QUITO.- Fusarium oxysporum f.sp. cubense es el nombre de un hongo extremadamente agresivo que ataca al platanero y acaba con él. Puede entrar en cualquier país, oculto en tierra contaminada o en restos de plantas. Y, si logra cruzar una frontera, dicen, ya no hay nada que hacer: enormes extensiones de plataneros serán aniquiladas.

En Asia y África ya ha perecido la mayoría de las plantaciones. América, por ahora, sigue a salvo, pero Ecuador -el mayor exportador de plátanos del mundo y en el que dos millones de los 17 millones de sus habitantes viven de los ingresos que genera esta fruta- desinfecta ya todos y cada uno de los 400 mil contenedores que llegan a sus costas cada año.

Cualquiera de ellos podría estar contaminado. Además, los viajeros procedentes de países de riesgo deben pasar por una alfombra desinfectante antes de cruzar la aduana. La suciedad oculta en las suelas de los zapatos bastaría para propagar la plaga.

El Fusarium es un hongo que ya estuvo a punto de acabar una vez con la industria platanera. Hace 60 años, la variedad de plátanos Gros Michel fue, de hecho, exterminada por la primera generación del Fusarium, conocida como TR1. Al Gros Michel lo sustituyó el plátano que hoy se consume: el Cavendish, ahora amenazado y para el que no hay un sustituto inmediato como en los años 50.

A esta familia de platanáceas también pertenece el plátano canario, igual de vulnerable al Fusarium, que es, en rigor, un viejo conocido en esas islas españolas. Allí apareció en los setenta, pero, como el cultivo canario se realiza tradicionalmente en parcelas de pequeño tamaño, el hongo no logra expandirse allí tan fácilmente. Este modo de cultivo canario permite mantener de momento a raya un mal considerado hoy «secundario» en las islas.