FIFA suspende a su misógino presidente en España, Luis Rubiales, tras agarrarse el ‘paquete’ en el palco celebrando un gol, junto a la Reina Letizia Ortiz y la Infanta Sofía de Borbón; levantó a una jugadora a hombros en el césped; besó a otra en la boca sin permiso…

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol aún no sabe qué está pasando. A estas horas ya no tiene idea de nada en absoluto: ni de por qué está mal besar a una mujer porque te da la gana, ni de por qué está pidiendo disculpas por ello. Agarró la cabeza de Jenni Hermoso, una de las futbolistas de la selección, en plena fiesta por el Mundial, y le dio un beso en los labios. Un Mundial femenino de fútbol es, además de una competición deportiva, un acontecimiento político repleto de tantas y tan delicadas reivindicaciones que, si le cuentas a alguien que el máximo mandatario de la selección ha besado sin permiso en la boca a una de sus jugadoras, cree que es un chistecillo malo de Benny Hill. Pero el chistecillo se ha llevado por delante la repercusión deportiva de una victoria histórica; un hombre fuera del campo y fuera de sí, plantando besos sin parar y agarrándose la entrepierna como señal indiscutiblemente masculina de victoria, robándole las cámaras a muchas mujeres que ganaron dentro. Y aquí estamos, otro siglo más.

Es natural que, en su primera intervención en la cadena Cope, Rubiales haya insultado a todo el mundo que se ha metido con él entre risas de sus entrevistadores, más perdidos aún que él. Son las declaraciones de una persona que se considera incomprendida por parte de unos supuestos márgenes de la sociedad que no saben de qué va el mundo, y lo siente así porque es poderoso, porque reparte prebendas, porque se rodea y se deja entrevistar por gente que, como él, cree que los que van en dirección contraria son los otros. Pero el deporte femenino sigue teniendo un espíritu político que no tiene el masculino por tratarse del poder establecido y hegemónico; cualquier disturbio político en el primero debe tener consecuencias políticas.

Luis Rubiales, tras las críticas por el beso a Jenni Hermoso: “Tengo que disculparme, no me queda otra”. El verdadero problema es que no supo que había hecho algo mal minutos después cuando bajó al vestuario y bromeó con que se casaba con Jenni Hermoso, ni por la noche cuando dijo que los que lo criticaban eran imbéciles, ni mucho menos cuando publicó, al día siguiente, un vídeo pidiendo disculpas. En ese momento ya no tenía ni idea de nada en absoluto: ni de por qué está mal besar en la boca a una mujer porque te da la gana, ni de por qué estaba pidiendo disculpas por ello. El relato de Luis Rubiales es catastrófico en fondo y forma. “No había deseo”, dice, y en esa frase está dicho todo.

En menos de una semana frenética, se agarró el paquete en el palco celebrando un gol, levantó a una jugadora a hombros en el césped, besó a otra en la boca sin permiso, coaccionó a esta última para que le exculpara (“mi puesto está en juego, hazlo por mis hijas”) y, al no poder, se inventó unas declaraciones suyas apoyándole, llamó “tontos del culo” a quienes le criticaron y ahora rechaza dimitir a los gritos y entre mentiras tan clamorosas que, incluso con el vídeo delante, casi acaba denunciando que Jenni Hermoso se echó encima de él. Es probable que no se crea todavía que, cercado por investigaciones relacionadas con la corrupción, vaya a caer por su machismo desacomplejado, su soberbia y sus mentiras; o sea, no por su conducta relacionada con el dinero, sino por su conducta relacionada con las mujeres. No se cree lo que está pasando él ni sus pocos palmeros, muchos de ellos retratados estas horas con los sueldos que le deben a su misógino jefe. Y no se lo creen porque siguen pensando que las “chorradas” de antaño son tormentas en un vaso de agua sin sospechar que el peligro no es la tormenta del agua, sino los cristales del vaso.

En lugar de medir las consecuencias de sus actos, dice que se llevó la mano a los huevos mirando al seleccionador: ¿por qué no se los tocó a él cuando bajó al césped?, ¿por qué “¿un piquito?” a una jugadora y no una “¿tocadita de pene?” al presidente de la FIFA directamente. Insiste en un beso pactado, pero le agarra a Jenni Hermoso la cara con las manos y le estampa él la boca. Y si esto es verdad, lo del “piquito”, ¿de verdad un presidente de la federación puede ir por el césped pidiendo piquitos a sus jugadoras? ¿Este hombre de dónde ha salido y quién le ha tapado los ojos y las orejas todos estos años? ¿No es más fácil decir “se me fue la olla, se me cruzaron los cables, no tengo ni idea de lo que me pasó” que sin justificarlo ofrece al menos una excusa humana, que tirar para adelante pretendiendo hacer de su abuso precisamente una causa general contra el feminismo?

España ya no tolera a los ‘Rubiales’. El movimiento, tras décadas mostrando las desigualdades y los comportamientos machistas, ha calado en una sociedad que reacciona casi con unanimidad contra actitudes como la del ya suspendido presidente de la Real Federación Española de Fútbol. En las dos últimas semanas se han puesto de manifiesto cambios profundos en una sociedad cuyo nivel de tolerancia ha cambiado gracias al feminismo. El escándalo se hizo internacional y empezaron las declaraciones del Gobierno del PSOE. El presidente Pedro Sánchez calificó de “inaceptable” la conducta de Luis Rubiales; Miquel Iceta, el ministro de Cultura y Deportes, le siguió con el mismo calificativo. Junto a la vicepresidenta Yolanda Díaz y la ministra de Igualdad, Irene Montero, parte del mundo de la política, la cultura o el deporte comenzaron a pedir su dimisión. Periódicos de todo el mundo, como The New York Times, Le Monde o The Guardian, recogieron la noticia, enviaron alertas, destacaron esa información en sus primeras páginas.

De “sexismo y misoginia” habló la estrella del fútbol Megan Rapinoe. “Lo ocurrido en la celebración del Mundial es solo un resumen de lo que ha pasado en el fútbol femenino en los últimos años”, dijo Gaëlle Thalmann, la portera de la selección sueca. “Se han permitido acciones inaceptables por una organización sexista y patriarcal. El comportamiento de quienes se creen invencibles no debe tolerarse”, añadió la selección inglesa al completo en un comunicado. “Contigo, Jenni Hermoso, por ti y por todas”, posteó el histórico baloncestista español Pau Gasol. Las campeonas del mundo firmaron un comunicado de manera conjunta junto con históricas futbolistas españolas: “Las firmantes no volverán a la selección mientras continúen los actuales dirigentes”. El equipo, el fútbol profesional, la FIFA, el deporte en general, el Gobierno y la sociedad se alinean prácticamente sin fisuras en este asunto. Sin embargo, Rubiales gritó cinco veces “no voy a dimitir”, en un discurso en el que acusó a la víctima, atacó a los medios y tiró de uno de los rasgos característicos del populismo: presentarse a sí mismo como víctima de un “asesinato social”. “¿Pero creen ustedes que esto es para sufrir la cacería que estoy sufriendo? ¿Ustedes creen que tengo que dimitir?”.

En esta España en costosa transición feminista, reinan aún demasiados señores feudales que defienden con ira y arrogancia sus derechos de pernada. Una de las imágenes de la ‘Revolución Feminista’ que protagoniza España muestra llevando a Luis Rubiales a una de las campeonas de la selección femenina de fútbol a cuestas. Como un cavernícola dirigiéndose hacia la cueva con su presa es más famoso estos días por el beso obligado a Jenni Hermoso durante el pico de euforia desbordada y testosterónico tras el triunfo de las campeonas. España derrotó a Inglaterra por 1-0 ante más de 75.000 aficionados en el Stadium Australia de Sydney. Un certero zurdazo de Olga Carmona por la escuadra en el minuto 29 marcó la diferencia entre los dos equipos.

El fútbol es una industria machista, descarada y rica. Conductas como las del presidente Rubiales siempre terminan por ser toleradas. Cuando unos ultras pitan y agreden verbalmente a un jugador por ser negro, como sucedió con Vinicius hace unos meses, se excusan como parte de la adrenalina del juego. En el Mundial de 2006, un jugador italiano le gritó a Zinedine Zidane que su hermana era puta y que se follaría a su madre y Zidane, el ídolo, le propinó un cabezazo histórico (y, quizás, merecido) a Marco Materazzi. Este apenas recibió una sanción, porque su actitud podía excusarse dentro de esas reglas difusas de machismo y odio en el deporte rey. Esta vez ha levantado la copa un equipo de mujeres, Luis Rubiales y su mala educación machista claramente no están preparados para adaptarse a esta novedad. No supo pedir disculpas, antes prefirió insultar a los que criticamos su pésimo ejemplo. A un cavernícola, igual que a un dictador, no le gusta que le llamen por su nombre.

@SantiGurtubay

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