Roberto Guzmán

Hoy México reclama y nos necesita, ya que los derechos que tenemos como resultado de una lucha de muchos años de compromiso de nosotros los ciudadanos como de la sociedad civil organizada, se están viendo amenazados por la inseguridad originada por grupos delictivos como por la inminente militarización de este país, amenazas que pronto comenzarán a inhibir nuestra seguridad y a poner en riesgo nuestro sistema de libertades.

Los retos del México de hoy son enormes debido a la crisis sanitaria por el Covid-19, junto a una inflación imparable y una economía destrozada con tasas de interés a la alza, que no han hecho más que incrementar la pobreza del mexicano, creciendo a más de tres millones los ciudadanos a quienes no les alcanza para a completar su canasta básica.

Es urgente entonces para los muchos ciudadanos que no votamos por este gobierno actuar en la inmediatez para impedir más ocurrencias de quienes están al frente de las instituciones gubernamentales y que sin rumbo claro tomaron malas decisiones para este barco que se llama México y que está por hundirse, al igual que el sistema de salud que antes de la pandemia al igual que la economía estaban ya frenados y donde el Seguro Popular desmantelado no tuvo una mejor propuesta que le diera la vuelta.

Tan sólo en 2020, el primer año de la pandemia en México, el 28% de la población carecía de servicios públicos de salud, es decir, 35.7 millones de personas, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Por lo que haber querido instaurar un Sistema de Salud Universal, sin un condicionamiento por la situación laboral que se vivía y por la capacidad de pago, fueron temas que hoy continúan sobre la mesa de las políticas de salud de la 4T, y después de cuatro años de haber iniciado es aún una meta difícil que no creo se logre alcanzar. Primero, por la carencia de servicios de salud pública, lo que continúa afectando junto con la economía a las personas como a las comunidades más desprotegidas, ya que al no haber atención ni infraestructura programática a la salud, si uno se enferma y no tiene seguro, tiene que ver cómo pagarlas y dónde y cómo trasladarse para acceder a ellas.

A estos fallidos resultados tenemos que sumarle que, ante la imperiosa necesidad de compra de equipamiento, medicinas de especialidad y la carencia de suficientes recursos para nuevos hospitales en localidades en pobreza extrema, el nuevo presupuesto presentado por la Secretaría de Hacienda Federal para 2023 impedirá su operación y consolidación, así como brindar servicios como el prometido Sistema Universal de Salud. Es de suponerse que a dos años de terminar este gobierno, a ese proyecto no le espera más que la debacle pues es ya letra muerta, por las omisiones dentro del presupuesto presentado al Legislativo, pues se requieren para su optimización más de 200 mil millones de pesos adicionales a lo programado para la contratación de más personal de salud, más y mejores medicamentos de calidad.

Y si esto será así, mi estimado lector, la pregunta que le hago es ¿de dónde va a salir ese dinero?