Sorprende a los científicos su gran cantidad de mutaciones; al parecer, es capaz de sortear la inmunidad de las vacunas y potencializa su capacidad de transmisión

AGENCIAS

GINEBRA.- La nueva variante B.1.1.529 del COVID-19, detectada por primera vez en África austral, fue clasificada el viernes como “preocupante” por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y llevará el nombre “ómicron”.

La variante preocupa a los científicos por el gran número de mutaciones que presenta, lo que la hace impredecible en estos momentos, ya que podría manifestar formas nuevas de evadir las defensas humanas

Algunos expertos, como el profesor sudafricano Tulio de Oliveira, de la Plataforma de Innovación en Investigación y Secuenciación (KRISP), se muestran sorprendidos ante las características de esta variante. «Nos sorprendió, tiene un gran salto evolutivo, muchas más variantes de las que esperábamos, especialmente después de una tercera ola de (variante) delta muy severa», explicó.

Las mutaciones que llaman la atención son las detectadas en las proteínas pico, las cuales se unen a los receptores de las células para iniciar el proceso mediante el cual el virus libera el material genético en las células sanas. Además, estas proteínas son utilizadas en la mayoría de vacunas para preparar al sistema inmunológico contra el COVID.

Por tanto, el hecho de que las mutaciones se concentren en una parte tan importante –primordial tanto para que el coronavirus se expanda como para preparar las defensas inmunológicas contra él– hace que las previsiones sean pesimistas. Tiene potencial para aumentar la transmisibilidad y la capacidad de evadir la inmunidad previamente conseguida, por lo que puede llegar a impulsar nuevas oleadas de la enfermedad.

Hasta el domingo se habían detectado al menos una treintena de casos en Bélgica, Países Bajos Reino Unido, Alemania, República Checae Italia, mientras que en Dinamarca y Francia se creía que «probablemente» se confirmarían otros más en el transcurso del día.

La OMS advierte desde hace meses que un ritmo excesivamente lento en la vacunación, algo que todavía ocurre en países en desarrollo, puede dar lugar a nuevas variantes más peligrosas del coronavirus, y con ello retrasar el fin de la pandemia.