Si tienes gato o perro es muy posible que en algún momento de la relación el animal girase
la cabeza realizando una mueca que podría pasar perfectamente como “de asco”. Dicha
postura viene marcada por la nariz y labio arrugado y la boca abierta. ¿Puede tu mascota
mirarte con repugnancia?
La respuesta corta es no, por supuesto. En realidad, la “cara de asco” es lo que se conoce
como reflejo de Flehmen, y se da, además de en gatos y en perros, en otros animales como
las llamas o las jirafas. En esencia, una manera de oler el ambiente que los rodea.
Lo que hacen con esa expresión es “olfatear” usando un órgano especializado llamado
órgano vomeronasal (o Jacobson) que se encuentra por debajo de la nariz, en el paladar. A
su vez, este está conectado a la boca por pequeños conductos llenos de líquido llamados
nasopalatinos. De hecho, si miras en la boca de tu gato puedes ver los extremos de estos,
situados detrás de los incisivos afilados.
En cualquier caso, debido al fluido en estos conductos, los olores no derivan de forma
pasiva hacia arriba. Por esta razón, para “olfatear” los olores transportados por el aire deben
ser absorbidos por la boca, disueltos en líquido y luego bombeados hasta que entren en
contacto con las células sensoriales del órgano. Y ahí es donde entra esa cara “de asco”.
Cuando un animal vuelve los labios hacia la mueca del reflejo de Flehmen, en realidad
están abriendo esos canales para comenzar la acción del bombeo aspirando profundamente.
Es verdad que podrían simplemente confiar en su nariz, pero el órgano vomeronasal tiene
su propio conjunto de receptores químicos, por lo que puede oler diferentes olores.
Un sistema que se usa principalmente para detectar señales de olor de miembros de su
propia especie, diferentes animales, e incluso sexos diferentes del mismo animal pueden
usar este sistema de olor secundario de diferentes maneras.
Y no, los humanos no disponemos de esos conductos nasopalatinos, los perdimos hace
mucho tiempo. (Gizmodo)