Roberto Guzmán

Permitir alinear a los órganos electorales a voluntad

de un gobierno, es abonar al autoritarismo.

A lo largo de la historia de nuestro país han surgido distintos movimientos sociales cuyos objetivos lograron cambios sustanciales a través de múltiples acciones colectivas de participación, cuando existían necesidades de expresar valores, creencias como ideologías y demandas ciudadanas en cada una de ellas.

Quienes hemos participado o convocado a salir a las calles hemos podido manifestar en algunas de estas movilizaciones nuestro descontento e inconformidad por un sistema punitivo, por alguna Ley violatoria o por acciones denigrantes cuando se trataba de atentar contra los derechos humanos de cada uno de nosotros.

Para lograr poner fin a un sinnúmero de injusticias o represiones de la autoridad, debemos implementar movilizaciones participativas, que siempre resultan clave y mucho más productivas cuando se les añaden nuevas demandas y propuestas con las que se puede exigir la reivindicación en conjunto a mejoras para todo un sector de la sociedad, o a grupos y colectivos.

Las marchas o movilizaciones solo surgen cuando existen tensiones estructurales ante carencias organizativas o porque no convence ni gusta el cómo la autoridad atiende las demandas o impide se viva la resolución a estas propias injusticias, por lo que hay que creer siempre que los problemas a favor a una solución solo se alcanzaran a través de la participación y la solidaridad.

Basta con recordar cómo el pasado 2 de octubre se conmemoraron 54 años del movimiento estudiantil del 68, con lo cual volvimos a constatar que las movilizaciones continúan dejando huella sin que podamos permitirnos olvidar lo que significaron, al igual que #YoSoy132, un movimiento que sacudió una elección presidencial.

“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, un grito de desesperación que hasta la fecha sigue volcado, en lo que va esta administración, en claras mentiras e impunidad para muchos padres de estudiantes que solo quieren saber dónde están sus hijos.

Por igual, “¡El patriarcado va a caer!”, “Mi cuerpo, mi decisión”, han sido demandas que hoy se cristalizan en leyes a favor de las mujeres de este país por su participación en innumerables movilizaciones que hasta vidas han costado.

De todo esto considero, mi estimado lector, que las demandas ciudadanas a 54 años del movimiento del 68 deben continuar en pie a través de movilizaciones organizadas cuando se deba exigir poner alto a graves violaciones a nuestros derechos humanos, o ante intentos por debilitar lo que a los ciudadanos tanto nos ha costado fortalecer, como es nuestra democracia.

La movilización del pasado domingo marcó un parteaguas y hoy apunta hacia nuevas acciones a un despertar, por el simple hecho de haber logrado por convicción propia mover a un país ante el sinnúmero de ocurrencias, mentiras, situaciones incoherentes, fantasiosas e irreales que a cuatro años por celebrar sólo han propiciado el debilitamiento del sistema de salud, la economía, pero sobre todo ha acrecentado la inseguridad, los homicidios, las masacres y las cifras de desaparecidos. 

A cuatro años de un triunfo avasallador en las urnas, pero a la baja de votantes por un discurso esperanzador que ya no convence, el presidente ha llamado a una marcha el próximo 27 de noviembre, pero no cabe duda de que en vez de un mitin con motivo del cuarto aniversario de su llegada a la Presidencia está convocando a una megamovilización de odio, de ardor y revancha, que considero no unirá, sino que confrontará más a una ciudadanía que lo ha puesto a temblar y en donde mediante la operación política desde el poder habrá acarreos, pases de lista, cuotas para cada gobernador y para cada comité estatal de su partido, sin que falten por acciones coercitivas los beneficiarios de programas gubernamentales. Por más irreal que parezca, considero que el presidente logrará aumentar la división y el encono de este país.

Estimado lector, sin afanes de descalificar, considero que para construir ciudadanía nuestros gobernantes, más allá de su origen partidista o sus preferencias ideológicas, deben trabajar para construir, tender puentes y generar armonía, no retarse y envalentonarse, haciendo estéril toda labor a beneficios de una ciudadanía.

¿Usted que opina…?