FRANCIA.- Zafar es un delfín de tres metros que ha habitado durante los últimos meses en
la costa de Landévennec, en el noroeste de Francia. Los vecinos de esta localidad francesa,
que pertenece a la región de Brittany, estaban acostumbrados a verlo y a jugar con él. Pero
hace unas semanas el comportamiento del animal cambió, pues entró en celo y empezó a
chocarse con los bañistas y a frotarse con ellos, hasta tal punto que las autoridades de la
localidad consideraron que era peligroso para los humanos por lo que prohibieron a
cualquier persona bañarse en la playa y acercarse voluntariamente a menos de 50 metros
del animal, en tanto Zafar encuentra una pareja de su propia especie.
Los delfines no tienen celo estacional como otras especies. Una vez alcanzan la madurez
sienten ese impulso en cualquier época del año, y de hecho se sabe que se deleitan en
juegos sexuales sin otro ánimo que el de divertirse. El problema para los humanos es que
un delfín con esta predisposición a menudo trata de retener al bañista en el agua. La semana
pasada una mujer tuvo que ser rescatada en Landévennec porque Zafar no la dejaba
regresar a la orilla con sus zalamerias acuáticas.
En casos extremos, un delfín puede golpear sin querer a una persona durante lo que el
animal considera un simple juego de cortejo y provocar serias lesiones.
Hasta donde se sabe, no se han registrado casos de relaciones sexuales entre delfines y seres
humanos, aunque un fotógrafo llamado Malcolm Brenner asegura haber tenido sexo con un
delfín hembra llamado Dolly en 1970 durate una visita laboral al acuario de Floridaland.
Brenner describe el encuentro con todo lujo de detalles, aunque no existe constancia de si el
relato es cierto más allá de sus descripciones. Dolly, de momento, hace gala de más clase y
guarda un respetuoso silencio.