Inosente Alcudia Sánchez

El segundo martes del año el barco del oficialismo amaneció con una bomba activada en su línea de flotación. El día anterior, Sanjuana Martínez, exdirectora de Notimex y ferviente defensora de la 4T, publicó en La Jornada, el periódico más cercano al obradorismo, la primera parte de un artículo-testimonio en el que describió la crisis que, en medio de una huelga interminable, llevó al cierre de la agencia de noticias del gobierno mexicano.

El texto de la señora Martínez no tiene desperdicio. En su papel de testigo y protagonista, la periodista describe el conflicto de interés y la actitud “mafiosa” del abogado laborista defensor de los trabajadores huelguistas, casualmente padre de la hoy secretaria de Gobernación, y reafirma que “el moche” y la extorsión son mecanismos habituales en el gobierno de Morena: cuenta que emisarios de la secretaría del Trabajo le pidieron entregara el 20% de la liquidación de los empleados de Notimex para financiar la campaña de la precandidata Claudia Sheinbaum.

Al revelar los ilegales y corruptos usos y costumbres de la 4T, el artículo de Sanjuana Martínez se convirtió en “oro molido” para la oposición, un explosivo que sólo necesitaba una chispa para estallar mediáticamente, dominar la discusión pública y arrinconar a la candidata del oficialismo, además de las probables consecuencias jurídicas.

El fantasma del escándalo político recorría esa mañana soleada del segundo martes del año de la elección presidencial… hasta que detonó en las redes sociales el mayor acto de torpeza política en lo que va el actual proceso electoral. Como si se tratara de una genial jugada distractora instruida por el estratega de Palacio Nacional, a la una de la tarde, el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, difundió en X (antes Twitter) una carta reclamando al gobernador de Coahuila el incumplimiento de los compromisos que firmaron los partidos del Frente opositor y, para sustentar su indignación, agregó una copia del Acuerdo Político Electoral Coahuila 2023-2024. Si la intención era sabotear cualquier avance de la campaña de Xóchitl Gálvez (en la Mañanera, el presidente había reconocido que el resultado de la elección presidencial era “una moneda en el aire”) y distraer a la opinión pública de las gravísimas denuncias de Sanjuana Martínez, el dirigente panista lo consiguió con creces, al exhibir la miseria y la avaricia que une a los partidos de la oposición: nada de salvar al país del desgobierno de Morena, nada de defender el alto interés de la patria… no, lo que reclamó airado Marko Cortés, fue la entrega de una parte del botín que, según él, su partido ayudó a conseguir: candidaturas, cargos públicos, y hasta notarías.

Hay coincidencia en la discusión publicada: la estupidez del panista, reprobado hasta por Felipe Calderón, fue una imprudencia digna de un imbécil o una acción premeditada y calculada para golpear a la coalición Fuerza y Corazón por México y desactivar el escándalo en la campaña del oficialismo causado por las declaraciones de Sanjuana Martínez.

En efecto, la liebre brincó desde un lugar inesperado. Durante meses ha prevalecido la sospecha sobre el compromiso del PRI con el Frente opositor. En particular, el papel de Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del partido, ha sido objeto de cuestionamientos, con muchos analistas dudando de su lealtad hacia la alianza: en algún momento romperá el pacto para beneficiar al oficialismo, afirman sus malquerientes. Acaso para conjurar esas sospechas, acaso por convicción, acaso por ser el partido con la mejor organización territorial, el PRI de Alito ha sido el que mayor respaldo otorga a los mítines de Xóchitl Gálvez, aunque ello ha sido insuficiente para limpiar al líder del polvo de los recelos. Entonces, resultó que, para sorpresa de tirios y troyanos, el sabotaje al Frente provino del dirigente blanquiazul, un personaje que, afirman muchos, puede justificar tal estropicio argumentando su conocida idiotez política.

Caía la tarde y la serie de absurdos continuaba. Entre cervezas y botanas, en una escena de decadente extravagancia –“caligulesca”, la calificó alguien–, erigido en “jefe máximo” del partido naranja, el gobernador de Jalisco Samuel García destapó en redes sociales al precandidato presidencial de MoCi. El surrealismo político mexicano cada vez más cercano al clásico “La risa en vacaciones”.

Así las cosas, el documental de Latinus que expuso la corrupción en la familia del presidente sólo alcanzó para un mal chiste en una Mañanera… y los escándalos del martes se convirtieron en el gran distractor de algo que, dice un perspicaz amigo, se está pudriendo al interior del régimen. Como recordó sabiamente AMLO: “Cuando se reparte mal el botín, hay motín”.