Claudio Obregón Clairin

Los otros

Las formas en la que los seres humanos utilizamos el don de la Palabra revela nuestras historias y nuestra mentalidades, así entonces, cuando nos referimos a los eventos que acontecen delante a nuestras vidas, indagamos en castellano e inquirimos: ¿qué pasa? Los italianos tienen un sentido práctico de la vida y preguntan: ¿qué cosa hay? En tanto que los alemanes se cuestionan: ¿qué anda suelto o qué se pierde?

Existe una abismal diferencia entre lo que pasa, lo que existe o lo que se pierde. Los cuestionamientos anteriores nos indican la mentalidad de testigos que tenemos los hispanoparlantes, la practicidad de los italianos y el sentido de aprovechamiento de los alemanes.

Guiando a grupos de turistas italianos en las zonas arqueológicas del Mundo Maya, en ocasiones me preguntan: ¿y la pirámide…? Después  levantan el mentón, las manos y los hombros…  Entonces debo intuir que nuestros visitantes quieren saber quién la construyó, cuál era su función, cómo eran los rituales, de qué color estaba pintada y por qué fue abandonada… Los italianos son parcos en adjetivos y en sustantivos, existe entre ellos una complicidad semántica que les permite, con una pregunta, indagar en “la totalidad”.

Por otra parte, la estructura gramatical del idioma alemán coloca al verbo al final de la oración así que debemos esperar a que terminen de hablar para saber de qué están hablando; por lo tanto, los alemanes se interrumpen poco, guardan prolongados silencios y tienen un riguroso carácter que únicamente se relaja después de la segunda cerveza; en tanto que los italianos, hablan todos al mismo tiempo y en sus discursos se sirven de gesticulaciones porque necesitan del cuerpo para complementar su sobria sintaxis…

Orígenes

Los idiomas son atmósferas que nos muestran las múltiples formas de comunicarse a través de vocablos relacionados en primera instancia con la naturaleza y después, con la Condición Humana.

El lenguaje es una gran diferenciación de los seres humanos respecto a todas las especies; es el resultado de su capacidad de observación y atención y, en consecuencia, del desarrollo de acuerdos y negaciones.

El lenguaje tuvo una evolución lenta y azarosa. Esta afirmación contradice el planteamiento del lingüista y politólogo Noam Chomsky de la Universidad de Massachussets, quien ubica al lenguaje como un proceso reciente en la evolución humana, situándose en el “Homo Sapiens”; sin embargo, otras líneas de investigación postulan que el lenguaje se desarrolló desde tiempos inmemoriales como resultado de condicionamientos primarios creados por un mundo emergente creado a través de la conciencia grupal.

En ese sentido, es imposible ubicar a la comunicación verbal como un evento espontáneo, ni tampoco es plausible que el gen-proteínico «FoxP2» —que nos permitió desarrollar el lenguaje— fuera una mutación instantánea. Ningún proceso evolutivo tiene la particularidad de la rapidez.

Resulta realmente sorprendente y aún inexplicable científicamente, por qué los Neandertales fueron superados hasta el punto de la extinción por sus contemporáneos Cromagnones a pesar de que los Neandertales eran seres con mayor capacidad craneana, que estaban mejor adaptados al frío,  que contaban con una percepción elaborada del mundo metafísico y que desarrollaron una incipiente tradición funeraria.

La extinción de los Neandertales se debe sin duda a la superioridad de las armas y a la cohesión social de los Cromañones, pero sobre todo, a la comunicación que éstos lograron gracias a su desarrollo bélico y a la flexibilidad de sus hombros que les permitió cazar con lanzas; por otra parte, estudios recientes de paleontología determinan que los Neandertales contaron con un paladar plano, hablaron gangosamente y tuvieron dificultades para pronunciar las í y las ú… el sonido es finalmente, un espejo del criterio.

Poseemos una información genética para desarrollar el lenguaje en la zona del cerebro denominada “área de Broca”, pero no necesariamente arribamos al mundo con una gramática universal como afirma el maestro Noam Chomsky. La evolución de los animales humanos nos ha programado para recordar, coincidir e interactuar con nuestros congéneres independientemente de los idiomas de su preferencia. La sintaxis es un fruto evolutivo y los idiomas son cosmovisiones que dibujan la condición vital de quienes los hablan.

Hacia Asia

La mayoría de los idiomas asiáticos son aglutinantes, configuran sus palabras agrupando diptongos y tienen la capacidad de encontrar palabras nuevas a recientes invenciones humanas, por ejemplo: “computadora” en chino mandarín se dice “electricidad y mente” tal cual… también  su sentido ritual y supersticioso se revela en el número 4 ya que al pronunciarlo, su sonido es similar al de la palabra muerte, y es por ello que nunca verás a los chinos comiendo en mesas de cuatro personas ni tampoco desearán dormir en las habitaciones número cuatro o cuatrocientos…

Los idiomas mayas, como los mayas mismos, son de origen oriental. Cuando leemos un glifo reconocemos que los mayas históricos —al igual que  los contemporáneos— poseen un lenguaje metafórico relacionado con la naturaleza y sus ciclos. Los mayas históricos observaban que en la bóveda celeste existe un mecanismo o engranaje en el que los planetas, la Luna, el Sol y las 13 constelaciones, circulan del Este al Oeste por una banda imaginaria que los mayas vieron como una serpiente de dos cabezas y los científicos la nombran Eclíptica.

La Eclíptica y la Vía Láctea forman una cruz celeste y las posiciones de los astros en esos dos ejes, dieron sentido a la mitología maya, a sus calendarios, a sus rituales y a sus vidas.

Los mayas históricos vivían el instante con gran intensidad y con sus calendarios de 260 días (Tzolk’in) y de 360 días (Haab), anhelaban conocer el devenir cifrado en los movimientos celestes, observaban los ciclos planetarios y reconocían en ellos al origen del tiempo. La Religión Maya fue una religión matemática y  esa particularidad, le permitió transitar del ámbito de la creencia al de las certezas.

En la ciclicidad celeste se ubica el origen de la célebre frase “Lo busco, lo busco y no lo busco” se trata de una percepción circular y cíclica de la existencia, es así como el verbo maya “kaxan” significa tanto buscar como encontrar (también investigar)…

Cuando dicen que lo buscan buscando, significa que cuando encuentran siguen buscando, porque reconocen que no existe un punto final en sus búsquedas.

Al contrario de los occidentales mestizos quienes observamos con recelo un punto final en el horizonte, los mayas intuyen que yendo hacia el final de lo que alcanzan a mirar, iniciaran una nueva búsqueda.

El horizonte como el cielo, son destinos imaginarios que conforme nos acercamos, ellos se alejan… Nuestro mundo y todos los mundos dan vueltas, por ello, entre los mayas, cuando se llega, se vuelve a partir, cuando se busca, se sigue buscando porque el movimiento es la primera gran certeza que condiciona a todo lo demás.

El Universo no es estático, tampoco la percepción de él, los mayas históricos entendieron a la impermanencia, a nosotros nos angustia percibir apenas algunos de sus significantes.

Los mayas contemporáneos heredaron en sus idiomas el imaginario filosófico relacionado al movimiento, lo ritualizaron para  hacerlo propio, y es por ello que su riqueza se ubica en el entendimiento más no en la posesión, su ligereza con relación a la materia no es gratuita, es el resultado de una profunda, milenaria reflexión que ubica descansando en una hamaca al significado de su existencia, en el goce del instante y en el silencio que provocan las verdades, es quizá por ello que cuando quieren decir no, dicen “todavía”.

Occidente busca, encuentra, posee, destruye y se angustia, existe una sensación de pérdida constante y es verdad, hemos perdido el contacto con el cielo, con la dinámica del movimiento. Deseamos, poseemos, gastamos, echamos a perder. Los mayas contemporáneos cuando llegan, siguen su camino, cuando buscan, siguen buscando después de buscar porque el movimiento es la única realidad tangible.

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