En 1872 y en un acantilado situado en la frontera Franco-Italiana, Émile Rivière excavó durante 18 meses en una oquedad de 16 metros de altura. El 28 de marzo de ese año, desenterró los restos humanos de un individuo nombrado entonces como El Hombre de Menton.

Inicialmente, por su robustez, se le consideró un guerrero o un cazador antiguo. Émile Rivère lo encontró recostado sobre su lado izquierdo, justo a 7 metros de la entrada de la cueva y en su reporte mencionó que el individuo se encontraba en una actitud de reposo, mostrando que no vivió una agonía y que quizá la muerte lo sorprendió mientras estaba dormido.

Elena Rossoni Notaire, directora del museo de Mónaco, actualmente participa en los estudios de diversos entierros de la cueva de Cavillon y ha señalado que fue la primera ocasión en la que se encontró un esqueleto completo con un mobiliario funerario y adornos asociados.

El esqueleto se resguardaba en el laboratorio del Museo del Hombre en París, Francia, donde en 1990 Marie Antoinette de Lumley, prehistoriadora y paleontóloga del Institut de Paléontologie Humaine, lo observaba todos los días e intuyó que podría ser una mujer, comentó: “Su robustez y la decoración funeraria pudiera señalar a un jefe de grupo ya que en el pensamiento del s. XIX, los jefes eran exclusivamente masculinos…”. Las pruebas a las que el esqueleto fue sometido revelaron que se trataba de una mujer.

Los análisis científicos determinaron que fue una mujer Homo sapiens, quien murió alrededor de los 37 años y probablemente tuvo hijos. Su piel, al igual que la de los pobladores de la Europa paleolítica, era oscura y tenía los ojos claros. Medía 1.72 m, su peso fue estimado en 67.5 kg. Su radio izquierdo sufrió una fractura que luego se consolidó. Los estudios de isótopos estables de estroncio realizados en su dentadura, indicaron que tuvo una dieta carnívora y marina. Las dataciones de C14 ubicaron su existencia hace 24 mil años, lo que indica que perteneció a la cultura gravetiense. Esta cultura se caracteriza por la elaboración de utensilios en pedernal y fueron ellos quienes pintaron las cuevas de Cosquer en Marsella, Francia y Gargas-Hölle en Alemania; vivieron en la costa mediterránea y en estepas pobladas por caballos, ciervos y uros en Europa central.

La antropóloga Dominique Henry-Gambier del Centre national de la recherche scientifique (CNRS), comentó en la película La Dame de Cavillon de Pauline Costa, que “Émile Rivière no consideró que se tratara de una sepultura porque en el s. XIX, los investigadores coincidían en que los hombres prehistóricos no enterraban a sus muertos, ya que las sepulturas implican automáticamente una creencia del más allá y por lo tanto, que aquellos individuos considerados “primitivos”, contaban con una religión”.

Cuando vivió La Mujer de Cavillon, el frío en nuestro planeta era muy intenso y seco, los océanos se encontraban 120 metros por debajo del nivel actual y los seres humanos no superaban el millón de individuos en todo el planeta. Se organizaban en pequeños grupos nómadas y se desplazaban a lo largo de cientos de kilómetros.

¿Cómo se organizaban socialmente? ¿Tendrían acaso una religión? ¿Las mujeres estaban relegadas a las actividades domésticas y a la crianza de los hijos? ¿Los gravetienses tendrían familias? ¿Se reconocería la paternidad y sus consecuencias sociales y emocionales? ¿Que nos puede decir La Mujer de Cavillon al respecto? ¿Por qué fue enterrada de manera ritual?

El Dr. Fabio Negrino, investigador de la universidad de Génova y Jacques Jaubert, profesor de historia de la Universidad de Bordeaux, coinciden en que los entierros gravetienses son escasos respecto a la cantidad de individuos que existieron, lo que refleja una selección o una predilección. En el film referido, Fabio Negrino señaló: “La importancia de este entierro es que se trata de una mujer que fue enterrada con todos los honores posibles con una decoración importante. En nuestra visión machista occidental, estas características eran exclusivas de los hombres y este descubrimiento viene a reconsiderar nuestra visión del pasado. Lo que observamos en la parte estructural de las mujeres gravetienses es que contaban con un pronunciado desarrollo del músculo pegado al húmero, lo que nos indica que al igual que los hombres, las mujeres utilizaban lanzas y participaban en las cacerías. Si en la procuración de la alimentación participaban hombres y mujeres es probable que no existiera un desequilibrio en las relaciones entre ambos sexos”.

Por su parte Jacques Jauber indicó: “Desconocemos a qué se dedicaban los individuos que fueron privilegiados con tumbas, quizá se trató de artesanos, talladores o chamanes que merecieron un trato particular, por lo que es razonable pensar que los individuos encontrados pudieran tener un status diferente a los demás”

Randall White, especialista del Arte Paleolítico en la Universidad Nueva York, comentó: “Se ha postulado que aquellos individuos paleolíticos formalizaron una sociedad igualitaria que no había rangos sociales, sin embargo, hay una sorpresa en el sitio de de Sugir, a 80 kms de Moscú, donde fue localizada en 1964 una sepultura múltiple de 30 mil años. Además de evidenciar inequidad social, es una de las más antiguas del mundo”.

La primera sepultura era de un hombre, la segunda contenía a dos niños entre 8 y 10 años acompañados de finos y miles de ornamentos, de enormes huesos de mamuts y de miles de perlas talladas a partir de huesos de mamuts. Randall White expuso: “Cada perla precisaba de 3 horas para su fabricación, lo que representó un total de 35 mil horas de trabajo, que equivale a 10 personas tallando perlas todos los días durante 2 meses. Dos niños no pudieron haber obtenido en sus cortas vidas un prestigio social para ser enterrados con tantos objetos, lo que nos conduce a pensar en una jerarquización social”.

La Mujer de Cavillón fue enterrada con un entramado de finas cuerdas del cual pendían 200 pequeñas conchas Cyclonassa neritea en su cabeza, quizá pudiera ser una decoración que distinguió a su rol social o fue un distintivo femenino de su grupo. En Rusia, diversos grupos paleolíticos privilegiaron los caninos de los renos en sus atuendos y sabemos que hubo intercambios comerciales de objetos similares a grandes distancias; así, los bienes y las ideas fueron transportadas por intermediarios desde el Atlántico a Rusia o del Mediterráneo a Alemania, entre otras rutas comerciales paleolíticas.

Otra característica de la misteriosa mujer de Cavillon es que tenía una pierna más corta que la otra, lo que ha conducido a pensar que pudiera tratarse de una chamana, visto que en diversas culturas de la historia humana, la deformidad ha sido considerada como un distintivo de los chamanes.

Descubrimientos recientes en Wilamaya Patjxa, Perú, dirigidos por el arqueólogo Randy Haas, develaron que las mujeres paleolíticas participaban en equidad durante la caza mayor.

La prehistoriadora Marylène Patou-Mathis (CNRS), en su obra El hombre primitivo es también mujer evidencia científicamente cuán errada ha estado la visión antropológica de nuestros ancestros paleolíticos concebidos como seres primitivos, simiescos, machistas y limitados intelectualmente.

Chamana, madre amada por su prole, cazadora, jefa de clan, pudieran ser las pistas para entender a La Mujer de Cavillon, futuros descubrimientos y estudios científicos develarán la organización social de nuestros mayores paleolíticos, lo cierto es que aquellas sociedades fueron más complejas de lo que en el pasado se pensaba de ellas.

Editor: Claudio Obregón Clairin

Fotografías de la película La Dame de Cavillon de Pauline Costa

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