Al menos 60 de los 108 edificios que se ubican en ese fraccionamiento en la SM 77, muchos de los cuales se encuentran invadidos por familias en condiciones de hacinamiento, enfrentan un estado de deterioro que los pone en riesgo de sufrir un derrumbe de consecuencias fatales

SALVADOR CANTO / EQUIPO DE INVESTIGACIÓN DE EL DESPERTADOR DE CANCÚN

A nueve años de que las escaleras de los edificios uno y dos del fraccionamiento Corales se derrumbaran y las autoridades de Protección Civil, con base en un dictamen de especialistas del Colegio de Ingenieros de Cancún, determinaran que eran inhabitables por el avanzado deterioro de la construcción y se declarara un perímetro como zona de alto riesgo, con el paso de los años las condiciones de peligro para los cientos de habitantes no solo han empeorado, sino que se han extendido a por lo menos 60 multifamiliares más, de un total de 108 que conforman ese conjunto habitacional, ubicado en la supermanzana 77.

De hecho, se estima que más del 40% de los edificios presentan serios problemas estructurales, con varillas corroídas y expuestas, escalinatas remendadas con metal y algunas hasta sujetas con pedazos de madera, a punto del colapso, lo que podría llegar a desencadenar una tragedia mortal, como ya pasó en la Ciudad de México con el colegio Rébsamen, en septiembre del 2017. 

Lo más preocupante es que ha iniciado la temporada de huracanes, que de acuerdo con especialistas será inusualmente activa este año, lo que eleva los riesgos de vivir en esos edificios con escaleras que se tambalean al subir y bajar por ellas, donde residen muchos niños y adultos mayores que en caso de alguna emergencia serían los más vulnerables.

Autoridades municipales de Protección Civil confirmaron que se mantiene vigente el estatus de alto riesgo para muchos de los edificios de dicho fraccionamiento, con alrededor de 30 años de antigüedad, porque no reúnen las condiciones mínimas de seguridad para ser habitados y que el principal problema ha sido la falta de mantenimiento y de organización entre los propios vecinos, por el hecho de que muchos departamentos están invadidos. 

El equipo de investigación de El Despertador de Quintana Roo hizo un amplio recorrido a lo largo del fraccionamiento, en donde se pudo observar el grave riesgo en que se encuentran las familias que viven hacinadas y atrincheradas en departamentos cuyas estructuras se siguen debilitando por el paso del tiempo, lo que provoca desprendimientos de concreto que ya han ocasionado algunos accidentes, que afortunadamente hasta ahora no han sido graves, para varias personas a quienes les han caído encima pedazos de techo.

Hoy el fraccionamiento Corales vuelve a prender los focos rojos, porque urge una atención especial y amplia en varios frentes: desde el más inmediato a cargo de las autoridades, para determinar cuáles edificios son habitables y cuáles no, hasta el legal, para devolver a sus habitantes la certeza sobre la propiedad de cada apartamento.

Una historia de abandono

Si bien antes de Corales ya se habían otorgado viviendas a obreros de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) en las colonias Donceles 28 y Lombardo Toledano, e incluso por esas fechas ya estaban también los desarrollos del proyecto “Nuevos Horizontes” impulsado por Pedro Joaquín Coldwell, al seguir llegando más gente en busca de trabajo a Cancún –que para esos tiempos era ya el segundo destino turístico más importante de México, después de Acapulco–, se buscó edificar viviendas cuyos costos fuesen un poco más accesibles.

Fue por entonces cuando el Banco Obrero promovió la construcción de Corales, un conjunto habitacional que tendría más de dos mil departamentos, levantados con materiales prefabricados de concreto armado, en espacios de mangle que fueron rellenados.

La zona centro prácticamente ya se había comercializado y las rentas de casas eran cada vez más onerosas, así que la puesta en marcha del fraccionamiento representó una oportunidad para cientos de familias de bajos ingresos, quienes tendrían la posibilidad de hacerse con una propiedad.

Con el paso de los años y la concurrencia de varios problemas económicos que enfrentó el país, el fraccionamiento quedó prácticamente a la deriva cuando, en 1994, el Banco Obrero fue intervenido tras la devaluación intersexenal conocida como “el error de diciembre”, a principios del gobierno de Ernesto Zedillo, y luego fue declarado en quiebra en 1997.

En ese proceso, ningún representante del banco debidamente acreditado se acercó a los residentes, compradores y arrendatarios para ofrecerles una solución viable y legal sobre la propiedad de los predios en el fraccionamiento.

Con ese panorama, una buena parte de los adquirentes originales dieron en renta sus departamentos; otros simplemente se deslindaron de la zona y las viviendas abandonadas fueron ocupadas por invasores, que desde entonces permanecen habitándolas, en condiciones de hacinamiento, sin pagar los servicios de electricidad y agua potable, ni mucho menos el impuesto predial.

Así fue como muchas familias se quedaron en el limbo jurídico, porque nadie acreditó la propiedad legal y la herencia de los créditos solicitados sobre las propiedades, lo que dio pie al caos, el abandono y todos sus efectos notorios hasta la actualidad. Hoy se habla de que por lo menos la mitad de los edificios están ocupados de manera irregular.

No obstante, algunos residentes todavía cuentan con documentos originales del trámite crediticio emprendido para comprar esos departamentos, así como cartas de bufetes jurídicos que en su momento pretendieron cobrar las deudas a los adquirentes, pero nunca demostraron poseer el aval necesario para ello.

El fraccionamiento Corales está comprendido por 108 edificios con 216 torres que cuentan con 20 departamentos cada una, y que suman un total de 2 mil 160 departamentos en todo el fraccionamiento, en cada uno de los cuales habita un promedio de cuatro personas.

Cabe mencionar que, a la par del desarrollo de Corales, también entró otra desarrolladora para construir Tabachines, si bien con menos departamentos, y de igual manera ahí se reportan caídas de escaleras por debilitamiento del material, producto de la falta de mantenimiento.

Se han hecho recomendaciones: Protección Civil

El encargado de despacho de la Dirección Municipal de Protección Civil de Benito Juárez, Johan Alejandro Hendricks Interián, en entrevista con El Despertador de Quintana Roo confirmó que el estatus de alto riesgo para ser habitados se mantiene vigente en varios edificios del fraccionamiento Corales.

“No podemos cambiar el estatus de alto riesgo a menos que tengamos que demoler el inmueble y se vuelva a construir o, en su caso, se hagan las adecuaciones estructurales al respecto”, explicó.  

Es de mencionar que el peritaje estructural se hizo en junio del 2015, cuando colapsaron las escaleras de los pisos dos y tres y a pesar de ello no se les dio seguimiento a las recomendaciones y en el 2021 los escalones de otros edificios también se derrumbaron por el deterioro y la falta de mantenimiento.

“En el entendido de que todos sabemos que son edificios antiguos con gran deterioro, hemos hecho las recomendaciones conforme lo han solicitado los vecinos, pues nuestra labor como Protección Civil es acudir a realizar el levantamiento de la verificación del inmueble y dejar constancia de ello, porque son inmuebles de propiedad privada y no podemos tener mayor injerencia en ello”, señaló.

No obstante, aclaró: “lo que sí le recomendamos a la gente es que, si el inmueble está muy deteriorado y no es posible la reparación, que busquen la forma de obtener algún dictamen de especialistas como los del Colegio de Ingenieros, que ya les dirán que podría hacerse al respecto”.

Finalmente, a pregunta concreta de si además de Corales la dependencia tiene conocimiento de otros fraccionamientos con problemas estructurales, el funcionario respondió: “sí, hemos tenido reportes de otros como Urbi, donde hay escaleras que están en mal estado, se ha acudido a hacer las verificaciones y se le ha sugerido a la gente que busquen a la desarrolladora o, en su caso, entre ellos hagan las reparaciones porque volvemos al mismo punto, de que se trata de propiedad privada”.

Cabe aclarar que la Ley General de Protección Civil, en su artículo 38, establece que “en caso de riesgo inminente, sin perjuicio de la emisión de la declaratoria de emergencia y de lo que establezcan otras disposiciones, las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, Estatal y Municipal ejecutarán las medidas de seguridad que les competan, a fin de proteger la vida de la población y sus bienes”.

En tanto que el artículo 39 plantea que “las Unidades Estatales o Municipales de Protección Civil podrán aplicar respectivas medidas de seguridad como la identificación y delimitación de lugares o zonas de riesgo; acciones preventivas para la movilización precautoria de la población y su instalación y atención en refugios temporales, tendientes a evitar que se generen o sigan causando riesgos”.

El derrumbe del 2015

Eran las 16:40 horas del viernes 26 de junio de 2015 cuando ingresó una llamada de auxilio al número de emergencias 066 del entonces Centro de Control, Comando y Cómputo (C4), que advertía sobre el desplome de las escaleras conjuntas de los edificios uno y dos del fraccionamiento Corales, localizados en la manzana 10, lote 7, hiriendo a dos personas identificadas como Kevin Arnold Domínguez y Graciela Rosales Marín, quienes cayeron desde el tercer piso hasta el primer nivel.

Al lugar acudieron autoridades municipales y paramédicos a bordo de una ambulancia de la Cruz Roja, que trasladaron al hospital a las dos personas lesionadas, quienes relataron que se encontraban bajando de su departamento ubicado en el tercer nivel cuando las escaleras se derrumbaron.

Elementos del Cuerpo de Bomberos emprendieron el retiro de los escombros y Protección Civil determinó clausurar el uso de las escaleras, hasta en tanto no se hiciera una evaluación más a fondo de los edificios.

Las familias que habitaban en esta torre terminaron acampando frente a sus domicilios durante varios días, por temor a que fuesen saqueados, luego de que los bomberos les ayudaron a ingresar a los departamentos para llevarse los implementos más necesarios, por medio de escaleras portátiles.

Las autoridades municipales solicitaron el apoyo del Colegio de Ingenieros de Cancún, que en ese entonces presidía la ingeniera Ana Gardelia Moreno Mex, para que especialistas y peritos en la materia realizaran un dictamen estructural en el fraccionamiento, cuyo resultado determinó el grave riesgo de que colapsaran las escaleras de varios edificios más.

Dos semanas después de lo ocurrido, los expertos en construcción dictaminaron que el edificio en donde se desplomaron las escaleras no era habitable y que por lo menos otros 25 edificios se encontraban en situación de riesgo.

En las conclusiones y recomendaciones de dicho dictamen se señaló: “La estructura (del edificio) presenta tal grado de deterioro que la recomendación práctica y más segura sería su demolición y nueva construcción”, y se explicó que el edificio de cinco niveles con 20 departamentos fue edificado con base en elementos prefabricados de concreto armado que para ese entonces ya tenían 25 años de antigüedad (actualmente 34 años).

Tras los resultados de ese dictamen, Protección Civil colocó sellos en el edificio con la leyenda de “peligro, zona de alto riesgo”, como única medida previsoria y se dejaron las cosas como estaban –recayendo bajo el arbitrio de los residentes la decisión de volver a ocupar los departamentos–, y así permanecen hasta el momento.

Se debe actuar inmediatamente: Colegio de Ingenieros 

De acuerdo con Cecilia Hubbard Carmona, presidenta del Colegio de Ingenieros de Cancún, existe un riesgo muy elevado de un colapso estructural en las escaleras del fraccionamiento Corales, y más ahora que estamos en temporada de huracanes, pues vienen los peores meses.

“Yo creo que se debe actuar inmediatamente, no esperar a que ocurra alguna tragedia como ya pasó en el colegio Enrique Rébsamen y otros lugares en el centro del país”, consideró. 

Destacó que desde el 2015, cuando se dictaminó el riesgo en los edificios, “en ese momento yo creo que debieron haber actuado tanto las autoridades como la iniciativa privada”.

Aclaró que, como Colegio de Ingenieros, pueden apoyar tanto a las autoridades como a las familias que lo requieran, para que se haga un nuevo estudio.

“Yo los invito a que nos hagan una solicitud por escrito sobre este tema, porque se trata de un asunto que debe ser tratado con urgencia; en cuanto nos hagan la solicitud, nosotros podemos mandar un equipo de expertos que dé soluciones y que ya no solo sea un dictamen”, aclaró. 

Uno de los trabajos que se requiere con urgencia es un nuevo y actualizado dictamen o peritaje estructural, el cual permite identificar el estado actual de un inmueble, ya sean edificios, casas, puentes o cualquier conjunto de elementos que puedan formar una estructura, explicó.

Habitantes permanecen por necesidad

Varios residentes del fraccionamiento Corales reconocieron el grave riesgo que representa vivir en esas condiciones, en edificios que por falta de mantenimiento se han avejentado más de la cuenta y donde al menos las escaleras podrían colapsar en cualquier momento.

El equipo de Despertador de Quintana Roo platicó con varias personas, quienes coincidieron en que muchos de quienes habitan los departamentos son invasores y que, por esa condición, se niegan a poner de su parte para hacer mejoras al edificio.

De hecho, no todos los edificios están pintados del mismo color; solo en algunos departamentos, en donde sí habitan los dueños, es evidente que se les ha dado mantenimiento, pero a la mayoría no.

“Yo conseguí el departamento en un supuesto traspaso, me pidieron 15 mil pesos y me lo entregaron, la persona con la que hice el trato me dijo que yo le diera el mantenimiento que se necesitara y luego nos poníamos de acuerdo, pero desde hace seis años no sé nada de él y no he vuelto a pagar nada”, comentó Genaro Estrada.

Doña Patricia Escalante, quien vive en uno de los departamentos con serios problemas estructurales, admitió que es consciente de que corre peligro cada vez que sube o baja del departamento y aunque en una ocasión hubo la disposición de varios vecinos por dar mantenimiento a las escaleras y se acordó el pago de 500 pesos por departamento, solo cuatro dieron su aportación, pues los demás argumentaron que no son los dueños y que se iban a ir de allí pronto.

“La verdad es que sí es la necesidad, porque si yo tuviera un buen trabajo con mejor sueldo busco otro lugar para vivir, porque honestamente sí me da miedo seguir en Corales, pero no me queda de otra”, platicó el señor Gabriel.

Cabe mencionar que en algunos edificios los habitantes de los departamentos de la planta baja han optado por bloquear la puerta principal de su casa, ubicada frente al tramo de inicio de las escaleras, y ante el miedo de un inminente colapso han abierto una nueva en una de las paredes que dan hacia el exterior del inmueble.

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Urgen revisiones en más fraccionamientos

Si bien el problema más grave –o al menos el más notorio– se presenta en Corales, existen otros conjuntos habitacionales de más de 25 años de antigüedad, así como otros más actuales, que presentan complicaciones estructurales debido al empleo de materiales de baja calidad en su edificación y la falta de mantenimiento.

Entre ellos se encuentran Tabachines y decenas de fraccionamientos, incluso en la considerada zona centro de la ciudad, cuyas construcciones se dispararon después del año 2000 por grandes especuladores de tierras que encontraron una veta de oro en las viviendas de interés social, bajo el amparo y la complicidad de los gobiernos en turno.

Desde El Despertador de Quintana Roo invitamos a que tanto las autoridades como los vecinos acuerden medidas para atender esta problemática y se comience por Corales, con un plan estratégico y no actuar con posterioridad a una posible tragedia y que “después del niño ahogado se tape el pozo”, como se dice coloquialmente.

Como parte de las soluciones podría considerarse la asignación de viviendas provisionales o un apoyo económico temporal para rentas (de seis meses o un año) a quienes realmente se encuentren en situación de peligro por habitar en departamentos y edificios de alto riesgo; ante esta situación, las advertencias de Protección Civil no son medidas suficientes ni concluyentes, por lo que no se puede dejar en la normatividad y procedimientos una inminente pérdida de vidas humanas.