En la vida cotidiana, Miss Coral es una mujer tranquila, casi imperceptible. Sin embargo, al ponerse la máscara, se convierte en una figura magnética: sociable, coqueta, platicadora y seductora. Estas características, que explota como luchadora ruda, contrastan fuertemente con su profesión: por las mañanas, salva vidas en un consultorio dental, y por las tardes, dedica su tiempo a un albergue para personas en situación de calle. 

Sergio Masté

En la vida cotidiana eres una mujer tranquila, casi imperceptible. Sin embargo, al ponerte la máscara, te conviertes en una figura magnética: sociable, coqueta, platicadora y seductora. ¿Cómo manejas este contraste tan fuerte entre tu vida diaria y tu vida en el ring?

– Sí, la diferencia es bastante marcada. En mi vida diaria soy cirujano dental y trabajo en un albergue para personas en situación de calle. Es un trabajo que requiere mucha concentración y calma. Pero cuando me pongo la máscara, me transformo en Miss Coral, una luchadora ruda que es todo lo contrario: sociable, coqueta y seductora. Es una forma de liberar otra parte de mi personalidad y es algo que disfruto mucho.

– En una entrevista reciente, mencionaste que tu inicio en la lucha libre fue bastante inusual. ¿Podrías contarnos un poco más sobre eso?

– Claro, mi vida luchística comenzó de una manera muy rara. Inicialmente, iba al gimnasio solo para bajar de peso, pero me fui quedando y entrené durante dos años sin luchar. Mis compañeros me animaban a luchar, pero no me gustaba la idea. Finalmente, por coincidencia, terminé en la lucha libre. Fue un viaje inesperado que me llevó a un destino que nunca había imaginado.

De pequeña, admirabas a figuras icónicas como Martha Villalobos, Cien Caras y El Dandy. ¿Cómo fue para ti conocer a Martha Villalobos?

– Fue algo increíble. Jamás imaginé poder conocer a Martha Villalobos, pero gracias a Dios, tuve el honor de conocerla. Pienso que hay efectos mariposa en la vida y este fue uno de ellos. El día que conocí a la señora Martha Villalobos fue como un sueño hecho realidad. Ella es una leyenda y conocerla fue un gran honor para mí.

¿Recuerdas tu debut en la lucha libre? ¿Cómo fue esa experiencia?

– Sí, lo recuerdo bien. Mis compañeros insistían en que luchara y finalmente accedí. Fui sin equipo, pero estaba preparada físicamente. Cuando me preguntaron mi nombre, no tenía uno en mente. Un compañero dijo “Miss Coral”, y así quedó. Han pasado ocho años y la gente me reconoce por ese nombre. Quizás no soy muy famosa, pero el personaje ha dado de qué hablar.

Sobre la falta de ídolos modernos en la lucha libre, mencionaste que “faltan luchas auténticas, no brincos”. ¿Podrías expandir un poco más sobre tu opinión al respecto?

– Sí, creo que la lucha libre ha cambiado mucho. Antes, las luchas eran más auténticas, más técnicas. Ahora, hay muchos brincos y acrobacias que a veces restan a la esencia de la lucha libre. Creo que necesitamos volver a las raíces, a las luchas auténticas como las que daba el señor Signo. Eso es lo que hace falta hoy en día.

Detrás de la máscara de Miss Coral se encuentra una mujer bella, inteligente y dedicada. ¿Podrías compartir un poco sobre tu vida fuera del ring?

– Claro, fuera del ring, mi vida está dividida entre mi trabajo como cirujano dental y mi labor en un albergue para personas en situación de calle. Dedico mucho tiempo a entrenar, de 6 a 8 de la noche todos los días. Es una vida bastante ocupada, pero disfruto lo que hago.

¿A qué le tiene miedo Miss Coral?

– A nada. En el ring, no temo a nada. Pero fuera del personaje, la diferencia es notable. Fuera del personaje, no soy tan sociable ni compatible con las sociedades. Sin embargo, la lucha libre me ha permitido liberar mis pensamientos y ser más abierta.

Miss Coral es un ejemplo de cómo la pasión y la dedicación pueden llevar a una persona a vivir una vida llena de contrastes y desafíos, tanto dentro como fuera del ring.