Canto del Gallo
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Pacificar al país, sacar al ejército de las calles, frenar la violencia y el narcotráfico sin balas es el “plan A” de AMLO. Los primeros tres años de gobierno se destinarán a pacificar al país sin balas y sacar al ejército de las calles; los tres años restantes, es decir, la segunda mitad de su gobierno, servirán para consolidar esa estrategia de seguridad y para dejar en 2024 un país en paz y con seguridad.

A su equipo de transición en este ramo, representado por la exministra de la SCJN Olga Sánchez Cordero y la abogada especialista en Derechos Humanos Loretta Ortiz, les ha dado por ponerle nombre a esta propuesta: «programa integral para pacificar al país sin balas».

Este programa, en el que se pretende una iniciativa de seguridad que convoque a familiares y víctimas de delitos y crímenes, es aún un poco confuso; no despeja dudas sobre «cómo» adaptarla o armonizarla sin que se contraponga a las leyes vigentes en materia penal y constitucional, lo que ha ocasionado duras críticas de los «empresaurios», de diversas ONG, de los cuerpos de seguridad y hasta del ejército y la armada, que son voces autorizadas, sin duda, pero acostumbradas al antiguo modelo neoliberal.

Esta propuesta también incluye la tan mentada «ley de amnistía» para quienes hayan cometido delitos de bajo rango –habrá que esperar a ver si no se convierte en un cochinero de impunidad y de corrupción–; «esta amnistía sería para personas que cultivan mariguana o amapola por falta de oportunidades, para poderlos sacar del tema de las drogas», dijo Sánchez Cordero, resaltando su contenido ampliamente social: «AMLO considera que la violencia tiene su origen en la pobreza y la falta de oportunidades de los campesinos que se dedican a cultivar o transportar la droga».

También se incluye, en esta estrategia general para «pacificar al país sin balas», emprender la dignificación de los cuerpos de policía y regresar al ejército a sus cuarteles –pues, dicho sea de paso, es allí donde está su trabajo, no en las calles–. Otro punto central consiste en romper el círculo vicioso que generan la corrupción, la impunidad y la inseguridad; aunque destaca la propuesta de una «ley personalizada de reducción de condenas» para quienes, delincuentes o no, colaboren o den información que permita capturar capos.

Otras propuestas, como la de despenalizar la mariguana y la amapola, y crear comisiones de la verdad, son conceptos poco claros. Como si la verdad fuera letra muerta en el pasado y en el presente. Insistimos en la pregunta de «cómo» se aterrizará la logística para consensuar este proyecto, pues resulta que plantean foros con las victimas y los ciudadanos en general, así como a través de una plataforma digital y hasta consultando con papel y lápiz, calle por calle, casa por casa.

«Es un cambio en todo, en la política social, en la política de drogas, en la política contra la violencia», dijo Loretta Ortiz, y ante la pregunta de cómo lograrlo, respondió: «El plan será trabajado con organismos internacionales, como la ONU, como la Iglesia, incluida la católica, así como la sociedad civil». Aun así, al saltar de nuevo la pregunta «¿cómo?», la respuesta fue: «poniendo orden y combatiendo la corrupción en el gobierno, y en paralelo poner orden en los cuerpos de seguridad» …y a la pregunta repetida por enésima vez, “sí, ¿pero cómo?», continuaron las respuestas y en paralelo las dudas, hasta que doña Esa, metiche como es, salió al quite diciendo: «Si tienes más dudas, aquí te las ampliamos». Se acabó el papel.

Gallo Giro

Se dice camino de San Juan que el teléfono no deja de sonar, que es tanta la insistencia de los perdedores que algunos ya piensan que es sordera y no desencanto y cruda postelectoral lo que prevalece en el ánimo magnánimo; también se dice que estando en el túnel del deshonor y de la traición sólo logran ver una fuerte luz. Lamentablemente intuyen lo que puede significar correr hacia la luz, porque creyéndose inmortales cometieron indiscreciones tan fatales que es obvio que traicionaron la confianza de quien los revivió, y sí, fue tanta su soberbia que terminaron dando la razón a su verdugo, el verdadero recipiendario de la luz del señor.

Moraleja: es emocionante pensar en el momento en que pierden la inmortalidad, cada seis o cada tres años, se ha visto ya muchas veces; como dice doña Esa: «Déjalo, muñeco, perro no come perro».

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