Ambientalistas y ejidatarios denuncian la devastación de extensas zonas de humedales y manglares al amparo del director de Áreas Naturales Protegidas del Ibanqroo, Tomás Sánchez Cabrera, en complicidad con el extitular de SEMA, Alfredo Arellano Guillermo

SALVADOR CANTO

CHETUMAL.- Extensas zonas de humedales y manglares han sido deforestadas y continúan siendo devastadas en el Santuario del Manatí, Bahía de Chetumal, provocando serias repercusiones al ecosistema de humedal con afectaciones al manatí antillano, especie en peligro de extinción, denuncian ambientalistas.

Investigaciones de esta redacción han revelado que desde que se fundó el Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas (Ibanqroo) en el 2018, institución creada a modo durante la administración estatal de Carlos Joaquín González —hoy embajador de México en Canadá— para poner al frente al biólogo Alfredo Arellano Guillermo y a Tomás Sánchez Cabrera, los rellenos de manglares se incrementaron sustancialmente en la zona de Punta Lagarto ubicado en el Ejido de Calderitas.

Destaca una construcción de ocho kilómetros de largo por siete metros de ancho de terracería, que devino en una superficie de deforestación de más de 50 mil metros cuadrados. Las consecuencias de esta devastación fueron significativas dentro del Santuario del Manatí, provocando la fragmentación del hábitat del manatí antillano, así como el vertimiento de toneladas de sedimentos al agua en escaso tiempo.

En torno a esta polémica obra, activistas ambientales revelaron que dicho camino no fue construido como saca cosechas, ya que en la zona no existen actividades de agricultura por ser terrenos naturalmente inundados, sino que más bien el camino fue hecho sobre los manglares como vía de acceso para poder justificar la lotificación de predios o lotes urbanos, a pesar de que en la zona están prohibidas dichas actividades.

Fuentes consultadas por El Despertador de Quintana Roo afirmaron que son más de dos mil 500 lotes urbanos que a la fecha se han subdividido dentro del Área Natural Protegida (ANP) al amparo del biólogo Tomás Sánchez Cabrera, actual director estatal de Áreas Naturales y exfuncionario de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), de donde, a decir de los denunciantes, fue expulsado por corruptelas en el manejo de los fondos forestales y por cobrar dádivas a los ejidatarios por favorecerlos con los programas de fomento.

Es recordar que Tomás Sánchez es íntimo amigo del biólogo Alfredo Arellano Guillermo, quien cuando fue secretario estatal de Ecología y Medio Ambiente le dio empleo en el Ibanqroo “y desde entonces empezaron las desgracias para la Bahía de Chetumal y lo mismo intentaron hacer cuando de manera impositiva intentaron decretar como Área Natural una parte del Ejido de Bacalar, incluyendo la Laguna de los siete colores, con engaños y no socializando los temas como marca la Ley”, añadieron.

Conforme a los datos recabados en la página del Periódico Oficial del Gobierno del Estado, la Bahía de Chetumal es un ANP Decretada desde el 24 de octubre de1996, con una superficie total de 277 mil hectáreas con el propósito de salvaguardar el hábitat del Manatí antillano (Trichechusmanatus), especie en peligro de extinción.

Posteriormente, el 4 de junio de 2008 se estableció legalmente el Programa de Manejo, cuyo propósito es el establecimiento de zonas sensibles y de aprovechamiento, así como las reglas de uso para regular las actividades humanas. En este sentido, paradójicamente, la zona de Punta Lagarto, Punta Polvox, la Barra y el Arenal, espacios que antes se encontraban en excelentes condiciones de conservación con uso de suelo de amortiguamiento, actualmente se encuentran ya fragmentados y continúan su franco deterioro.

Como si fuera “mucha casualidad” —añaden las fuentes consultadas—, justamente donde inicia la poligonal del ANP en la porción de Punta Lagarto se rellenó el manglar para un camino de ocho kilómetros de largo hasta llegar a la punta conocida como Polvos y Barra, a pesar de que dicho paraje se encuentra aislado por la entrada de agua que conduce a Laguna Guerrero.

Hoy, esos trabajos han pasado hasta el otro lado del continente para continuar realizando los trazos topográficos y el camino para un avance total de 12 kilómetros de manera imparable dentro del paraje el arenal, el cual colinda con la zona núcleo de dicha ANP.

Y la mención irónica al término “casualidad” obedece a que justamente el camino y los lotes siguen los contornos de la poligonal de la subzona de Polvox, lo cual es indicativo que los funcionarios ambientales actuales tienen que estar avalando dicho trazo en perjuicio del hábitat del manatí antillano.

Lo anterior ha sido corroborado por  ejidatarios de Laguna Guerrero y Ejido Calderitas, quienes han interpuesto las denuncias correspondientes, pero tanto las autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) como de la Procuraduría de Protección Ambiental (PPA) han hecho oídos sordos a tan grave devastación, pues “hacen como que hacen”, mientras la deforestación continúa a gran escala.

El Doctor en Ciencias Benjamín Morales, exfuncionario y reconocido investigador del Colegio de la Frontera Sur, explicó que el manatí antillano es muy sensible a los cambios de temperatura y a la turbidez del agua, la cual afecta la distribución de pastos marinos, de la que depende su alimentación.

Resulta importante señalar también el deficiente desempeño del biólogo Tomás Sánchez Cabrera, director de Áreas Naturales Protegidas del Ibanqroo, lo cual es confirmado por la auditoría en materia de desempeño realizada por la Auditoria Superior del Estado de Quintana ROO (Aseqroo) de acuerdo al expediente 21-AEMD-A-GOB-010-019, notificada el 28 de julio de 2022 mediante la orden de visita de inspección ASEQROO/ASE/AEMD/0964/07/2022.

En ese oficio se concluye que el Ibanqroo, en seis años de existencia, ni siquiera ha podido cumplir con lo más básico, pues no cuenta con un reglamento interno, manual de organización, manual de procedimientos, no cuenta con política de integridad (código de ética y de conducta), no tiene un reglamento interno del Consejo Estatal de las Áreas Naturales y no ha publicado ningún programa de manejo.

Además, desde la creación del Ibanqroo se han perdido más de 11 mil hectáreas del Área Natural Protegida Estatal Laguna Chichancanaab en el municipio de José María Morelos, lo que ha conducido a la promoción de un amparo por el ejido de Dziuché, ante la desatención y ruptura social con el ejido, ya que el biólogo Tomás Sánchez mantuvo completamente en el olvido dicha ANP, de acuerdo con las denuncias de los ejidatarios.

Existen señalamientos de que desde su llegada al Ibanqroo, Tomás Sánchez Cabrera, de la mano de Alfredo Arellano, estableció un esquema de prestación de servicios de consultoría ambiental en estudios de impacto ambiental y de programas de fomento a particulares desde las oficinas de gobierno, lo cual resulta grave porque es juez y parte, además de que utiliza los bienes públicos para esa labor sin encargarse del pago de servicios de agua, luz, internet, papelería, renta de oficinas, entre otros.

Cabe señalar que Alfredo Arellano Guillermo fue separado de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente en marzo de 2019, después de casi cuatro años en el cargo, al verse envuelto en escándalos de otorgamiento de contratos públicos, aunque las fuentes consultadas aseguran que mantiene su involucramiento con Tomás Sánchez para seguir haciendo negocios, bajo la figura de consultor en medio ambiente y desarrollo sostenible.

Finalmente, se pudo conocer que las instalaciones y el equipamiento de la torre de vigilancia ambiental ubicada en la aguada cercano al Canal de Zaragoza, infraestructura financiada por el Fondo Arrecifal Mesoamericano Mar Fund para el cuidado y protección del manatí, han sufrido desmantelamiento y robos, por lo que actualmente es un desierto en medio de la Bahía de Chetumal.