2021, un mal año para el VIH  

Roberto Guzmán

Los temores irracionales a la infección por VIH tales como las actitudes y juicios negativos hacia las personas que viven con un diagnóstico persistieron este año, a pesar de los esfuerzos realizados por la sociedad civil organizada, quienes con acotadas campañas de información y de sensibilización autofinanciadas logramos que las poblaciones afectadas por el virus enfrentaran la discriminación, las violencias, el estigma asociado a su género, la segregación, la orientación sexual y la identidad de género con mas información, pero sobre todo de manera preocupante, Redpositiva atendió la reducción de daños por el consumo de drogas y la sexualizacion de sus prácticas “Chem-sex” que hoy se ha vuelto un problema de impacto en las nuevas infecciones; por ello considero fue un año difícil para Quintana Roo como para el resto de país. 

Desde 1998 y el pasado 1 de diciembre que conmemoramos el Día Mundial del Sida, gobiernos, instituciones, organizaciones como Redpositiva y activistas viviendo con VIH, realizamos acciones con un mismo propósito, el lograr sensibilizar a la sociedad como a las poblaciones con las que trabajamos sobre la importancia de contar con un diagnóstico temprano, esto por los avances en la calidad de los tratamientos antirretrovirales como a los acceso a terapias profilácticas, que hoy ofrecen mejor calidad de vida. Considero desde mi opinión que los resultados hubieran podido ser mejores y menos irrisorios si hubiera prevalecido la unidad y el liderazgo, pero la necedad de brillar de manera unívoca por no querer reconocer fortalezas coadyuvo a que se desdibujara un frente de respuesta social e institucional que al parecer necesitara reconstruirse para proyectar nuevamente unidad y fortaleza con un mismo fin al de “poner fin a la epidemia del sida”.

La experiencia que hemos conseguido a lo largo de 14 años, como la experiencia de los investigadores y de algunas instituciones comprometidas, sobre todo de las personas con VIH tuvo que entrar en acción y poner en práctica la prevención, por la llegada del COVID-19, que hizo que al sida lo colocara el estado en un rincón de la ignominia, al grado que puedo afirmarles, estimados lectores, que el sida es hoy la epidemia “olvidada”, la epidemia a la que se le recortaron recursos y programas en materia de salud, donde las campañas sobre la importancia del diagnóstico oportuno y la prevención continúan ausentes y olvidadas por la irresponsabilidad en el atraso de compra y suministro de antirretrovirales e ITS que hoy propician un desabasto en instituciones y hospitales, por el suministro irregular al IMSS, ISSSTE y Capasits, problemática que nos obliga a reconocer que el 2021 fue un año preocupante para la respuesta del VIH y del sida.

Preocupante que la detección del VIH por la pandemia de la COVID se redujo este año a más de un tercio, y los nuevos casos diagnosticados fueron tardíos con conteos linfocitarios por debajo de los 300 cd4´s. Las profilaxis PrEP y PeP no pudieron ser una realidad por no contar con protocolos para su implementación ni medicamento para las dos profilaxis, incluso hoy existe desabasto de PrEP para los derechohabientes que están comenzando a tomarlo. Las defunciones se registraron al alza y la transmisión vertical aumento con mayor número de bebes que nacieron con un diagnostico positivo. Al igual los programas del Censida y la Conapred ya comenzaron a desmantelarse, y la CNDH no realiza ya acciones para la protección de los derechos humanos.

Ponerle fin al sida, mis estimados lectores, no considero que sea imposible, y mientras el estado nos deje trabajar a las OSC y estén convencidos que nuestra participación activa y el trabajo colaborativo de aquellos ciudadanos y activistas que vivimos con VIH es esencial y de su suma importancia en la respuesta, seguro que alcanzaremos las metas 95-95-95-95 y lograremos poner fin al sida, a las desigualdades como a las pandemias.