SINGAPUR.- El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong Un partieron de Singapur ayer con encendidos autoelogios a los avances logrados en la desnuclearización de la península coreana. Pero Trump enfrentaba preguntas difíciles en casa acerca de si obtuvo muy poco a cambio de lo mucho que concedió, como el acuerdo de desistir de los ejercicios militares con Corea del Sur.

En una ceremonia perfectamente coreografiada, Trump y Kim realizaron una reunión sin precedentes que parecía inconcebible unos meses atrás, cuando los dos países intercambiaban insultos y amenazas nucleares.

Los dos se mostraron optimistas después de unas cinco horas de conversaciones, y Trump agradeció a Kim por “dar el primer paso audaz hacia un futuro nuevo y brillante para su pueblo”. Kim dijo que ambos “decidieron dejar atrás el pasado” y prometió que “el mundo presenciará un gran cambio”.

Poco después, Kim partió en su avión, mientras Trump, evidentemente eufórico, habló durante más de una hora con la prensa sobre lo que describió como una hazaña histórica para prevenir la perspectiva de una guerra nuclear, antes de partir de vuelta a Estados Unidos.

Los detalles de cómo y cuándo será la desnuclearización del Norte aparentemente no estaban resueltos, lo mismo que la naturaleza de las “protecciones” que Trump prometió a Kim y su gobierno.

Pobre en aspectos concretos, el acuerdo de Singapur se reduce prácticamente a continuar las discusiones, tal como sucedió con declaraciones y compromisos anteriores.

Tampoco incluye una notable concesión de Trump, quien dijo a la prensa que congelaría los “juegos bélicos” con el aliado Corea del Sur mientras duren las negociaciones. Trump lo presentó como una medida para reducir costos, pero también dijo que las operaciones eran “inapropiadas” mientras continúan las conversaciones. Pyongyang siempre ha denunciado los ejercicios como una amenaza a su seguridad.

En su declaración conjunta, los mandatarios prometieron “construir un régimen de paz estable y duradero” en la península. Trump ha insinuado la posibilidad de invertir en el Norte para dorar la píldora del abandono de las armas nucleares. El empresario inmobiliario convertido en político musitó acerca del valor potencial en materia turística de las zonas playeras del país.