Otra de taxistas


Lo volvieron a hacer. Y, al parecer, nuevamente tuvieron el apoyo de la autoridad para cometer, una vez más, un atropello contra el turismo, contra quienes hacen posible, con cada dólar o peso que gastan en Quintana Roo, el éxito turístico.
Hoy fueron los taxistas de Taxistas de Cozumel, quienes bloquearon cuatro unidades de transporte turístico y obligaron a sus 40 pasajeros a descender y abordar taxis. A los visitantes se les cobró por ese servicio, a pesar de que ya lo habían pagado a los transportistas. Ayer fueron los de Playa del Carmen y antes los de Cancún y los de Tulum.
Y como tantas veces, los prestadores de servicios de transportación se quejan de la actuación de los taxistas, quienes reclaman para sí el monopolio del servicio, no importa que éste lo brinden conductores que no siempre hablan inglés ni se preocupan por su imagen, con vehículos sucios, descuidados y frecuentemente sin aire acondicionado. Para ellos no existen la zona federal ni las placas del Servicio Público Federal.
Actúan como auténticos trogloditas, porque ellos son los que mandan y, si lo duda, pregunte a los conductores de Uber, que han sido víctimas frecuentes de estos energúmenos, para quienes no existe la razón.
Hay maneras de hacer las cosas y la que utilizan los taxistas no es la correcta. Sus gritos, sus golpes y su forma de reclamar no sólo constituye un puntapié al transportista al que reclaman, a la agencia de viajes o a los hoteleros. Es un puntapié dado entre ellos mismos.
Seguramente Sintra anunciará una nueva investigación sobre este caso, como la anunció en el reciente caso de un joven golpeado por un taxista porque no le cedió el paso, sobre el cual, por cierto, nada se sabe.
Pensar que nada pasará es inexacto. Por lo pronto, 40 turistas más volverán a sus países hablando de esta mala experiencia. Y en lo interno, la impunidad seguirá incubando sentimientos peligrosos.