¿De qué atole a Olga Sánchez Cordero, ex ministra de la SCJN y futura secretaria de Gobernación, se le ocurre que legalizar las drogas es condición obligada para lograr la pacificación de México? ¿De cuándo acá? Las reacciones no se hicieron esperar. La Casa Blanca aseguró ayer que se opone a esta posibilidad. Despenalizar el uso recreativo de la mariguana y la amapola, como propone doña Olga, tiene grandes y diversas implicaciones por sus altos índices de criminalidad y violencia.

Aunque en muchos países ya es legal el uso medicinal y recreativo de ciertas drogas como la mariguana, otras drogas como la cocaína y la amapola están fuera de la agenda general, a pesar de que ya se han dado los primeros pasos para plantearla al mundo como nuevo paradigma. Estudios internacionales arrojan que todas las drogas tienen una constante: afectan el funcionamiento del sistema nervioso central de los individuos, y por eso son controladas de acuerdo a la Convención de Ginebra. Su peligrosidad no sólo depende de la salud y condición mental y física de cada persona, sino que influyen además su entorno social y las condiciones socioeconómicas de su familia, hasta de su localidad.

Lo cierto es que la gente común teme a lo que no conoce, por lo que México está obligado a una consulta ciudadana que dé paso a este nuevo paradigma o, vaya pues, que lo legitime. Los recipiendarios de la cuarta gran transformación de México se están adelantando y precipitando en la legalización de las drogas, así como en muchas de las propuestas que han disparado a la opinión pública en los últimos días; suponemos que tienen prisa y por tanto no calculan las afectaciones indirectas, los contextos, las coyunturas y el marco de las Leyes existentes. Es decir, que estos temas que están pulsando en la opinión pública y en medios de comunicación no son nuevos, como parecen suponer los adalides del floreciente presidencialismo de izquierda en México. Esta vez, muy encabronada y con la cara chueca, dice doña Esa: “X’Olga se está saliendo del huacal, está uixando fuera de la bacinica, que se ponga xux…” “Lo bueno es que yo ya dejé las drogas… lo que no recuerdo es dónde las dejé”. Macachí pek.