¿Cuándo inició la inequidad social entre los seres humanos? Las recientes investigaciones que abordaremos develan que las desigualdades entre las sociedades con tecnología y las sociedades carentes de ella, entre los oportunistas y los timoratos, entre las mujeres y los hombres, iniciaron en el Paleolítico y su móvil original no fue el factor económico ni tampoco los posteriores excedentes de producción agrícola, sino la diferenciación social hereditaria y la subsistencia biológica de los clanes.

Al contrario de lo planteado en la antigua percepción de un idílico periodo paleolítico cercano al “comunismo primitivo”, descubrimos la milenaria existencia de una diferenciación social. Dada la lejanía en el tiempo y los escasos elementos arqueológicos que nos permiten comprender la vida cotidiana de nuestros ancestros paleolíticos, debemos recurrir a sus costumbres funerarias para comprender algunos pasajes de su estratificación social diferenciada.

I

Hace tres décadas y en la región de Vladimir, en Sungir, Rusia, iniciaron las investigaciones del asentamiento paleolítico datado entre 29.000 y 31.000 años. Los arqueólogos rusos ubicaron diversas sepulturas, entre ellas, destaca la de dos niños de 10 y 14 años.

Vladislav Zhitenev, arqueólogo de la Universidad Estatal de Moscú, ha estudiado el ajuar de los niños paleolíticos y comentó en un artículo publicado en Eurekalert. Études et Recherches Archéologiques de l’université de  Liège, Bélgica: “Esta tumba infantil contiene más objetos de adorno y otros elementos de ajuar que ningún otro yacimiento del Paleolítico superior en Eurasia”. El prehistoriador Marcel Otte, durante el encuentro internacional de investigadores en la Academia de Ciencias de San Petersburgo (2016) expuso: “se trata de una sepultura suntuosa con esculturas, objetos como de ruedas mágicas, herramientas de extrema finura pero desprovistas de una función utilitaria, pareciera que nada más la elegancia guiaba a la forma” (1).

El ajuar de los niños de Sungir, contenía 10 000 cuentas, 16 lanzas de marfil de mamut, 300 dientes perforados de zorros, 20 brazaletes, miles de pequeñas conchas marinas (que indican comercio a grandes distancias), cuerdas y astas de venado.

Algunos objetos fueron utilizados por largos períodos y otros pareciera que fueron realizados para la tumba, como la talla de un caballo manufacturada con urgencia. Estos objetos, superan las necesidades y atuendos de un individuo paleolítico, más aún, si se trataba de niños.

En cuanto al estudio de las osamentas, el niño de doce años tenía los fémures cortos y arqueados; aunque mermado físicamente, fue activo en su sociedad de cazadores, en tanto que el niño de diez años, estuvo toda su vida postrado y el poco desgaste en sus dientes sugiere que fue alimentado con comida blanda.

(Entierro paleolítico en Sungir, Rusia.)

El ajuar reproduce herramientas simbólicas y elementos de estatus como los colmillos de mamut o de identidad, como los dientes de zorros. Pudiéramos entender que un ajuar tan importante perteneció a un gobernante pero si ambos murieron prematuramente y consecuentemente no pudieron atesorar el prestigio suficiente para ser honrados con tan suntuoso ajuar ¿por qué lo ofrecieron a los niños?.

Pudiéramos exponer que la civilización de Sungir fue chamánica, que procuraron una comunicación simbiótica con la naturaleza, que la relación con el mundo animal fue sustancial, que los niños fueron chamanes y ese sería el origen social de la calidad y la cantidad de objetos del ajuar que por cierto, ninguna otra tumba a su alrededor los contiene en Sigur ni tampoco en ningún otro sepulcro paleolítico. Pero ¿porqué dos niños tuvieron tanto prestigio? ¿por qué fueron enterrados al mismo tiempo? Y ¿por qué uno de ellos posee las mejores piezas si estaba siempre acostado? La hipótesis de un niño chamán apreciado por su comunidad resulta endeble, lo que observamos es que hace 29.000 años ya existía inequidad social entre cazadores y recolectores.

II

En su obra Desigualdad, una historia genética el Dr. Carles Lalueza-Fox, aborda el complejo asunto de la desigualdad social desde el punto de vista genético: “Los genes no son los responsables de la desigualdad pero llevan impresas las marcas que ha dejado a lo largo de nuestra historia… tenemos más posibilidades de descender de reyes que de campesinos”.

Si en el ámbito social las conclusiones del biólogo Laulez-Fox son radicales, en el ámbito de género son contundentes: “Los hombres y las mujeres no contribuyeron por igual a las poblaciones humanas mixtas actuales, pero también existen factores adicionales que generan un sesgo de género. Ocurre cuando uno de los géneros ha contribuido en un porcentaje desproporcionado a la población (el equilibrio de género es casi del 50 % en las poblaciones naturales). Uno de estos factores es la patrilocalidad, una estrategia de apareamiento según la cual los varones forman clanes patrilineales y se desplazan menos que las mujeres […]. Otro de esos factores (por supuesto, los dos no son mutuamente excluyentes) es la poliginia, una práctica social que consiste en que un hombre puede aparearse con varias mujeres.

Puede parecer paradójico que, aunque las mujeres son, sistemáticamente, las víctimas más habituales de la desigualdad en cualquier escenario de conquista, las de la sociedad conquistada tienen muchas más probabilidades que los hombres de su grupo de transmitir su material genético a las generaciones futuras”.

“Incluso antes de que contáramos con datos genómicos se sabía que la población actual de Latinoamérica se había forjado mediante una brutal asimetría sexual, y que los hombres europeos habían contribuido desproporcionadamente a las generaciones futuras en detrimento de los nativos americanos y los inmigrantes africanos. Para tener prioridad reproductiva sobre estas dos poblaciones, monopolizaron la población femenina local hasta el punto de que “en cierto modo, la conquista española de las Américas fue una conquista de sus mujeres”, como afirmó el historiador Magnus Mörner en 1967.” (2)

III

En un periodo también antiguo pero en el Neolítico, hace 5700 años, en Hazleton North, región de Cotswolds-Severn, Inglaterra, se localizó una tumba colectiva con 35 personas. El estudio genético dirigido por el Dr. Chris Fowler de la Universidad de Newcastle, R.U. y publicado en diciembre 2021 en la revista Nature (3) informa que de los 35 individuos, 27 fueron parientes biológicos cercanos y todos los hijos son descendientes de 4 mujeres que procrearon con un mismo varón, a quien los investigadores ubican como el patriarca.

El Dr. Fowler comenta: “este estudio nos ofrece una visión sin precedentes sobre el parentesco de una comunidad neolítica. La tumba de Hazleton North consta de dos cámaras a las cuales se accede por una entrada norte y a la otra por una entrada sur. Un hallazgo extraordinario ha sido que en un principio se utilizaba cada una de las dos mitades de la tumba para enterrar los cadáveres de una de las dos ramas de la misma familia. Esto tiene una gran importancia porque sugiere que la disposición arquitectónica de otras tumbas neolíticas podría indicarnos cómo era su parentesco”.

( Túmulo de Hazleton North )

En el túmulo de Hazleton North, los varones fueron enterrados junto a su padre y a sus hermanos hombres, sugiriendo un linaje patrilineal. Dos hijas del linaje murieron siendo niñas y resalta la ausencia de hijas adultas de este linaje, es probable que al llegar a la edad reproductiva, abandonaban a su familia para casarse con individuos de otra comunidad. También hay indicios de dos hijos adoptados en el linaje quienes tuvieron como madres a dos de las mujeres “extranjeras” enterradas en la tumba. Para algunos investigadores como Carles Laulez-Fox, “a lo mejor le hicieron el salto al patriarca”, lo cierto es que las mujeres no pertenecieron al clan por lo que carecieron de familiares y la herencia de prestigio mortuorio se heredó por línea patrilineal.

Conclusiones

En el cosmos no hay moral ni justicia, sino eventos naturales,  biológicos y humanos que nosotros adjetivamos, moralizamos, ritualizamos, tergiversamos o simulamos para dar sentido a nuestra organización social. Quizá por ello, la justicia ha sido siempre una aspiración humana, impostergable pero inalcanzable.

Los dos niños de Sungir, nos indican que durante el Paleolítico existieron individuos que no fueron económicamente activos, que carecieron de salud y movilidad pero que fueron cuidados en su alimentación y enterrados prematuramente con fastuosidad. Todo lo anterior nos revela una distinción social que pudiéramos explorar en su posible relación con el chamanismo pero estaría más cercana a una desigualdad social hereditaria.

En el túmulo Hazleton North, la arqueología y la genética confirman que el sometimiento patrilineal del libre albedrío femenino fue anterior al código de Hammurabi y que las mujeres fueron consideradas como objetos de valor para ser intercambiadas entre clanes y así evitar  conflictos de consanguinidad. En esta necesidad biológica, pudiéramos encontrar el origen del sometimiento de la voluntad femenina.

Los estudios científicos indican que la desigualdad social es anterior a la plusvalía y a los excedentes de producción; que es intrínseca al desarrollo humano y el Dr. Carles Lalueza-Fox en su obra referida (2), sugiere que es un precio que hay que pagar para construir lo que denominamos progreso.

En este sentido y con el avistamiento de una próxima desigualdad tecnológica, pudiéramos cuestionarnos si nuestro progreso es sinónimo de evolución ya que posiblemente estamos construyendo un progreso involutivo, y no en el marco del patriarcado ancestral sino en el advenimiento del individualismo dependiente de una inteligencia artificial controlada y programada por unas cuantas empresas.

Editor: Claudio Obregón Clairin

Facebook: Panimil, Centro de Estudios Antropológicos e Históricos

Bibliografía consultada:

(1) http://web.philo.ulg.ac.be/Marcel_Otte/2019/05/08/les-hommes-modernes-sur-carbone-14/

(2) https://www.amazon.com/Desigualdad-historia-gen%C3%A9tica-Drakontos-Spanish-ebook/dp/B0BLX7PF9S

(3) https://www.nature.com/articles/s41586-021-04241-4