LA COVACHA DEL AJ MEN

 

Byun-Chul Han, el filósofo – cartógrafo.

 

Claudio Obregón Clairin

El filósofo coreano radicado en Alemania, Byun-Chul Han, está de moda. Su prosa proyecta las sombras de la sociedad neoliberal-cibernética y las transcribe en sus obras “La Sociedad del Cansancio y La Sociedad de la Transparencia”.

Han ha sugerido que a consecuencia del bombardeo digital de estímulos, informaciones e impulsos que recibimos en nuestro cotidiano digital, inevitablemente somos poseídos por el positivismo y consecuentemente, se incrementa el número de personas deprimidas.

La comunicación tecnológica para Han genera un “ruido informativo” “…el ruido informativo ha suplantado al vacío y al silencio; “el otro” dejó de ser un misterio para convertirse en un dato… nos encontrarnos en las pantallas, en las apariencias, lo virtual captura cada vez más la intención de nuestros deseos y de nuestros actos. Como zombis hemos entregado nuestra atención a los dispositivos digitales, los cuales, constatamos, se han convertido en una extensión de nuestro ser, de nuestra personalidad, entregamos a ellos nuestra vitalidad”.

Continúa Byun, “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede” “Ahora uno se explota así mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”

La prosa de Byun es amena y utiliza un lenguaje claro, también desnuda como un viento frío al evidenciar las tres enfermedades neuronales generadas por las exigencias del rendimiento y la auto explotación.

 

  1. Déficit de atención con hiperactividad
  2. Trastorno límite de la personalidad
  3. Síndrome de desgaste ocupacional.

 

En su ensayo “La Sociedad de la Transparencia” Han nos devela el talante de la sociedad positiva, la cual, abandona cualquier negatividad, favoreciendo al capital, a la comunicación y a la información.

Para Han, actualmente “Las Redes Sociales” se han convertido en un mercado en el que se exponen y consumen intimidades, así lo refiere: “…la intimidad es la fórmula psicológica de la transparencia. Se cree conseguir la transparencia del alma por el hecho de revelar los sentimientos y emociones íntimos, desnudando así el alma”.

La sociedad de la transparencia -continua Han- “cuenta con un carácter totalizador, pues concibe a nuestras sociedades como iguales y uniformes, despojadas de cualquier contenido cultural que permita reconocer la diferencia”.

El pensador coreano concluye: “la crisis de la época actual no es propiamente la aceleración, sino la dispersión y la disociación temporal. Una discronía temporal hace que el tiempo transcurra sibilante sin dirección y se descomponga en una mera sucesión de presentes temporales, atomizados”.

 

Byun apunta que es un atentado a nuestra salud mental andar de prisa, generar estrés permanente, sufrir las exigencias laborales sustentadas en la exigencia del rendimiento y en nuestra autoexplotación, sus postulados se convirtieron en un bestseller porque descobijan los atavíos de la simulación y lo hace puntualizando escenarios en los que notamos la ausencia de su criterio.

Byun dibuja los temas sustanciales de nuestro tiempo, el mundo digital como escenario de realización personal y laboral; el rendimiento como nuevo estilo de explotación y las redes de espejos que uniformadas en un ruido informativo, cumplen su función última: la comercial.

Ahora bien, la filosofía tiene como vocación formular preguntas. Byun-Chul Han las ignora, él dibuja. Es un Cartógrafo de la Realidad del Hilo Negro y su éxito nos revela que la reflexión digital evita profundizar, es suficiente con leer y darle un like a la recapitulación de las evidencias; nada más lejos de la virtud filosófica de cuestionar lo que para todos es obvio.

Han nos ofrece apabullantes claridades en una sociedad de cansancio, ciertamente, pero ¿cómo las abordamos y las trascendemos? Sin siquiera preguntárselo, la obra de Byun se instala en “esas sensaciones de presentes temporales, atomizados” que tanto cuestiona.

Algunos lectores, después de leer su obra, se estacionan en la estupefacción, con ella, es poco recomendable surfear en el caos, acaso se ven con mayor nitidez las enormes olas. Hay quienes al leer los enunciados de Byun-Chul Han, en lugar de redimirse nadando a contracorriente o buscar un fragmento del barco hundido de donde asirse… se abandonan y se ahogan en el hastío.

Han evita acercarse al desarrollo prospectivo, si las conoce, se guarda para sí las herramientas con las que podemos deconstruir la realidad que enuncia. Comparte desde la desazón, señala, martillea, restriega  sombras en el hálito de luz de nuestra voluntad. Su prosa induce al olvido de que aunque condicionados, somos los hacedores de nuestro destino.

Queriendo ser el veedor de la verdad de nuestro tiempo occidental, termina siendo el cartógrafo de una amarga realidad en la que en última instancia, es imposible transitar ya que carece de relieve.

 

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