*. “La lucha libre lo es todo en mi vida”, concluye. Y su mensaje es claro: la lucha, dentro y fuera del ring, es el camino para superar cualquier adversidad.

Sergio Masté

Con solo 18 años, el yucateco Ángel Infernal Jr. ya ha dejado su huella en la lucha libre, un deporte que es parte de su vida desde que tiene memoria. Hijo del reconocido luchador Ángel Infernal, y perteneciente a una dinastía luchística, creció entre llaves y contrallaves, aunque en casa, por respeto, no se hablaba de lucha libre. A los 7 años, ya con conocimiento del deporte espectáculo, fungió como mascota de su padre, después de haber comenzado su entrenamiento a los 6 años.

Desde su debut profesional a los 13 años en Campeche, donde emergió como luchador en una noche en que faltó un deportista, Ángel Infernal Jr. ha compartido el ring con figuras de renombre como Volador Jr. y Ricky Marvin. Sin embargo, su camino no ha sido fácil. A su corta edad, ha sufrido lesiones severas, pero el amor por la lucha libre lo ha mantenido firme.

Pero no solo las lesiones han marcado su vida. El joven luchador ha enfrentado momentos difíciles que lo llevaron a sufrir de ansiedad y depresión. “Llegó el momento en que quería atentar contra mi vida. Estuve retirado del encordado por aproximadamente dos, tres meses debido a esas cuestiones”, confesó Ángel Infernal Jr.

No obstante, la lucha libre se convirtió en su salvavidas, en el refugio que lo ayudó a superar esos momentos oscuros. “La lucha libre me sacó de esos problemas. Volver al ring, cumplir mi sueño y dar todo por este deporte fue lo que realmente me ayudó a sobresalir de la depresión”, relató con sinceridad.

Con un mensaje de esperanza y superación, Ángel Infernal Jr. invita a todas las personas que están atravesando momentos difíciles a no rendirse. “La lucha libre va a ser su segunda casa, y sus compañeros su segunda familia”, afirmó. “Es importante mantener la mente ocupada para no tener tiempo de pensar en tonterías. A mí, estar en el ring y sentir el cariño del público me hizo sentir vivo nuevamente”.

Para él, ser luchador no solo es un legado familiar, es una pasión que lo ha acompañado desde pequeño. “Para mí, ser luchador es algo muy importante y muy bonito. Mi familia lleva años en la lucha libre, desde mi tío Lobo Salvaje, que es considerado una leyenda, hasta mi papá, Ángel Infernal. Seguir con la tradición familiar es algo muy significativo para mí”, expresó con orgullo.

Aunque en su hogar nunca se hablaba de lucha libre, Ángel Infernal Jr. siempre supo que su destino estaba en el ring. “Desde muy pequeño, mi papá me llevó al gimnasio. Me dijo: ‘Este es el gimnasio, si te gusta, volverás’. Y así fue, desde los 6 años, me quedé pegado al gimnasio”, recordó.

A pesar de los desafíos, Ángel Infernal Jr. sigue adelante, manteniendo viva la tradición familiar y encontrando en la lucha libre la fuerza para superar cualquier obstáculo. “La lucha libre lo es todo en mi vida”, concluye. Y su mensaje es claro: la lucha, dentro y fuera del ring, es el camino para superar cualquier adversidad.

RECUADRO
UN GUERRERO QUE NO SE RINDE ANTE LAS LESIONES

En la lucha libre, el cuerpo es el principal instrumento y, a veces, también la principal víctima. Ángel Infernal Jr., un joven luchador que ha dejado el alma y el cuerpo en el ring, lo sabe bien. A lo largo de su carrera, ha enfrentado una serie de lesiones que pondrían a prueba a cualquier atleta, pero su determinación y amor por el deporte lo han mantenido firme en su camino.

Las múltiples lesiones a lo largo de su carrera, incluye una grave lesión en los nervios de la columna que le hizo perder temporalmente la movilidad en las piernas. A pesar de estas dificultades, su pasión y determinación lo han mantenido en el ring. Versátil en su estilo, combina maniobras aéreas y castigos físicos, lo que ha contribuido a su éxito, pero también a sus lesiones recurrentes, como fisuras en las costillas y una clavícula que se zafa constantemente. A pesar de todo, Ángel Infernal Jr. sigue luchando con firmeza y dedicación.