@_chipocludo

¿Quién necesita conocer sobre la Revolución o la Independencia de México cuando podemos seguir la revolución digital de los likes, los followers y los trending topics? Bienvenidos a la realidad 2024: un México donde la historia patria se quedó atrapada en los libros de texto mientras que la nueva narrativa nacional se escribe en TikTok e Instagram. Claro, en un país con una economía que coquetea con la decadencia y donde la desinformación es el pan de cada día, lo último que queremos es cargar con el peso de recordar qué carajos pasó en 1810 o 1910. ¡Qué flojera! ¿Qué eso nos va a dar likes?

Imagínate a un joven promedio enfrentándose al dilema de su vida: ¿investigar sobre el grito de independencia o aprenderse el último baile TikTok? Entre memes y chistes de quién va a ser eliminado de “La Casa de los Famosos”, la vida se va en un scroll infinito que ofrece mucha distracción y poca sustancia. Porque, seamos honestos, ¿quién quiere lidiar con la realidad de un México desinformado y con una economía tambaleante cuando puedes volverte famoso por hacer la mímica perfecta de una canción? ¡Viva la Revolución de los 15 segundos de fama!

La cosa es que, para los jóvenes y niños de hoy, figuras como Miguel Hidalgo y Costilla son tan lejanas y difusas como las señales de internet en un pueblito olvidado. Héroes nacionales que antes adornaban los billetes ahora solo son nombres raros de calles o estatuas en plazas que nadie visita porque, bueno, no tienen Wi-Fi. El “¡Viva México!” de Hidalgo ha sido reemplazado por el “¡Sígueme y te sigo!” de los influencers, y la bandera tricolor ondea menos en el corazón de los jóvenes, al menos que sea una foto o video, “foto con la bandera para subirlo a facebook”.

Es casi poético, si no fuera tan trágico, que mientras la economía se desmorona, los jóvenes están más preocupados por el próximo chisme que por el próximo presidente o por entender las políticas que determinan su futuro. ¿Poder Judicial? ¿Reformas? ¡Por favor! Lo único que se elige aquí son filtros, y las únicas revoluciones que valen la pena son las que traen nuevos bailes virales. Es una ironía que, en un país que se levantó en armas por la libertad y la justicia, ahora solo se levanten los teléfonos para capturar el ángulo perfecto.

Los adultos critican a los jóvenes por no interesarse en la historia, pero ¿qué tanto se hace para cambiar eso? La educación sigue siendo la misma de hace décadas, llena de discursos aburridos y de fechas que nadie recuerda. ¿Y cómo van a recordar? Los maestros compiten con el atractivo de las pantallas y las notificaciones constantes. ¿Quién va a ganar? Spoiler: no son los libros. Mientras tanto, los niños se vuelven expertos en algoritmos de redes sociales, pero desconocen por completo la razón detrás del Grito de Independencia o el significado de “Tierra y Libertad”. ¡Vaya revolución!

Y así, un México desinformado sigue avanzando, arrastrando los pies, con un pueblo que no tiene ni idea de lo que pasó en su propio territorio hace más de un siglo. Un México que sigue peleando sus batallas diarias, pero ahora en forma de memes y hashtags. Porque, al final del día, las revoluciones actuales no se luchan en las calles, sino en las redes, donde el objetivo es ganar la guerra del contenido y conseguir el codiciado reconocimiento virtual.

Pero no todo está perdido. En medio de este caos digital y esta crisis de identidad nacional, todavía hay esperanza, y aquí es donde nos ponemos un poquito serios, porque sí, reírnos de la situación es fácil, pero cambiarla requiere algo más. Tal vez, solo tal vez, la clave está en conectar las historias de nuestros héroes con las realidades de hoy. Hacer que los jóvenes entiendan que, al igual que ellos, Hidalgo y compañía también soñaron con un México diferente, un México mejor, que los ideales de libertad, justicia y equidad no son conceptos viejos y polvorientos, sino los mismos que deberían impulsarnos en cada “like”, en cada “share” y en cada elección que hacemos, tanto en redes como en la vida real.

Así que, jóvenes de México, el llamado es claro: no se trata de dejar de disfrutar las redes sociales o de seguir los chismes de moda, pero recuerden, al final del día, los likes se esfuman, las tendencias pasan y las plataformas cambian. Lo que permanece es la historia, la identidad y la lucha continua por un México que, a pesar de sus retos, sigue siendo nuestro. Tal vez la próxima revolución no necesite armas ni gritos, sino una conciencia despierta y una juventud que entienda que la independencia y la revolución son más que días de asueto… Son la herencia de un pueblo que, con todo y todo, siempre ha buscado ser libre. ¡Y eso, amigos míos, vale más que cualquier cantidad de seguidores!