Violencia y VIH

Roberto Guzmán

La desigualdad de género como factor contribuyente para la propagación del Virus de la Inmunodeficiencia Humana VIH, no solo genera un aumento de las tasas de infección por VIH, sino que las mujeres, adolescentes y niñas de nuestro estados hoy reducen sus capacidades para poder hacer frente a la epidemia, ya que al carecer de información sobre sus derechos sexuales como del proceso mismo de la infección o a la falta de recursos para poder prevenirse de otras ITS, las ponen en situaciones de riesgo y en posibilidad de que se suscite contra ellas una violencia generalizada.

La violencia sexual y las violaciones a sus derechos humanos que en Quintana roo cada vez más se documenta más, se acrecienta por la dinámica del poder patriarcal con el que ellas no puedan negociar con sus parejas durante sus relaciones sexuales, más aún cuando opta no querer utilizar un condón para prevenirse, situación que se vuelve insegura y “desigual” al no poder ellas manifestar su no deseo a tener sexo. Aquí la urgente necesidad de revertir roles y estereotipos del género para no seguir manteniendo y colocándolas en situaciones de vulnerabilidad.

Desde que se detectó en México como en Quintana Roo el primer caso de VIH y el SIDA hace más de 30 años, los Servicios Estatales de Salud como el CENSIDA han señalado que existe un dato que debe alertarnos y dar respuestas tanto a la Sociedad Civil como a los distintos Gobiernos, que es el evitar que la epidemia llegue a “feminizarse” ya que hoy y desde hace tres años se continua documentando porcentajes de prevalencia alta en mujeres y niñas, y este 2021 en Quintana Roo, la tasa de incidencia de nuevos casos documentados, resulto ser la más alta de todo el país con un 37.39 por cada 100 mil habitantes y al igual continuo un aumento de nuevos casos por transmisión vertical.

La desigualdad de género que se manifiesta durante la atención médica de este sector podría implicar hacia las mujeres con un diagnostico reactivo  sufrir violencia obstétrica, maltrato psicológico o agresiones verbales tanto de parte del personal médico como de las enfermeras, donde el género también podría presentarse al ser maltratadas, ofendidas o humilladas al no querer durante la consulta tocarlas o negarles tratamientos o pruebas de control, quienes por vergüenza o por  la discriminación social, optarían el limitarse y no acceder a recibir  información de cómo prevenirse y llegar a mejores estadíos de  salud.

La semana pasada nuevamente se realizaron acciones en todo México que nos recordaron que cualquier tipo de violencia contra las mujeres se debe erradicar, pero también considero mi estimado lector que no hubo manifestaciones en torno a la violencia y el rol de ellas en los índices de la transmisión del VIH donde el sexo forzado, el abuso sexual en la infancia, la trata de personas o el tráfico sexual vinculado a mayores propagaciones de nuevas cepas no se habló por ningún colectivo participante.

Habrá que reflexionar para los siguientes 25N lo que significa ser víctima de trata o somete a tratamientos quirúrgicos por médicos no calificados en condiciones antihigiénicas cuando hay que practicar un aborto bajo condiciones inseguras.

Panorama siniestro y de desigualdades, que considero mi estimado lector que al no haberse escuchado pronunciamientos de nuestras mujeres Diputadas el pasado jueves 25 en torno a estos temas, habrá que exhortarlas como otros legisladores igual, a que abonen leyes actuales y nuevos decretos que respondan no solo a intereses protagonista de grupos, sino a situaciones verdaderas de violencias que en Quintana Roo desde hace 4 años se siguen documentando y sin que se esté garantizando el acceso universal a la información, o a la educación sexual como a los servicios de salud sexual reproductiva con un enfoque y perspectiva de género y al VIH basados en una igualdad sustantiva.