El nombre de Freddie Mercury es parte de la iconografía popular, al igual que su música
es parte del cancionero universal. El cantante hubiera cumplido hoy 72 años.
El 5 de septiembre de 1946, Bomi y Jer Bulsara tuvieron a su primer hijo en la lejana isla
de Zanzíbar -actualmente parte de Tanzania pero por entonces protectorado británico- , y lo
llamaron «Afortunado» o «Feliz», según algunas traducciones del nombre persa Farrokh.
Aunque el músico hizo pocas referencias públicas a su origen asiático, por sus venas corría
sangre persa y haber crecido entre las playas africanas y las convulsionadas calles de
Bombay, donde asistió a un colegio durante su adolescencia, lo marcaron para siempre.
Sus padres habían nacido en la India y ambos practicaban el Zoroastrismo. Se mudaron a
Zanzíbar cuando Bomi fue asignado para desempeñarse como tesorero de la Secretaría de
Estado para las Colonias en esa isla. Después del nacimiento de Farrokh tuvieron a la
menor, Kashmira, muy unida a su hermano. Freddie fue enviado a los ocho años a Bombay
para asistir a un colegio como interno. Según su biógrafa Lesley-Ann Jones, Mercury
sufrió mucho la separación de su familia. Sin embargo, fue en el colegio St.Peter’s donde
comenzó a desplegar su talento para la música.
«Desde el comienzo Freddie fue musical. Tenía la música en su cabeza todo el tiempo.
Podía tocar cualquier melodía. Escuchaba algo y se ponía a tocarlo directamente», contó en
una entrevista con el diario británico The Telegraph su madre, Jer, muchos años después.
Allí formó su primera banda, The Hectics, y fue entonces que sus amigos comenzaron a
llamarlo Freddie, el nombre que luego se convertiría en su marca.
En 1963 la familia Bulsara debió mudarse repentinamente al Reino Unido: en Zanzíbar se
había levantado una revolución para declarar la independencia del imperio británico y fue
entonces que tuvieron que trasladarse a Londres. La nueva residencia se fijó en Feltham, en
las afueras de la capital inglesa. Freddie comenzó a estudiar diseño gráfico pero no podía
dejar de componer canciones.
Según su madre, escribía constantemente desde que era muy chico. «Una vez entré a su
cuarto en Feltham y le dije que iba a limpiar toda la basura incluyendo todos esos papeles
debajo de su almohada. ‘No te atrevas’, me contestó. Escribía canciones y letras en
pedacitos de papel y las ponía debajo de su almohada antes de dormir».
«Le importaba mucho más la música que el estudio y mi marido decía que no entendía qué
iba a hacer de su vida. Lo hice mandar cartas para algunos trabajos pero después de aplicar
me decía ‘Espero no quedar en esos trabajos’. Eran para diseño gráfico. Si hubiera quedado
en alguno de esos puestos, las cosas hubieran sido diferentes», recordó su mamá.
Al parecer, los vecinos comenzaron a quejarse de los ruidos porque el joven Freddie no
paraba de componer. Fue entonces que decidió mudarse solo. Y comenzó su etapa bohemia.
Vendía ropa usada y asistía a shows de bandas en ciernes, como Smile, el grupo que
formaron Brian May y Roger Taylor con Tim Staffle antes de hacerse amigos de Mercury.
El resto es historia conocida: un día Staffle renunció y los otros miembros del grupo
decidieron sumar a Freddie, buscaron un bajista, John Deacon, y nació Queen. El primer
recital fue como teloneros de Mott the Hoople en el Hammersmith Odeon en 1973.
Bomi y Jer estuvieron presentes en ese show. «Es mi recuerdo favorito de él. Ese primer
concierto en el Hammersmith Odeon. Mi niño estaba mostrando lo mejor de sí. Cuando el
show terminó, la gente vino a decirnos a mí y a mi marido que qué bueno que fuimos a
apoyarlo. Yo simplemente dije, bueno, es mi hijo. El rock no era parte de nuestro estilo de
vida, pero yo me dije que iba a asistir a cada concierto. Era emocionante para mí. Era 1973
y él se vestía todo extravagante. Yo solía decirle que se corte el pelo pero él me decía ‘No,
mamá, esto es lo que soy’. Después comenzó a usarse el pelo corto y vino a decirme: ‘Mirá,
lo hice, me corté el pelo'».
Pese a ese carácter extravagante y pretencioso, en su vida privada amaba la sencillez. En la
cima de su carrera buscaba ser lo más normal posible. Iba a la casa de sus padres, se
sentaba en la cocina y esperaba que su mamá le cocinara. «Si estaba en el estudio me
llamaba y me decía ‘Ma, haceme algunas galletas de queso más porque están todos los
chicos acá’, y yo le decía por supuesto, cómo no».
La mamá de Freddie Mercury nunca se imaginó en lo que «su niño» iba a convertirse. Su
familia era el extremo del perfil bajo y pese a las muchas advertencias que le había hecho
Freddie, no se lo había visto venir. Una anécdota de esos años en los que todavía se estaba
gestando la leyenda lo describe: se preparó para rendir su examen de manejo con mucho
entusiasmo, pero falló. Al volver a casa, le dijo a su mamá: «No me importa». Su mamá le
espetó que no querría pasar su vida subido a un bus. «No me importa porque un día voy a
ser trasladado por un chofer adonde quiera». Ella rió. No entendía que lo decía en serio.
Años después, en el homenaje por los 20 años de su muerte, Jer, quien falleció en 2016, a
los 94 años, reconoció: «El tenía un sueño y fue a buscarlo. Me siento orgullosa de que
sigue siendo mi Freddie y que no fue olvidado. Dios lo amaba mucho. Por eso se lo llevó».
Freddie Mercury murió el 24 de noviembre de 1991 por una complicación derivada del
sida.
Pero los fans de todo el mundo eligen recordar el día de su nacimiento, celebración que se
tituló Freddie for a day y que convoca a sus seguidores en distintas ciudades a vestirse
como su ídolo por un día. Las recaudaciones de los distintos eventos van a la fundación que
los herederos del músico crearon para contribuir a la lucha contra el sida.