Cambios de uso de suelo


La protección de los recursos naturales de Quintana Roo, flora y fauna, debe ser motivo de constante preocupación entre las autoridades porque sólo de esa manera se garantizará un futuro sostenible a las nuevas generaciones.
Es cierto que hasta hoy la depredación de los recursos naturales, principalmente los de origen forestal, es una constante, pero este fenómeno no es exclusivo de las zonas rurales, donde se concentra el macizo forestal del Estado, sino que abarca incluso los alrededores de las zonas urbanas, donde los intereses inmobiliarios juegan un importante papel en esa actividad y en los cambios de uso de suelo.
Desde 1989, un año después de que el huracán Gilberto afectó a Quintana Roo, enormes extensiones de selva se quemaron. Se dijo entonces que eso era producto de la gran cantidad de material inflamable que el meteoro dejó a su paso.
Muchos de esos polígonos fueron declarados en veda permanente para facilitar su recuperación, misma medida que se aplicó en años posteriores. Sin embargo, hubo que ceder ante la presión del crecimiento urbano y autorizar el desmonte de muchos de esos predios para la construcción de infraestructura urbana.
Según las autoridades, el desmonte de terrenos rurales también continúa para incorporarlos a la producción agrícola y pecuaria. Sin embargo, a pesar de eso, el Estado sigue siendo altamente deficitario en productos agropecuarios, con rendimientos muy por debajo de los que se alcanzan en otras latitudes.
Valdría la pena definir primero si es conveniente seguir abriendo tierras al cultivo o a la cría de animales para consumo humano. En otras palabras, para qué abrir tierras para la siembra si no se cuenta con mecanización, sistemas de riego y técnicas de cultivo adaptadas para estos suelos. ¿No sería mejor mantener e impulsar actividades como la explotación forestal que tanta riqueza generó para el Estado?