@_chipocludo

Ah, la impresión 3D, ese maravilloso invento que vino a hacernos la vida más fácil… o eso creíamos. Originalmente diseñada para que pudiéramos crear desde adornos hasta partes de avión (porque claro, ¿quién no quiere construir su propio Boeing en casa?), esta tecnología pronto captó la atención de otros menos interesados en el arte o la ingeniería y más en temas de… protección personal, digamos. Así, el sueño geek de fabricar nuestras propias piezas de Lego se volvió un pequeño, pero significativo, dolor de cabeza global: hoy, cualquiera con una impresora 3D y un modelo descargable puede hacerse su propia pistola casera. Suena a ciencia ficción, ¿no? Pero ya es una realidad.

En México, como en varios otros países, la legislación prohíbe la posesión y fabricación de armas sin permisos oficiales. En especial, las armas de fuego impresas en 3D son un tema sensible y sujeto a control. Pero ¿por qué preocuparse tanto si al final estas “pistolas de plástico” parecen más sacadas de un videojuego barato que de una verdadera tienda de armas? Bueno, para responder esa pregunta vamos a desglosar algunos pros y contras de este innovador (y algo preocupante) fenómeno.

Los “Pros” (si es que podemos llamarles así)

1. Accesibilidad: Antes, si querías un arma de fuego sin licencia, tenías que involucrarte en una red complicada de tráfico ilegal, encontrar al contacto de confianza o buscar en el mercado negro. Ahora, una impresora 3D y acceso a Internet es lo único que necesitas. ¿Algo positivo? Bueno, solo si eres un villano de película, porque esto elimina barreras para cualquier persona con intenciones dudosas, facilitando la fabricación de armas y haciéndolo casi tan fácil como imprimir la lista del súper.

2. Bajo costo: Las pistolas impresas en 3D pueden ser mucho más baratas que las compradas en el mercado ilegal o hasta en tiendas especializadas. En lugar de gastar una pequeña fortuna, con algo de filamento y un diseño, ya tienes tu propia arma, esto significa que personas sin recursos significativos también pueden tener acceso a algo tan “sofisticado” como una pistola casera. Ahora, no digo que la tecnología esté destinada a esto, pero parece que siempre encontramos formas creativas de arruinar los avances científicos, ¿verdad?

3. Dificultad de rastreo: Aquí va el verdadero problema para las autoridades. Las armas impresas en 3D pueden no tener números de serie, lo cual complica muchísimo su rastreo, las fuerzas de seguridad están acostumbradas a rastrear armas para resolver crímenes, pero con estas pistolas de plástico, el rastro desaparece. Básicamente, es como tratar de atrapar a un fantasma, solo que este fantasma puede dispararte.

Los Contras (los verdaderos problemas de este asunto) 

1. Fiabilidad dudosa: Las armas impresas en 3D están lejos de ser perfectas. De hecho, algunas fallan y son tan inestables que podrían explotar en tus manos si decides probar suerte y en ese caso, la pistola es más peligrosa para quien la sostiene que para cualquier objetivo en el punto de mira. Así que, aunque alguien quiera hacer el mal, primero tendrá que lidiar con una herramienta que podría salirle bastante caro… en hospitalización.

2. Materiales no tan duraderos: Aunque suena futurista, las armas impresas en 3D son de plástico (o en algunos casos de materiales más complejos que requieren impresoras avanzadas). Esto las hace menos resistentes, especialmente en comparación con las armas de metal. Por lo tanto, los “valientes” que decidan hacer uso de ellas no tendrán un producto fiable ni duradero. Claro, si están dispuestos a jugársela, esta debilidad del plástico no les importará mucho.

3. Incremento en la criminalización: La tecnología puede ir evolucionando, pero las leyes no siempre son tan rápidas, sin embargo, algunos países ya están tomando cartas en el asunto. En México, por ejemplo, fabricar armas sin los permisos correspondientes, sin importar si son impresas en 3D, es delito. Así que, aunque algunos busquen sortear las leyes creando sus propias armas, pueden terminar peor que si hubieran buscado métodos más “tradicionales” de adquisición. Claro, si les resulta atractivo ir directo a prisión, imprimir su propia pistola puede ser una gran idea.

4. Acceso sin restricción a menores y personas inexpertas: Este es un tema serio y preocupante. En el pasado, comprar un arma requería al menos cruzar ciertas barreras, ya sea económicas o de logística. Hoy, con solo una computadora y una impresora 3D, cualquiera, incluso menores, podría tener acceso a estas armas caseras, la idea de que un adolescente con habilidades en impresión 3D tenga acceso a algo tan peligroso, plantea un problema ético y de seguridad que requiere atención urgente.

¿Vale la pena correr el riesgo?

A simple vista puede parecer que imprimir tu propia arma es una solución “creativa” para quienes buscan acceder a un arma sin tanto papeleo o riesgos legales (hasta que se meten en un problema mayor). Sin embargo, las pistolas impresas en 3D están lejos de ser una opción segura, confiable o duradera, pueden parecer una amenaza en crecimiento, pero también tienen tantas fallas que los expertos consideran que todavía estamos lejos de que sustituyan al mercado ilegal o a las armas convencionales.

Además, la policía, el ejército, las leyes y hasta las mismas impresoras 3D están trabajando para evitar que esta tecnología se desvíe aún más. Empresas de impresión están poniendo limitaciones a los archivos de armas, mientras que los gobiernos comienzan a penalizar duramente la producción y posesión de armas impresas. Es decir, la promesa de “hazlo tú mismo” en el ámbito de armas solo ha añadido más trabajo a las autoridades, y ha puesto en riesgo a quienes creen que pueden pasar desapercibidos con una pistola casera de plástico.

En conclusión, la impresión 3D es una herramienta maravillosa, pero en las manos equivocadas se convierte en una amenaza y aunque las pistolas 3D puedan parecer una solución “fácil” para algunos, los riesgos y limitaciones demuestran que no es ni tan sencillo ni tan efectivo como parece.