Inosente Alcudia Sánchez

Campeche está viviendo un proceso electoral inédito en muchos sentidos. Desde 2018 comenzó en México un reacomodo en las fuerzas y en los actores políticos que, al paso de los años, dio lugar a circunstancias novedosas e inesperadas en el escenario político estatal.

Como en todo el país, los cambios en la estructura política local iniciaron con el triunfo de López Obrador en la elección presidencial y con la instauración del gobierno de la 4T. El partido Morena ascendió al poder como una organización hegemónica que se nutrió de todas las corrientes políticas. El pragmatismo y la elasticidad ideológica de López Obrador, convirtieron a su movimiento en un torbellino que creció a costa de los otros partidos, absorbiendo cuadros dirigentes conveniencieros y militancias decepcionadas, por lo que la expansión del obradorismo se tradujo en el debilitamiento de sus adversarios.

En este marco, para asegurar su sobrevivencia, los partidos del Trabajo y Verde Ecologista se convirtieron en apéndices de Morena; al de la Revolución Democrática el éxodo de sus integrantes lo dejó en huesos; el Revolucionario Institucional sufrió una sangría que lo tiene al borde de la inanición; y hasta Acción Nacional contribuyó con su cuota de desertores a la consolidación de la dominación emergente.

En Campeche, además de la influencia del entorno nacional, en los últimos cinco años sucedieron hechos que profundizaron los cambios en la estructura política. La renuncia adelantada del gobernador Alejandro Moreno Cárdenas en junio de 2019, su arribo a la dirigencia nacional del PRI y la designación de Carlos Miguel Aysa como su sustituto, fueron acontecimientos que contribuyeron a reconfigurar los equilibrios en las fuerzas políticas estatales. También, de la mano de su líder Eliseo Fernández, el partido Movimiento Ciudadano afianzó su participación en el escenario político local, convirtiéndose en un elemento disruptivo del mercado electoral.

En este entorno, en las elecciones del 2021 el gran perdedor fue el Revolucionario Institucional que, a pesar de su preponderancia y de aliarse con el PAN y el PRD, no pudo conservar la gubernatura, ni la mayoría en el congreso, ni recuperar la alcaldía del municipio de Campeche. Los vacíos que dejó el naufragio tricolor fueron ocupados por guindas y naranjas que, en estos años, afianzaron sus posiciones en Campeche y Carmen, los principales municipios del estado.

En el desamparo presupuestal, los últimos dos años han sido de vacas flacas para el priismo campechano, mientras que sus adversarios, Morena y MoCi, han dispuesto de estructuras y recursos públicos estatales y municipales, respectivamente, para fortalecer sus membresías. Desplazado del protagonismo que desempeñó durante décadas, el PRI ha sido un testigo más (junto con PAN y PRD) del conflicto entre las dirigencias guinda y naranja, o más bien, entre la gobernadora Layda Sansores, la alcaldesa Biby Rabelo y la entelequia en que se convirtió Eliseo Fernández. 

Y así llegamos a la competencia electoral del 2024 con un escenario social y político reconfigurado y con actores que desempeñan papeles muy distintos a los de hace tres años. Morena ha salido a la competencia a estrenar su coraza de partido en el gobierno; Movimiento Ciudadano se muestra como una fuerza emergente y desafiante; Acción Nacional participa agobiado por el estigma de esquirol del oficialismo; y el PRI, acompañado del PRD, incursiona en territorio desconocido: por primera vez, sin el respaldo de los poderes públicos ni de concentraciones de audiencias burocráticas, el otrora “partidazo” saca fuerza de flaqueza, intenta reanimar los restos anquilosados de una organización que fue famosa por invencible y, con su añeja experiencia, pone cara por igual a los especialistas en redes sociales y a los usufructuarios del nuevo clientelismo. En desventaja evidente, la mayoría de los candidatos del PRI van a una competencia en la que es ganancia lo que se recupere de lo perdido, mientras Morena y MoCi se disputan los que fueron enclaves priistas.

En la medianoche del inicio de su campaña a la alcaldía del municipio de Campeche, Ricardo Medina Farfán, candidato de la alianza PRI-PRD, tuvo que haber recordado aquella tarde feliz de diciembre de 2019 en la que asumió la presidencia estatal del PRI: una multitud de burócratas y clientelas celebró su discurso en la atiborrada Plaza de la República. En la borrachera de la euforia de los aplausos forzados, pocos habrían de vaticinar las desventuras por venir para el partido que ese anochecer vibraba de energía y militancia. Ahora, a Medina le corresponde acopiar lo que quede del partido y mostrar que, cuesta arriba, con inteligencia puede granjearse la simpatía de una comunidad cansada de los conflictos políticos y las ineficiencias gubernamentales.

En la campaña de Morena batallan contra el descontento ciudadano que afloró en las grandes protestas en apoyo a los policías. Esas marchas –sin antecedentes, afirman muchos– son la expresión de una ciudadanía que reprueba una forma de hacer política y de ejercer el gobierno. La candidata Jamile Moguel avanza a contracorriente y enredada en la contradicción de intentar representar lo nuevo de lo viejo.

Los naranjas, en efecto, se mueven en un “maquinón”. Están haciendo una campaña profesional y, con su experiencia, Biby Rabelo es una candidata formidable. Cuenta con el respaldo total de su partido y de una muy amplia base de apoyo en el municipio, lo que le permite hacer proselitismo desde una posición de ventaja. Sin duda –y así lo muestran las encuestas– es la candidata puntera en una elección que tenderá a dividir en tercios a los electores, por lo que es temprano para cantar victoria.

En el municipio de Campeche compiten tres candidaturas que cuentan con el respaldo de bases de militantes equiparables. Voto duro, le dicen. Las candidaturas por la presidencia de la República tendrán algún grado de influencia –para bien o para mal– en los comicios locales, pero el triunfo provendrá de los ciudadanos apartidistas: sufragios libres que se decantarán por quien conquiste su confianza, brinde certidumbre y comunique mejor sus propuestas.