las cuales se destinó tres mil 150.79 pesos, lo que hizo un total de 189 mil 047.60 pesos y ahí aparece la rúbrica de conformidad del general maya Gabino Cruz Yeh.
El Centro Ceremonial de Chumpón, que integran 63 personas, recibió en total 170 mil 145.84 pesos, lo que equivale a dos mil 700.72 cada uno y ahí en el documento se plasma la firma del sacerdote maya Dámaso Pech Cen.
El Centro Ceremonial de la Cruz Parlante, donde hay empadronados 89 dignatarios, recibió 240 mil 360.52 pesos, lo que representa una cantidad individual de dos mil 700.68 pesos y firma el general maya Cornelio Puc Jiménez.
En tanto que por el Centro Ceremonial de Tixcacal Guardia, que conforman oficialmente 133 dignatarios, recibió en ese periodo 359 mil 190.44 pesos, lo que equivale a dos mil 700.68 pesos y firma de conformidad el general maya Alejandro Cahuich May.
Finalmente, por el Centro Ceremonial de Tulum, que representan 29 personas, cada uno recibió la cantidad de tres mil 339.68 pesos, lo que equivale a un total de 96 mil 850.72 pesos y firma de aceptado el comandante Víctor Balam Catzin.
Al gobierno le conviene tenerlos bajo control: Gilberto Avilez Tax
En entrevista con El Despertador de Quintana Roo, el doctor en historia por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), especializado en la Guerra de Castas, el chicle y los siglos XIX y XX en la Península de Yucatán, Gilberto Avilez Tax, la autonomía maya creada a partir de la Guerra de Castas y defendida por más de 50 años, no solamente fue política y militar, sino también económica, social y cultural, y sufrió constantes cooptaciones a partir de la creación del Territorio Federal de Quintana Roo en 1902 y sobre todo a partir de 1974, cuando las estructuras del estado clientelar del indigenismo priista comenzó a apropiarse de los líderes, aunque ya había antecedentes desde antes de la erección del Estado, con Francisco May, quien fue el cacique que se vendió al gobierno mexicano en 1917 a cambio de canonjías forestales y el grado de general constitucionalista, de manos del propio presidente Venustiano Carranza.
Resaltó que “en este proceso de sometimiento, el liderazgo de los tatiches mayas ha sido completamente maniatado por el Estado” a partir de Mario Villanueva Madrid, con las creaciones de las primeras leyes indígenas “que no fueron hechas desde las bases, sino desde los bufetes jurídicos en Chetumal en los años 90, y sobre todo las reformas que se hicieron en el año 2017 sobre Derechos Indígenas, que permitió la creación de un Gran Consejo Maya que sólo tiene que ver con otra estructura burocrática del aparato jurídico de Quintana Roo”; y particularmente con la creación del Inmaya –durante el gobierno de Carlos Joaquín, a quien calificó como “casi casi el neocacique estatal”–, que “tiene sometidos a los dignatarios”, a los cuales “les pagan unas migajas al mes o bimestralmente y les entregan unas cuantas canastas navideñas ínfimas”, opinó.
“Hay un desgajamiento que considero una difuminación de los elementos autonómicos actuales en Quintana Roo, en donde el clientelismo como tal ha triunfado mucho y se han olvidado las verdaderas raíces”, añadió.
Al referirse a las pugnas internas entre los grupos mayas, resaltó que “el caso más patético” que se dio fue la última defensa autonómica que pretendió el general José Isabel Sulub Cimá (quien falleció en junio del presente año), pero fue defenestrado “y le quitaron de una forma aberrante e ilegítima el grado de general por liderzuelos mayas al servicio del gobierno de Carlos Joaquín y ahorita esos líderes están tomándose la foto con el gobierno actual”.
“Entonces, yo digo que en esta cuestión estamos muy mal en esta defensa autonómica y el clientelismo es tremendo y también la cooptación”, insistió el entrevistado.
Al preguntarle sobre el tema de la nómina maya, Avilez Tax dijo: “Lo que yo tengo entendido es que es poco el dinero que les entregan a los dignatarios mayas y a su ejército es casi casi migajas de una cuestión histórica donde ellos no necesitan buscar esas migajas, porque al final de cuentas no se han creado políticas públicas para reivindicar la lucha histórica del pueblo maya en Quintana Roo”.
Y agregó: “Aquí hay una cuestión netamente entre las visiones ‘xcaretizadoras’ de la cultura maya vista para que los turistas puedan comprar, puedan divertirse y hay una exclusión perpetua e incluso hasta sin querer sobre el pueblo”.
Subrayó que prueba de ello es que en la actualidad no hay ni siquiera iniciativas estatales o federales, un impuesto al turismo que se vaya directamente para el desarrollo de las comunidades mayas, “no hay ni un incentivo a la educación, tenemos una Universidad Intercultural que nada a contracorriente, y así otras cuestiones que tienen que ver con la cultura”.
La Cruz Parlante, historia diluida por ignorancia
La tradición cuenta que la Cruz Parlante era para los mayas cruzo’ob de Quintana Roo el símbolo supremo de lo sagrado y que funcionaba como intermediaria entre Dios y los hombres, que nació como un oráculo militar durante la Guerra de Castas en Chan Santa Cruz, hoy Felipe Carrillo Puerto, durante el otoño de 1850. Se conserva por lo menos un documento donde constan sus primeras series proféticas titulado “Proclama en lengua maya de Juan de la Cruz, adivino de X Balam Na (Casa del Jaguar)”, que era el nombre dado a este primer templo construido para la Cruz Parlante, donde sólo los generales podían escucharla, mientras los soldados y las mujeres permanecían afuera esperando oír cuáles eran sus órdenes; en realidad, una explicación mística con la que se reforzó la obediencia de los rebeldes mayas a los acuerdos tomados en reunión por sus líderes militares y que devino en un culto que se perpetúa hasta nuestros días, aunque distorsionado por el desconocimiento de la historia por parte de sus propios fieles.
En reciente visita realizada por el equipo de El Despertador de Quintana Roo al municipio de Felipe Carrillo Puerto, acudimos al centro ceremonial de la Cruz Parlante, en donde platicamos con Juan de Dios Yeh Poot, quien primero se identificó como capitán pero luego reconoció que el cargo –que es hereditario– aún pertenece a su padre, porque sigue vivo, aunque muy anciano, en la comunidad de X-Hazil Sur, y explicó que esa semana correspondía a su grupo hacer la guardia en dicho templo, de acuerdo al rol anual de los 13 grupos que pertenecen a dicho recinto sagrado, cada uno de los cuales tiene a su propio comandante.
“¿Nos puede platicar que es la Cruz Parlante?”, se le preguntó, a lo que dijo: “Según he escuchado que platiquen, es que en los tiempos de la Guerra de Castas aquí se juntaban los guerrilleros mayas, había matas de cedro y entonces ahí apareció la Cruz Parlante, es una cruz que salió de la madera, una se quedó aquí, otra se llevó a Chancah y otra a Tulum para conformar las tres cruces”.
“¿Por qué se dice que es la cruz que habla?”, se le volvió a cuestionar, y respondió: “Es eso lo que no entiendo, porque hay un vocero que averiguaba todo esto y según él, la cruz hablaba como ventrílocuo, pero no es así, un sacerdote maya de Chancah Veracruz se la llevó y guardó y ese señor que sabía la historia real se ahorcó y nadie sabe en dónde quedó la cruz (sic)”.
También dijo que la historia que él sabe es que “los guerrilleros llevaban la cruz para protegerlos y cuando llegaban a un lugar pintaban una raya para descansar y quien cruzaba esa raya se moría”.
Por otro lado, al preguntarle sobre la relación con el gobierno, aceptó que “es buena” e incluso que les paga a tiempo las compensaciones a todos los que forman parte del padrón de dignatarios mayas.
Dignatarios mayas, encargados de proteger la tradición
De acuerdo con la Ley de Derechos, Cultura y Organización Indígena del Estado de Quintana Roo, los dignatarios mayas son una estructura grande que le rinde culto a la Cruz Parlante en centros ceremoniales, como la Cruz Parlante, Chumpón, Chancah Veracruz, Tulum y Tixcacal Guardia.
Sin embargo, por encima de ellos en jerarquía está el Gran Consejo Maya, con un representante que es el órgano máximo de representación de los mayas del estado, pero en su estructura todos los dignatarios mayas tienen voz y voto.
Los dignatarios mayas que tienen la responsabilidad de encabezar los centros ceremoniales reciben los grados de General Maya, como una estrategia de operación que les permita mantener viva la tradición maya.
El ejército maya, la fuerza de combate
Aunque oficialmente no existe un cuartel o centro de operaciones para quienes forman parte del ejército maya, de acuerdo con notas periodísticas e informes de historiadores, su estructura está constituida de manera similar a los rangos de las Fuerzas Armadas del gobierno federal, con quienes lucharon y le pusieron fin a la llamada Guerra de Castas en mayo de 1901.
En el listado del padrón más reciente que tiene el gobierno de Estado se les menciona de forma general con el nombre de dignatarios mayas, pero ya internamente la gran mayoría posee un puesto en el escalafón que es heredado de sus padres y abuelos.
Ejemplo de ello es el caso del entrevistado Juan de Dios Yeh Poot, quien dice que su padre tiene el rango de capitán de la comunidad X-Hazil Sur y será hasta que él fallezca cuando podrá ostentarse con ese cargo.
Los rangos, con base en el padrón oficial, son de general, comandante, teniente, capitán, sargento, cabo, soldado y soldado raso, aunque también aparecen los nombres de consejo supremo, juez tradicional, presidente de la iglesia, secretario de la iglesia, presidente de la primicia, rezador, rezadora (porque en algunos casos aceptan mujeres, quienes, a decir de los mismos dignatarios, son “las que les cocinan y les preparan tortillas calientes”), músico, vaquero y escribano, como parte de la estructura operativa del ejército maya.
La función del Ejército Maya es proteger los centros ceremoniales y durante la llamada Guerra de Castas fueron los encargados de ser la fuerza de combate en contra de los blancos y mestizos, con armas suministradas por los ingleses a cambio de madera de palo de tinte.
Las guardias y protección a centros ceremoniales
En cuando a la protección y guardias a los centros ceremoniales, en el caso del de la Cruz Parlante se pudo conocer que cuenta con 13 comandancias y cada una tiene asignada una guardia semanal del templo de forma general, que se van alternando de modo que les puede corresponder realizarla hasta cuatro semanas al año.
En ese sentido, se pudo conocer el rol de cada comandancia de dicho centro ceremonial, en donde el grupo 1 le compete a Kampocolché Nuevo bajo la comandancia de Maya Mario Koh Bas; el grupo también para otro equipo de Kampocolchó Nuevo con la comandancia de Severiano Chablé Be.
El grupo 3 es de la comunidad de Melchor Ocampo con la comandancia de Pablo Estrada Bacab; el grupo 4 es el de Felipe Carrillo Puerto bajo la coordinación del comandante Bonifacio Ucan; el grupo 5 también para otro equipo de Felipe Carrillo Puerto pero bajo la comandancia de Rodolfo Poot Moo.
El grupo 6 de igual manera le toca a otro grupo de Felipe Carrillo Puerto con la comandancia de Filiberto Chan Yama; el grupo 7 de Xhazil Sur lo encabeza el comandante Juan de Dios Ye; el grupo 8 de Chancah Derrepente con la comandancia de Rodolfo Chan Muñoz; el grupo 9 de la comunidad de K´op Ch´en encabezado por el comandante Cecilio Kumul; el grupo 10 de Uh May con la comandancia de Eusebio Chi Uc.
Finalmente está el grupo 11 de Felipe Carrillo Puerto bajo la comandancia de Sergio Puc Chi; el grupo 12 de Kampocolché dirigido por el comandante Edilberto X y el grupo 13 de la comunidad de Xpichil con la comandancia de Enrique Pech Arana.
Pugnas, divisiones y acuerdos con gobiernos
En la actualidad, las pugnas y divisiones dentro de los grupos que conforman los diversos centros ceremoniales se remarcaron cuando un grupo de dignatarios mayas se ofendió luego de que el 1 de diciembre de 2018, en su calidad de presidente del Gran Consejo Maya, José Isabel Sulub Cimá, perteneciente al Centro Ceremonial de la Cruz Parlante de Felipe Carrillo Puerto, entregó junto a otros líderes indígenas de diferentes partes del país el bastón de mando al presidente Andrés Manuel López Obrador al término de su toma de posesión, durante una ceremonia en el zócalo de la Ciudad de México.
Por participar en ese acto, el grupo de dignatarios mayas alegó que había actuado sin su consentimiento y por esa razón lo degradaron de su puesto de general, dejándolo como soldado, además de que lo destituyeron como líder del Gran Consejo y aunque siguió siendo un referente de la etnia maya, José Isabel de 87 años, quien era nieto de Evaristo Sulub, líder maya que encabezó el último alzamiento contra las fuerzas federales de la Guerra de Castas, en abril de 1933 en el poblado de Dzulá, falleció abandonado y sin apoyos, en junio del presente año.
El grupo de dignatarios mayas que defenestró a Sulub Cimá nombró como general del Gran Consejo Maya a Cornelio Puc Jiménez, quien funge también como general del Centro Ceremonial de la Cruz Parlante de Felipe Carrillo Puerto.
Ya con Puc Jiménez en el cargo durante el gobierno que encabezaba Carlos Joaquín González, en abril del 2022 desconocieron y rechazaron el nombramiento de Nojoch Kiik (hermana mayor de los mayas) a la entonces candidata de la coalición “Juntos Hacemos Historia”, porque supuestamente lo hicieron a destiempo personas que no tienen la autoridad para otorgarlo.
Destacaron que ese nombramiento violentaba, además de los usos, costumbres y tradiciones mayas, la misma autoridad del Gran Consejo Maya y la Ley de Derechos, Cultura y Organización Indígena del Estado de Quintana Roo, porque se dio sin el consentimiento o representación del Centro Ceremonial Maya de la Cruz Parlante.
El propio Cornelio Puc Jiménez dijo que la única Nojoch Kiik que reconocían en ese momento era la entonces primera dama, la esposa del gobernador, Gabriela Rejón de Joaquín y que su nombramiento terminaba al concluir el mandato de Ley.
Además, este grupo de generales mayas que forman parte del Gran Consejo es el mismo que recientemente viajó a la Ciudad de México para formar parte de un acto político de precampaña de Claudia Sheinbaum y posteriormente participaron en el desfile conmemorativo del 113 Aniversario de la Revolución Mexicana, el pasado 20 de noviembre.
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La Guerra de Castas: enfrentamiento entre mayas y “blancos”
De acuerdo con la antropóloga e historiadora María del Carmen Valverde Valdés, la Guerra de Castas se divide en tres etapas, la primera responde al periodo de 1847 a 1849; la segunda abarca de 1850 a 1860 y, la tercera y última fue de 1861 a 1901.
Añade que se denomina Guerra de Castas al movimiento social que los nativos mayas del sur y oriente de la península de Yucatán iniciaron el 30 de julio de 1847 en Tepich, contra la población de “blancos” (criollos y mestizos), que se encontraban mayoritariamente establecida en la porción noroccidental.
Con base en diversos textos, se considera que esta guerra, que costó cerca de un cuarto de millón de vidas humanas, terminó oficialmente el 3 de mayo de 1901 con la ocupación por parte de las tropas del Ejército Federal mexicano de la capital maya de Chan Santa Cruz, hoy llamada Felipe Carrillo Puerto.
Cabe destacar que el nombre de Guerra de Castas data de los cronistas de la época, debido a que el enfrentamiento se dio entre campesinos y caciques mayas en contra de los blancos y mestizos que los explotaban.
En los primeros años de la guerra se planteó la división de Yucatán en dos países distintos: uno de mexicanos y otro de indios insurrectos, medida en la que tuvo gran interés Inglaterra, al grado de que se comprometió a negociar con los rebeldes el abandono de las armas y su inserción al trabajo.
Como uno de los últimos acontecimientos de la guerra, la ciudad de Bacalar permaneció en poder de los mayas hasta mayo de 1901, cuando fue recuperada por tropas del gobierno federal. Los soldados no dispararon un solo tiro, porque los indígenas huyeron para internarse en las selvas, donde formaron nuevas aldeas.
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La hora rebelde, uno de los últimos movimientos de la zona maya
Desde abril de 1996, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, mediante un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se estableció el horario de verano con el objetivo de ahorrar energía eléctrica a través de un mejor uso de la luz natural, consistente en “adelantar una hora el horario local al inicio de dicho período, y retrocederlo, también una hora, una vez transcurrido el período citado», según señalaba el documento. Esa medida no fue aceptada en Felipe Carrillo Puerto, donde se conformó una alianza ciudadana que convocó a marchas contra la imposición del nuevo horario, por considerar que no representaba ningún beneficio y atentaba contra las tradiciones y costumbres de los mayas. Desde entonces se declaró en ese municipio “la hora rebelde”, que mantenía el mismo horario a lo largo de todo el año, la cual era acatada por toda la población, incluyendo escuelas y dependencias, principalmente municipales.
Por ello, ante la existencia de una sola carretera que conecta el norte y el sur del estado, durante muchos años se bromeó con el hecho de que quienes transitaban entre ambos puntos prácticamente hacían un “viaje en el tiempo”, al ingresar en el territorio de Felipe Carrillo Puerto.
En abril de 2012 la Cámara de Senadores aprobó una iniciativa de ley para modificar la Ley de husos horarios, para que Quintana Roo emparejara su hora con otros destinos turísticos del Caribe y con algunas ciudades de Estados Unidos y Canadá; durante varios años la Cámara de Diputados no aprobó dicha iniciativa, hasta que a partir del 1 de febrero de 2015 fue aprobado el cambio de huso y el horario se ajustó de “UTC -6” a “UTC -5” en todos los municipios, incluido el de Felipe Carrillo Puerto. Actualmente, con la derogación del horario de verano en 2022, todo el estado se mantiene una hora adelantada a lo largo del año con respecto a la del centro del país.
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