Que alguien me explique las causas de tanto odio. ¿Por qué la antipatía de un sector de la población, por cierto minoritario, hacia Andrés Manuel López Obrador, llega a extremos de enajenación?

Nunca, en la etapa contemporánea, un Presidente de la República había sido denostado tanto como lo ha sido el actual.  Desde acusar de ignorante a alguien que ha escrito 18 libros, muchos más de los que han leído algunos de sus furibundos críticos en toda su vida, hasta esparcir falsedades en relación a sus programas de gobierno y a sus icónicas obras.

La agresión mediática a López Obrador y su reproducción en el imaginario de muchos, solo es comparable en esta latitud a la que sufrió Francisco I. Madero en su intento de democratizar el país o la endilgada a Lázaro Cárdenas, por su política agrarista y nacionalista. Para fortuna de todos, los tiempos han cambiado y a lo que más llegan los generadores del odio, es a tratar de propiciar la muerte moral o política de sus oponentes  y de lo que representan; siempre en defensa de los intereses  de los pocos que fueron convidados al festín neoliberal, semejante al bíblico “festín de Baltasar” reseñado en el Libro de Daniel; la diferencia entre ambos convites es que mientras los comensales del rey de Babilonia comían y bebían en vasos sagrados saqueados del Templo de Jerusalén, los otros, metafóricamente, lo hicieron empleando como utensilios los bienes de la nación.

Que alguien me explique cómo pueden seguir sosteniendo que la suspensión de la obra del Aeropuerto de Texcoco motiva la desconfianza de los empresarios, cuando la llegada de inversión extranjera directa en 2022 fue de más de 35 mil millones de dólares, superando en un doce por ciento la del año anterior. Por cierto, dado el nivel de agua que presenta en la actualidad el sitio donde se pretendía construir aquella obra, únicamente iban a poder operar hidroaviones.

Que me aclaren también cómo algún habitante del sur-sureste de México, tanto tiempo abandonado por el gobierno central, pueda ver con malos ojos el proyecto del tren maya; cómo alguien que conozca la región puede “comulgar con las ruedas de molino” que nos endilgan día a día los falsos ambientalistas y autonombrados defensores del pueblo maya.

Podríamos seguir con la lista interminable de críticas sin fundamento, a proyectos y políticas públicas de la 4T, pero alargaríamos mucho estas líneas. Sin embargo, es propicio adelantarnos a la que seguramente se hará respecto a la adquisición por parte del Estado mexicano de 13 empresas generadoras de electricidad propiedad de Iberdrola. A las consideraciones que saldrán de los “expertos”, ahora en energía, antes en ecología o economía, únicamente presentaremos como prueba de la bondad de la nacionalización, el costo comparativo por megavatio (megawatts) de capacidad de producción, entre esta adquisición y el  proyecto de energía solar de Puerto Peñasco.

La central eléctrica con paneles solares ubicada en el desierto de Sonora tendrá una capacidad de un mil megavatios y una inversión de 1,685 millones de dólares, lo que con una simple división nos da un costo promedio por megavatio de capacidad, cercano a los 1.7 millones de dólares. Las plantas que se adquirirán de la empresa española tienen en conjunto una capacidad de 8,534 megavatios y costarán 5,943 millones de dólares, por lo que el costo por la misma unidad de potencia es de poco más de 696 millones de dólares, lo que significa menos de la mitad. 

Pero mis dudas quizás tengan una respuesta pronta y no necesitaré “que alguien me explique”, como solicitaba aquel personaje de una serie cómica. Más allá de los intereses afectados por la nueva forma de hacer política, quizás algunos justos pero la mayoría bastardos, subyace en un sector de la población un acendrado racismo, clasismo y “aspiracionismo”, que nubla su entendimiento. Contra eso es difícil luchar; como dice la frase inscrita en piedra que recibe a los visitantes de las “escuelas menores” de la Universidad más antigua de España, ya traducida a nuestra lengua: “lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta”.